Mis experiencias con los taxis piratas, como decía la entrada anterior, son, a decir verdad, bastante escasas. Las veces que los he tomado han sido a regañadientes, y he sido capaz de caminar hasta hora y media, con el fin de llegar a casa, a unas horas en las que ya no había transporte público, antes que subirme en una tartana conducida por Dios sabe qué clase de conductor.
¿Y por qué? Pues porque alguna vez que he subido he tenido que lamentarlo.
Hará de esto como unos diez años, fechas en que yo era joven e incauto, y no estaba bastante apercibido de las cosas que pasaban por aquí. Tenía algo de prisa, me situé al borde de la calzada, aparte el brazo del cuerpo (a pesar de lo dicho en la entrada anterior, jamás he visto a nadie esgrimir unos billetes en la mano, eso es zafio hasta para Moscú) y no tardaron en parar coches (ahora paran mucho menos). Acordé el precio con uno, me senté en el asiento trasero, y los dos que estaban en la cola, por si no había acuerdo, se dispersaron en busca de otros destinos.
El coche era un Zhiguli destartalado que, efectivamente, hubiera sido expulsado de la ITV con cajas destempladas, cuando no con indignación. Pero era lo que había. En cuanto al conductor, era un joven de unos veinticinco años, que se dio cuenta de que yo era extranjero y no resistió la tentación de entablar contacto. En aquel entonces, los extranjeros eran todavía bichos raros de aparición reciente, y aquel joven me miraba como tal. Lo malo es que yo estaba sentado en el asiento de atrás y lo que me convenía era que me mirase no a mí, sino al tráfico.
- ¿Es usted extranjero? - me preguntó.
- Sí.
- ¿De dónde?
- Soy español.
- Ah, je parle en français.
"¿Y a mí qué me dice? ¿Qué más me dará que hable en francés?", pensé, pero cometí el error de seguirle la corriente.
- Moi aussi, mais seulement un peu. Il y a longtemps que je ne parle plus -le dije, y nunca lo hubiera hecho.
- Vous parlez trés bien! -y era cierto: desde luego mejor que él- Alors, je vous dirai: je suis étudiant pour être médécin -menos mal que, a pesar de su sintaxis, se le entendía. Dios mío, con lo cómodamente que estábamos hablando en ruso.
- Faites attention! -grité, señalando la luneta delantera y el coche con el que íbamos a chocar. Mi conductor llegó a tiempo de girarse y de dar un volantazo que nos salvó del choque; luego se puso a conducir a lo loco, pero debió echar de menos la oportunidad de practicar su semifrancés y se giró otra vez, siempre con las manos en el volante.
- J'ai l'intention d'aller visiter la France cet été.
- Tiens! Vraiment? -dije con toda la indiferencia que era capaz, pero que mi interlocutor no debió pillar.
- Oui, c'est la première fois que je quitte la Russie...
- ¡Cuidadooooo! -le chillé en ruso para que prestara atención a lo que debía.
Esta vez no hubo suerte. El choque fue de aúpa; el afrancesado conductor saltó de su asiento; el españolito del asiento trasero dio con su coronilla en el techo del vehículo, pura chapa desnuda, y cayó de nuevo atontado sobre el asiento. Del coche que nos precedía, embestido tan de sopetón, salió un gigante enojado; del nuestro salimos nosotros dos. La cosa parecía ponerse seria, tanto más cuanto que por aquel entonces el seguro de automóviles no era obligatorio, y estos asuntos se resolvían en efectivo y al momento, o acababan mal.
El afrancesado se me dirigió otra vez.
- Vous savez? Vous pouvez aller sans payer. C'est un cadeau pour vous...
- Merci beaucoup.
Estábamos a unos dos kilómetros de mi destino. Los hice andando, tocándome el chichón de vez en cuando. Sí, llegué tarde.
Mare de deu... Si es que tu amor por la comunicación te puede Alf... Ya sé que te encantan los idiomas, ya sé que no pierdes la oportunidad de practicarlos pero hazme un favor: NO VUELVAS A HACER ESTE TIPO DE PRÁCTICAS PELIGROSAS. Si, ya sé, ya sé, hace 10 años de toodo esto, pero conociéndote, te veo muy capaz de lanzarte otra vez a la aventura... menos mal que los años y los hijos parecen haberte vuelto un poco (y sólo un poco) más conservador....
ResponderEliminarPor cierto, y ya que hablamos de medios de transporte, podrías hablarme del metro ruso. He oído maravillas tanto de este medio de transporte, como de las estaciones que allí se ven.
Besos
Esther, el de las prácticas peligrosas era el quillo del conductor, que era el que se giraba para hablar con menda. Yo bastante tenía con rezar para que el inevitable golpe no fuera mortal.
ResponderEliminarEh, y yo de conservador nada. Me defino, y siempre me he definido, como tradicionalista. No es ni mucho menos lo mismo.
Del metro ya escribiré otro día, y ya sé que también tengo pendiente la foto de la Plaza Roja (sí, roja). Ya llegará.