lunes, 30 de abril de 2007

Punto de encuentro

En Madrid, el oso y el madroño; en Düsseldorf, el ayuntamiento y la estatua del conde Adolfo; en mi pueblo, el bar del tío Garrofa; en Valencia, el Parterre y la estatua ecuestre de Jaime el Conquistador.

Y, en Moscú, el punto de encuentro por excelencia es la plaza Pushkin con la estatua del poeta no menos por excelencia de Rusia. Uno va en cualquier momento, y se encuentra a todo tipo de personajes solitarios sin hacer nada, porque están esperando a alguien, mirando a los transeúntes con la esperanza de que el que se está acercando sea precisamente la persona esperada, y comience una nueva fase en su actividad.

A un lado de la plaza, junto a la estatua, se encuentra la gente que espera, muchas veces sin saber exactamente a quién. Casi cada día tengo que pasar por allí, camino de mi casa, y nunca he visto vacía la plaza; pero tampoco la he visto nunca llena: no es un lugar para quedarse. La gente nunca permanece allí, una vez ha llegado la persona a la que esperan. Así como en otros sitios, incluso en la misma plaza, pero en otro lado, se pueden ver grupos de personas conversando, jugando o bebiendo, allí no. Como si la estatua de Pushkin fuera demasiado imponente, o como si el tiempo de espera fuera demasiado largo, la gente huye de allí en cuanto la espera se termina, ya sea porque ha llegado la cita, o porque no ha llegado y se ve que no va a hacerlo.

No sé cuántos plantones habrá visto el poeta, cuánta gente que se habrá quedado allí mucho más tiempo del que había pensado. O de cuántos encuentros habrá sido testigo, gente que se reúne allí, incluso sin conocerse, para acto seguido marcharse hacia otros horizontes. Nadie, nadie se queda en el punto de encuentro.

El único que sigue siempre allí, con la mirada fija, la cabeza gacha y la mano en el corazón, es Pushkin.

2 comentarios:

  1. Alf, pero que nostálgico te quedó este post...
    Para mí el gran punto de encuentro de Valencia siemrpe será uno y en fechas concretas: ¿adivinas a cual me refiero? jeje... Los demás sólo son otros sitios donde uno puede encontrarse...

    Besossssssss

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  2. Esther, sí, el ayuntamiento, bajo las columnas, y en fallas. Pero quedar junto a una estatua es mucho más molón, y Jaime I tiene algo especial. No todo el mundo puede decir que fundó el Reino de Valencia, ahí, con un par de narices.

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