Antes de terminar de escribir sobre baloncesto, y siguiendo una idea de un comentarista anterior, me gustaría relatar algo de lo que han sido las vidas de aquellos enormes jugadores después de 1988. A los que seguían en activo les dejaron salir de Rusia si lo deseaban; en todo caso, aquellas personas, ídolos para todo un país (y, como se echa de ver, también para gente del extranjero), tuvieron que afrontar los cambios en sus vidas que sucedieron a la caída de la URSS. No los he seguido muy de cerca, pero alguna cosa sí que sé. Creo que es interesante, porque hasta cierto punto es representativo de lo que ha pasado en Rusia, ver qué ha sido de ellos, héroes nacionales que se vieron en la necesidad de rehacer sus vidas y corrieron distinta suerte.
Stanislav Yeryomin, tras su retirada, siguió ligado al baloncesto como entrenador, aunque sin tanto éxito como el que tuvo como jugador; su etapa al frente del CSKA fue bastante gris, a pesar de los campeonatos nacionales que ganó. Actualmente es el manager general del probablemente segundo equipo más importante de la liga rusa, el UNIKS de Kazán.
Sergey Bazarevich, tras su breve paso por la NBA, volvió a Europa, donde siguió dando un buen resultado hasta su retirada, aunque su carácter difícil siempre le ha jugado malas pasadas. Hace unos meses participó en un tres contra tres y parecía en una forma excelente. Tras retirarse, pasó a entrenar al equipo juvenil del CSKA. Lo último que he sabido de él es que dimitió sin que se sepa muy bien por qué de su puesto como entrenador del Samara (se ve que su carácter no ha cambiado y sigue siendo difícil).
Sergey Tarakanov, tras ganar la medalla de oro olímpica, todavía tuvo tiempo de salir al extranjero a terminar su carrera deportiva y ahorrar algo. Jugó en Alemania y Bélgica, en equipos segundones y se retiró poco después; él sí superó bien la confusión de la retirada y del desplome de la URSS. Se hizo empresario con unos socios locales e instaló una importante cadena de fotomatones en Moscú; ha vuelto al baloncesto como agente y como manager de la selección rusa.
Anatoli Myshkin se hizo entrenador y empezó una carrera de éxitos al frente de la selección soviética, y luego rusa, de baloncesto femenino, aunque cuando ha tenido que entrenar a hombres ha tenido menos suerte. Lo último que he sabido de él es que iba a entrenar al Arsenal, de Tula. Igual que a Bazarevich, parece un tipo con un carácter tan difícil como grande es su talento.
Andrei Lopatov, el guaperas del equipo (cosa poco difícil en aquel contexto), terminó su carrera y no le fue mal. Actualmente es miembro del consejo de dirección de un banco ruso y se le supone prácticamente desligado del baloncesto, pero últimamente se ha sabido que su hija se ha comprometido con Kirilenko, el líder de la selección rusa y de los Utah Jazz.
Valery Tijonenko, tras Seúl, salió también al extranjero y se vino a jugar a España, donde estuvo en Valladolid, Málaga y Huesca, si no recuerdo mal. Luego volvió a Rusia, pero al Samara, un equipo segundón ruso donde jugaba él sólo y se hinchaba de meter puntos, en vista de lo cual el CSKA decidió volver a ficharlo. Allí acabó su carrera en activo, pero al año siguiente a su retirada le nombraron entrenador del CSKA e hizo un desastre; los jugadores no podían entender que les quisiera controlar la misma persona con la que una temporada antes hacían la vida imposible al entrenador anterior. Sigue de entrenador en otros equipos.
Vladimir Tkachenko también salió al extranjero, pero su extremada lentitud, cada vez mayor, y algunos problemas de salud, no le dieron para ser fichado por un equipo puntero, así que acabó en el Guadalajara, de la segunda división española. Volvió a Rusia tras su retirada y actualmente, después de pasar bastantes dificultades (los muebles y la ropa de un gigante no son baratos), creo que trabaja en una empresa de transporte y vive, probablemente de forma bastante modesta, retirado del baloncesto con su sueldo y una pensión como oficial del ejército.
Viktor Pankrashkin fue, indudablemente, el caso más triste de la generación. Su retirada deportiva coincidió con el desmantelamiento de la URSS, con la hiperinflación que terminó con los ahorros de la población y con serios problemas de salud. Se abandonó y murió en 1993 de tuberculosis en su piso, a los 36 años, una edad en la que muchos siguen jugando a buen nivel.
Finalmente, Alexander Gomelsky también probó suerte en el extranjero después de Seúl, pero su etapa como entrenador en Tenerife fue un completo desastre. Se llevó allí a la última perla de la cantera soviética, Valery Goborov, uno de los campeones de Seúl, que tuvo la desgracia de morir allí en accidente de tráfico. Gomelsky fue destituido con el equipo en posición de play-off de descenso, y así Rusia recuperó a su legendario entrenador, que pasó sus últimos años, admirado por todos, como presidente del CSKA, dando entrevistas y comentando partidos, hasta su fallecimiento en loor de multitudes en agosto de 2005.
Ha habido, pues, de todo. Yo comencé a interesarme por el baloncesto coincidiendo con el Mundial de Colombia de 1982, que ganó la URSS a EEUU sobre la bocina, y gracias a leyendas como las que hay arriba. Unos siguen en el baloncesto, otros en los negocios, otros han muerto prematuramente y otros cuando ya se podía pensar que les tocaba; pero todos me han hecho pasar ratos buenísimos.
Hola!Quisiera preguntarte unas cositas sobre Sergey Tarakanov y tengo comprendido de que entiendes el ruso (yo sé leer pero no lo entiendo:s :) Me harías un gran favor si me puedes echar una mano, gracias
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