El caso es que, en materia interna, en Bélgica se eligió a los miembros del Parlamento valón, del Parlamento flamenco, del Parlamento de la región de Bruselas (que es donde vivo yo, parece que por algún tiempo más) y, bonus, el Parlamento de la Comunidad germanófona, que tiene partidos bastante raritos. Al Parlamento de Bruselas se presentaron la tira de candidaturas, y he aquí que la suerte ha querido que la lista número 1 fuera la de Vlaams Belang. La estuve leyendo, pensando en encontrar todo tipo de apellidos más flamencos que Camarón, y es cierto que la mayoría lo eran, pero el número 4 de la lista era una tal Ekaterina Begunova que me ha dejado algo descolocado. No estoy muy seguro de que alguien que se llama así esté por la tarea de expulsar inmigrantes. Por lo demás, hubo un total de treinta candidaturas, la trigésima de las cuales se llamaba "Viva Palestina!", así, en español, y estaba formada por cinco personas que atendían por Dyab, Yasmine, Nasser, Hakema e Ismaiyl. Supongo que éstos últimos pudieron contar con algunos de los votos de los que se manifiestan poco menos que a diario delante de la embajada de Israel y contribuyen a empeorar todavía más, que ya es decir, el tráfico de la zona.
El resultado de las elecciones regionales dio lugar a un parlamento confuso, como todos los parlamentos en este bendito país trufado de partiditos especializados en una zona lingüística, pero parece que los ecologistas salen del gobierno, cosa que sabremos con certeza dentro de un par de meses, cuando se vuelvan a reunir. Hay que reconocer que los ecologistas han puesto en marcha algunos carriles bici dignos de tal nombre, lo cual era algo que hacía una falta enorme en Bruselas, y los ciclistas lo agradecemos; también es verdad que la pesadilla de los patinetes eléctricos abandonados por cualquier lugar debe considerarse responsabilidad suya. Sólo este año parece que se ha impuesto la cordura y los patinetes de alquiler, que son casi todos, deben ser depositados en lugares concretos, no tirados sobre la acera. Los peatones se lo agradecemos.
Otra medida de los ecologistas ha sido la regulación de la zona de bajas emisiones, cosa que no sé si los conductores agradecemos, pero creo que no. La zona de bajas emisiones es la región de Bruselas enterita y, en ella, los vehículos considerados contaminantes lo tienen crudo. Ya hay un grupo de vehículos que, desde hace dos años, están prohibidos en su interior bajo fuertes multas y el siguiente grupo, los diésel Euro 5, debía ser prohibido a partir del 1 de enero de 2025. Debo hacer notar que en este punto no soy objetivo. En realidad, como todo lector de esta bitácora conoce, no soy objetivo en casi ningún punto, pero en éste todavía menos, porque soy propietario de un vehículo que, si la normativa actual no sufre variaciones, tiene los días contados en Bruselas, con lo que ya estoy pensado qué hacer con él y si comprarme otro que lo sustituya.
Mis planes, de momento, están suspendidos a la espera de saber si el nuevo gobierno, que se constituirá en algún momento y, según todos los indicios, lo hará sin ministros ecologistas, va a conceder una moratoria a los vehículos Euro 5 o no. Se rumorea que sí que lo hará, habida cuenta de que la cosa, si sigue en sus términos actuales, puede acabar en tumultos. Hay numerosos vehículos de ese tipo circulando y no todos sus dueños están en condiciones de pagarse otro coche así como así, de modo que una moratoria de ese tipo sería considerada una medida social, muy popular, sobre todo entre quienes dependen del coche para desplazarse y no tienen posibles para reemplazarlo. Vale, no estoy en ninguno de los dos casos en este momento, pero me pregunto si la prohibición de esos coches es una decisión tan ecológica como se nos quiere hacer creer.
Tengo para mí que ni mucho menos. Los coches que se prohíban en Bruselas no van a desaparecer por arte de birlibirloque, sino que van a seguir circulando en otros sitios, mientras que muchos de sus propietarios se van a ver obligados a hacerse con vehículos que sí que cumplen la normativa, pero que habrán de ser fabricados y, por tanto, van a contaminar por este mero hecho. Los únicos realmente beneficiados por estas decisiones no son los ciudadanos, ni menos aún el planeta, sino los fabricantes de coches, que van a tener más clientes y más ventas ¡Que no hayan sido ellos quienes estén detrás de estos tejemanejes!
Entretanto, me toca deshojar la margarita. El coche, cariñosamente conocido como "topomóvil" o "кротомобиль", por su color característico, se usa de uvas a peras, pero uno le coge cariño a estas cosas y no es cosa de desprenderse de algo que funciona perfectamente, así que tiene todos los números para pasar a prestar servicio a su dueño en España, en algún lugar, que ojalá exista, en donde los ecolotalibanes no se hayan salido con la suya y que quizá esté en la Valencia profunda, quien sabe. La duda es cuándo marchar del país, porque en verano es quizá muy pronto, no se sabe cómo va a reaccionar el todavía no existente nuevo gobierno y, si me espero mucho al año nuevo, quizá entonces, como tantas otras veces, se haga tarde.
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