sábado, 13 de enero de 2024

Dinastías de políticos

Una de las cosas que me llama la atención de la clase política (sí, habrá que llamarla clase) en Bélgica (y no sólo, pero aquí está muy claro) es la existencia de dinastías de políticos. En el Antiguo Régimen, según la versión distorsionada del mismo que nos venden, los hijos seguían casi necesariamente la profesión del padre, y las hijas seguían, también, los pasos de las madres, generalmente cuidando de la casa, en el caso de las clases más bajas, o casándose con alguien de su nivel en el de las más altas. Si había más hijos que profesiones, siempre quedaba la iglesia o la milicia para labrarse un futuro. Con la extinción de los gremios, la Revolución liberal y todos esos "logros" de la modernidad, se consiguió, según parece, que las clases sociales se hicieran permeables y que el ascensor social funcionara a las mil maravillas.

Eso es muy discutible, pero bueno, no seré yo quien lo niegue, porque, si seguimos la misma lógica del Antiguo Régimen, yo debía estar cultivando naranjos y sembrando arrozales, como hizo mi padre y todos mis antepasados de que se tiene memoria, en lugar de estar sentado en una oficina resolviendo expedientes en Bruselas, a mil quinientos kilómetros de esos naranjales y arrozales. Como ha sido una elección mía, supongo que he salido ganando. A veces no estoy muy seguro de haber elegido bien, la verdad.

Charles Michel, en cambio, ese presidente del Consejo que es uno de esos pocos políticos belgas conocidos en España, desmiente por completo lo anterior. Su padre, Louis Michel, ya había ocupado cargos muy parecidos al suyo. Bueno, es que los dos son parecidos hasta físicamente, y así se ve en la foto que acompaña esta entrada. Charles Michel, probablemente masón como su padre y como buena parte de los miembros del Movimiento Reformador, ese partido que algún periodista español, seguramente no muy informado, describe como "de derechas", ya había mamado política desde la cuna, así que hizo carrera con velocidad, pasando por concejal de Namur, ministro, presidente del Gobierno belga y presidente del Consejo Europeo, que ya es una carrera impresionante. Su última movida ha consistido en anunciar que se va a presentar a las elecciones europeas, uno entiende que como cabeza de lista en Bélgica, sección Valonia, del Movimiento Reformador, lo cual lleva consigo con casi total seguridad que a partir de junio será eurodiputado y, por consiguiente, deberá abandonar la presidencia del Consejo Europeo. Digo yo que él cree que sale ganando con la jugada o que se huele que los liberales van a salir trasquilados de las elecciones europeas y que eso no le va a favorecer para mantener su puesto.

Porque sí, para los periodistas españoles poco informados, el Movimiento Reformador no es el equivalente belga (es decir, valón) del PP, sino más bien de Ciudadanos. Y es verdad que pintan tiempos difíciles para esta familia política en las próximas elecciones europeas, sin ir más lejos para los actualmente siete europarlamentarios de Ciudadanos, que en su día fueron un relativo fracaso y que, si se consiguieran, no ya mantener, sino dejar en uno sólo, ya sería un éxito considerable para ese partido, y seguro que sus líderes lo considerarían así. Y, como los chicos de Macron, que es el líder europeo de esos liberales, no están tampoco muy boyantes, supongo que Michel sospecha que sus posibilidades de repetir como presidente del Consejo no son demasiado altas, con lo que toma las de Villadiego, entiendo que con esperanza de medrar por otros caminos. Y de asegurarse un jugoso sueldo público, porque los Michel, obviamente, no viven del aire.

Sí, porque hay más Michel que longanizas en Bélgica. Hay un tercero en la foto, que atiende por Mathieu Michel, es hijo de Louis (el de la izquierda) y hermano de Charles (el del centro), y que desde hace unos años es secretario de Estado encargado de la agenda digital (y dos o tres cosas más) en el gobierno De Croo (cuyo padre, por cierto, también fue ministro). Cuando lo nombraron, llevaba cinco años sin publicar nada en redes sociales, pero supongo que eso es lo de menos para alguien encargado de la agenda digital. Parece que es más importante tener el apellido correcto y, en este caso concreto, pertenecer a una familia razonablemente alopécica.

Vamos, que el secretario de Estado en cuestión es hermano de un antiguo primer ministro, hijo de otro, y está en un gobierno, el padre de cuyo jefe también había sido ministro. Estamos en el siglo XXI con sus mandangas de igualdad, democracia y tralarí tralará, no nos creamos que esto es la Edad Media y el feudalismo en pleno auge, pero se ve que hay cosas que no cambian en absoluto y el que se sube al machito no sólo no se baja, sino que hace lo que sea menester por que sus descendientes sigan en él, supongo que retorciendo los sistemas de designación de los partidos políticos belgas.

A todo esto, nos hemos estado ocupando en esta entrada del partido liberal masoncillo, al que habrá que llamar de derechas siquiera sea por comparación con los demás ¿No hay otra cosa de derechas de verdad, en Bélgica?

Pues es difícil de decir, pero, como es difícil, y hoy se hace tarde, tocará dilucidar la cuestión en una próxima entrada.

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