domingo, 13 de marzo de 2022

Una pausa para el refugio

Una relativa pausa es lo que ha estado pasando estos días, al parecer, en el territorio bélico, quizá porque el 7 y el 8 de marzo han sido festivos. Entretanto, la ola de refugiados ya ha superado Polonia y Moldavia y ya ha llegado a otros países europeos, entre ellos a Bélgica. Los municipios, al menos los de Bruselas, han comenzado a publicar en sus páginas los puntos de recogida de donaciones en especie, las cuentas de abono de las donaciones en dinero y, finalmente, los formularios para que quienes se presten a acoger refugiados en su domicilio levanten la mano y digan que ahí están.

El formulario que mi municipio a puesto a disposición de los que habitamos en este municipio es bastante sencillo y no es que dé lugar a comunicar muchos detalles. Obviamente, exige que el candidato deje en el mismo sus datos de contacto y su dirección, o el lugar donde ofrezca alojamiento, si no es su propio domicilio. Luego pide, y éste es el único momento en el que se puede uno expresar un poco más libremente, una descripción del lugar que el candidato a alojar refugiados pretende poner a disposición de los mismos. Para concretar un poco las cosas y no liarla más de lo necesario, el candidato puede acotar un poco los refugiados que pretende acoger: pueden decidir que sólo acoge a mujeres, que sólo acoge a familias, que sólo acoge a adultos y que sólo acoge a no fumadores.

Me da a mí la impresión de que al menos una de las posibilidades de acotación tiene un tufillo sexista que no veas, pero vale, yo diría que el que ha escrito el formulario piensa que la mayoría de quienes vayan a ofrecerse van a ser mujeres y, habrá que decir que con buen juicio, considera que bien podría ser que no estén muy a gusto en la presencia de hombres en su casa. Se supone que los hombres en edad militar, considerando como tal la comprendida entre 18 y 60 años, no se han refugiado, sino que están en Ucrania dando trabajo al ejército invasor, así que lógicamente la mayoría de los refugiados deberían ser mujeres y niños, porque no sé si hay muchos ancianos capaces de soportar el traqueteo de emigrar de sopetón a saber dónde. El caso es que, si hay hombres entre los refugiados, no estoy yo muy seguro de que vayan a lograr plaza en viviendas particulares, sino más bien en los centros destinados a albergarlos, y las primeras noticias tienden a confirmarlo. Después de las inundaciones del verano pasado, no falta experiencia de alojar a personas que se han quedado sin hogar. Algo bueno tenían que tener.

Los belgas suelen responder bien a las solicitudes de cooperación de este tipo. Ya sucedió en el pasado, cuando sucedió algo parecido en Siria. No sé muy bien cómo reaccionarán a esta nueva prueba, porque el número de refugiados es desusadamente alto, mientras que Bélgica no deja de ser un país pequeñito, pero al menos parece que están repartidos más o menos por todos los países europeos.

Ya veremos, pero lo veremos más adelante, porque ahora se hace tarde.

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