martes, 19 de noviembre de 2024

Un partido musulmán en Bruselas

Después del mal trago de la riada de Valencia, volvamos a las elecciones en Bélgica, que nos han dejado algunas conclusiones interesantes, una de las cuales es la irrupción de una fuerza política que podríamos llamar novedosa, porque se trata de un partido claramente confesional, cosa que no sucedía en Bélgica desde que el antiguo partido católico decidió sacudirse la confesionalidad de encima y hacer creer a la gente que conviene votarles porque son buenos gestores, no porque defiendan (no lo hacen) supuestos "valores". No sé a quién me recuerdan en España...

La novedad es que el Team Fouad Ahidar es un partido musulmán y que su líder (sí, Fouad Ahidar, no se han roto mucho la cabeza buscando el nombre) no oculta que es musulmán practicante. Es un caso curioso. Procede del partido socialista flamenco, llamado “Vooruit”, del que se separó hace un par de años por un quítame allá esos mataderos rituales. “Vooruit” buscaba regular los sacrificios de corderos o, al menos, que los corderos fueran anestesiados antes de la matanza. Fouad Ahidar votó en contra de la anestesia y a partir de ahí ya tenemos partido musulmán y solamente musulmán. En diciembre de 2023 consumó la ruptura con Vooruit al declarar que los atentados de Hamás eran una pequeña respuesta a la violencia ejercida por los israelíes durante décadas.

Su bautismo de fuego electoral sucedió en las elecciones regionales de antes del verano, en las que muy cucamente se presentó en la sección neerlandófona. La vasta mayoría de musulmanes bruselenses son francófonos, pero precisamente él es bilingüe (por lo menos), así que coló una lista en la sección neerlandófona, donde los requisitos para ser elegidos son menores. Sus algo más de trece mil votos le llevaron a conseguir tres diputados neerlandófonos (con los mismos votos, en la sección francófona no hubiera obtenido ninguno), a lo que se añadió uno más en el parlamento flamenco. Y ya tenemos un partido parlamentario abiertamente musulmán.

En las elecciones municipales de octubre se presentó en varios municipios bruselenses. En Uccle, ya vimos que no, porque en Uccle hay una clara mayoría masoncilla y los partidos confesionales de cualquier índole, incluso la musulmana que está al alza, no tienen el menor éxito electoral. Sin embargo, en municipios como Molenbeek, Anderlecht o Schaarbeek (como era de esperar, por otra parte), entre otros, ha obtenido varios concejales, mientras que, fuera de Bruselas, sólo ha logrado representación en Vilvoorde (probablemente también era de esperar).

No hay que tomarse a broma a Fouad Ahidar ni mucho menos. Es una persona enormemente popular entre su público, que conoce mejor que ningún otro político, y es perfectamente capaz de detectar las incoherencias del sistema y aprovecharlas. Al reproche que se le hace de no respetar la separación entre política y religión, responde categóricamente que en Bélgica no hay separación entre política y religión y que es la política la que decide todo, incluyendo cómo se puede consumir carne, o si se puede llevar velo o no, o una cruz o no (atención al guiño), y que el que decide si una mezquita o una iglesia puede funcionar es un funcionario del Estado sentado tras una ventanilla. Y le parece incoherente que le reprochen a él que no separe ambos ámbitos, cuando lo cierto es que en Bélgica no están separados. La verdad es que resulta complicado rebatirle, y menos aún desde una perspectiva católica, habida cuenta de que el Estado belga tiene absolutamente cogida por el cuello a la Iglesia católica (bueno, más o menos católica…) en Bélgica, a la que mantiene los templos, que son propiedad estatal, y a cuyos sacerdotes les paga un sueldo que les permite dedicarse exclusivamente a la predicación del Evangelio, o a lo que sea que hagan. Si Fouad Ahidar ha venido a poner de manifiesto la profunda hipocresía que anida detrás de la llamada separación de religión y política, ya se puede decir que su llegada tiene algo de bueno.

De momento, toca esperar. Hasta ahora, los candidatos musulmanes, que los había, estaban en todos los partidos por igual, pero no había una lista únicamente musulmana. Ahora la hay. No sabemos si la irrupción de esta lista y de este carismático candidato será el factor que lleve hacia los parlamentos belgas (¡Hay tantos!) a unos parlamentarios que no se opondrían mucho (ni poco) a la implantación de algunas normas musulmanas que chocan con la cultura occidental. El resultado tiene toda la pinta de ser una radicalización de las posturas de unos y otros, y quizá no es casualidad que Vlaams Belang haya experimentado un fuerte aumento en las elecciones regionales flamencas. De momento, parece que el cordón sanitario se aplica a ambos, pero ya veremos cuanto dura.

O quizá sea tarde para detener la marea que viene. Como a mí se me está haciendo tarde, porras, que tengo que ir a cenar…

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