Ya, ya sé que muchos lo llaman "cumpleblog", pero yo, purista de mí, a los blogs les llamo bitácoras, y "cumplebitácora", además de inexacto (lo que se cumplen son los años), queda feísimo.
Pues sí. Un año hace que empecé a teclear y, desde entonces, andan por ahí 166 entradas, unos seiscientos comentarios, algo menos de cuatro mil visitas ajenas y bastantes horas dedicadas a esto, y no sólo por mí. A los comentaristas y lectores no sé qué les parecerá, pero a mí me ha servido, además de para aprender un montón de cosas sobre las que escribir, para desentumecer la pluma después de largos años de actividad embotada. Y es que yo, de joven, tenía la pluma tan afilada como la lengua, cosa peligrosa en estos mundos que nos ha tocado vivir. Con el tiempo y unos cuantos bofetones, la lengua se ha ido quedando roma y, salvo algunos irreflexivos latigazos recurrentes, la agudeza que la distinguió antaño ha ido siendo tamizada por la prudencia, para bien de todos y, principalmente, para bien del parlanchín de su dueño.
La pluma, que también se las traía, también quedó domada con el tiempo y se estuvo dedicando exclusivamente a informes áridos e impersonales a más no poder, hasta que llegó la decisión de escribir algo diferente. Y así nació esta bitácora. La cosa comenzó timidilla, se desarrolló una rutina, hubo algún cabreo (el sentido del humor abunda menos de lo que yo quisiera), la cosa ha seguido mal que bien y, en general, algo he aprendido de todo esto, y es que la única forma de estar seguro de que no vas a molestar a nadie es escribir sólo de gente que lleve muerta varios siglos y que no suscite pasiones excesivas hoy día. Y, aun así, vaya usted a saber, uno se va de la pluma, y le sale algún partidario ofendidísimo de los Infantes de la Cerda, del falso Demetrio, de Witiza o de Aníbal Barca.
Y así hasta hoy. Un saludo especial a Esther, que es la que me dio la idea, la comentarista más constante y la que tiene una bitácora más distinta a la mía, al menos de entre las que leo.
A partir de ahora, aparte de que seguramente me tomaré esto con más sosiego, porque otras actividades reclaman mi atención, creo que ha llegado el momento de cambiar un poco alguna cosa de por aquí. En todo caso, a estas alturas, el que haya seguido esto más o menos ya es consciente de que en Rusia suceden con inusitada frecuencia cosas que en España consideramos surrealistas, así que es probable que me dedique en futuras entradas a otros asuntos, o que los trate de otra manera. Ya lo iremos viendo.
Madre del Amor Hermoso, Alf, como pasa el tiempo... En fin, muchas muchas felicidades jejeje. Es un placer tener noticias tan a menudo de uno de mis amigos de más tiempo... Y yo que sé más de ti que muchos otros comentaristas (a excepción, por supuesto, de Alfina) he de afirmar que ciertametne tu pluma ha sido muy afilada siempre, y tu lengua bastante peligrosa, menos mal que a las amigas siempre las has perdonado... Claro que aquí una rebelde sin causa tampoco es que se calle mucho...
ResponderEliminarEn el recuerdo siempre quedara aquel periódico que SEÑORES, AQUÍ EL AMIGO ALF ESCRIBÍA A MANO CUAL IMPRENTA DE LAS MEJORES (que hacha con las falsificaciones letreriles, ¿sigue dándosete igual de bien?) ¿Recuerdas aquel famoso suceso, el de "Manolo"?
En fin, que gracias por tu mención especial, me has ruborizado y todo.
En fin, ansiosa estoy ya de ver ese nuevo aire del Soldado Fanfarrón, que espero que no deje de ser ni Soldado ni por supuesto Fanfarrón, y por favor te lo pido: Sigue hablando de Moscú y de Rusia, me encanta conocerla desde tu particular punto de vista... Por cierto, hablando de todo ¿miraste lo de las Lomo?
Besosssssssssssss y muchas muchas muchas felicidades
Esther, sigo siendo un calígrafo aceptable, como siempre, pero debo confesar que lo de "Manolo" no lo recuerdo.
ResponderEliminarEn lo de las Lomo voy perdidísimo, ya que, como sabes, no tengo ni idea de fotografía. Pero, si veo algo, tú serás la primera en saberlo.
Lo de "manolo" fue aquella noticia, de cierto evento, una tarde en la que el agua de Valencia hizo estragos... Patricia acabó queriendo ir a wc de chicos e intentando en pleno parterre quitarse el pantalón para demostrarnos que en verdad era Manolo... La noticia apareció en el periódico en cuestión, por supuesto caligrafiado por su calígrafo (osea tú) y a partir de aquel momento a Patricia todo el mundo la llamaba Manolo.
ResponderEliminarBesosssss