miércoles, 28 de abril de 2021

¿Algo más que llevar a España?

Bueno, finalmente habrá que referirse al asunto más peliagudo de todos. Hasta ahora, hemos tratando el asunto de qué llevar a un extranjero que ha vivido en Bélgica, pero con integración en el ambiente bastante limitada; de qué llevar a alguien que no es belga, pero tiene curiosidad, y finalmente vamos a ir al colmo de los colmos: vamos a examinar qué llevar a un belga que vive en España, en este caso en la millor terreta del món. Es más, se trata de un belga (una belga, para ser exactos) que lleva sin pasar por Bélgica un porrón de meses, porque ya sabemos que la Comunidad Valenciana lleva confinada ya ni recuerdo cuánto tiempo, aunque yo me las haya ingeniado para pasar los controles con todo tipo de argucias.

En este caso, decidí preguntar a sus allegados directos: ¿qué es lo que echa de menos de Bélgica una belga? Me refiero a algo imposible de encontrar en Valencia: cerveza y chocolate no me sirven, porque hay forma de encontrarlos por allí, además de sucedáneos locales muy dignos (bueno, lo de que la cerveza valenciana sea digna, la verdad, es muy discutible). Y las patatas fritas tampoco se pueden transportar, además de que no es imposible hacerlas uno mismo. Y los mejillones, tristemente para los belgas, nadie puede negar que los del Mar del Norte son tan insípidos que hay que aderezarlos con todo tipo de salsas para que tengan algo de gracia, mientras que los del Mediterráneo son bastante mejores, sin darnos tanto pisto. Entonces, ¿qué llevo?

Pues resulta que lo que echa de menos una belga en Valencia es "cassonade de candi", y sirope de candi, para hacer crepes dulces. Y tan dulces. Ese producto es para golosos de marca mayor, y mira que los valencianos somos golosos a más no poder. Pues los belgas nos ganan por goleada.

Claro, como sus allegados ya habían prevenido a la belga, cuando llegué a Valencia y le hice entrega del material, ya venía prevenida y no fue una sorpresa; de ahí que se me ocurriera complementar la cosa con algo que no esperara, que se pudiera transportar sin grandes pegas y que fuera, también, terriblemente típico de Bélgica, porque no sólo de pan vive el hombre, sino también de palabra. Y mucho más cuando en la misma casa, además de la belga en cuestión, viven tres niños pequeños con poco contacto con su lengua materna (el contacto con la lengua paterna lo tienen garantizado).

Sí, señor: tebeos ¿Hay algo más típicamente belga que los tebeos? Ni por casualidad. Obviamente, había que escoger tebeos adecuados para la lectura de una familia decente, nada de mangas hipersexuados. En general, los tebeos belgas cumplen con estos requisitos, al menos los que he leído, pero nunca se sabe.

En una próxima entrada ya describiré cómo elegí tebeos belgas. Ahora se me hace tarde, que tengo cita para que me vacunen contra el COVID-19. Al final, por hache o por be, nunca hay forma de terminar las entradas a gusto...

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