domingo, 19 de mayo de 2024

Impuestos

En ocasiones, los españoles, todos, pero sobre todo los que votan a partidos de derecha, se quejan de lo altos que son los impuestos en España ¿Lo son? Supongo que todo es relativo. Los impuestos indirectos están bastante armonizados en toda Europa, así que el tipo del impuesto indirecto por excelencia, el IVA, no tiene mucho margen de maniobra: el tipo general anda por el 20% en casi todos los países que lo aplican, que son todos los de la Unión Europea, quieran que no. En España, y también en Bélgica, el tipo general es exactamente el mismo, el 21%.

¿Y los impuestos directos? Ahí la cosa cambia. Por mucho que en España las quejas sean enormes y el gobierno, a base de no retocar las tablas para compensar la inflación, haya puesto la soga al cuello a no poca gente, Bélgica gana de calle. A partir de algo más de cuarenta mil euros de ingresos, que no es una cantidad tan exorbitante, el tipo impositivo es un respetable 50%.

Para guiris, existía un régimen especial desde 1983... hasta hace un par de meses. Los extranjeros contratados fuera de Bélgica para trabajar aquí tenía(mos) un régimen especial. A partir de ahora, sólo se aplicará a los que ganen más de setenta y cinco mil euros brutos, que yo no sé cómo lo veis, pero me parece que lo de la progresividad impositiva como que no lo han terminado de entender. El régimen anterior permitía unas reducciones de la base y de la cuota que se han terminado de golpe. El año pasado, había más de veinticinco mil guiris residentes en Bélgica que tenían derecho al régimen especial. Este año, ya será mucho si la quinta parte sigue beneficiándose del mismo, con el añadido de que, encima, son los que ganan más (bueno, y los investigadores científicos, vale).

Ser residente fiscal en Bélgica puede ser peliagudo, especialmente si tienes rentas en otros lugares. Con la nueva norma, un guiri que gane menos de esos setenta y cinco mil euros pasa a ser residente fiscal belga... y tiene que tributar por lo que gane en cualquier lugar del mundo. Puede ser aún más complicado, porque hasta ahora esas personas (vamos a suponer que yo no estoy entre ellas) eran residentes fiscales en otro país, donde estaban, supongo, tributando; no está claro que, de la noche a la mañana, esos países se conformen así como así con perder un contribuyente, así que los líos pueden ser importantes.

Que sí, que yo también comprendo que Bélgica es un país complicado y que las miriadas de funcionarios que entran en las diversas administraciones que lo forman no se pagan solos, pero también podían hacer algo por simplificarlo y abaratarlo. Vamos, digo yo, y no sólo yo.

El caso es que las empresas belgas que contrataban con cierta facilidad personal extranjero, se supone que altamente cualificado, lo van a tener un poco más complicado con la nueva fiscalidad, a no ser que su personal sea tan altamente cualificado que les aflojen al año más de setenta y cinco mil euros brutos, vamos, algo más de seis mil euros al mes, cosa que, vosotros no sé, pero yo no los gano todos los fines de semana. Con el antiguo régimen, la diferencia entre esos seis mil brutos y el neto era bastante razonable; con el nuevo régimen, los sustos en las nóminas en los primeros meses pueden ser de aúpa.

No quiero parecer eurófobo ni xenófobo, pero hay una clase de personal que se libra del nuevo régimen igual que se libraba del antiguo, que es el personal de las embajadas y organizaciones internacionales, que en Bélgica abunda lo suyo y cuyos componentes se consideran residentes fiscales en el país donde residían antes de llegar aquí, además de que su retribución, en bastantes casos y en todo o en parte, puede estar exenta de los voraces impuestos belgas y quedar sujeta a figuras tributarias cuyo objetivo, evidentemente, no es exprimir la gallina de los huevos de oro.

En resumen, que, como es bien sabido, hay dos cosas inevitables: la muerte y los impuestos. En Bélgica las dos cosas, con la normativa de eutanasia a voluntad y el estrangulamiento de la población a base de tributos, son especialmente ciertas.

Luego se preguntan por qué los belgas se van a vivir a España tras su jubilación...

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