miércoles, 21 de septiembre de 2016

Programa, programa, programa

En los casi dos meses, o sin el casi, que tengo la bitácora abandonada, he tenido más trabajo que el constructor de la muralla china, me he dejado las pestañas redactando todo tipo de escritos y, aunque de vez en cuando miraba la pantalla principal de la bitácora con nostalgia de cuando tenía ganas de cuidarla y de ir añadiendo entradas al nutrido número de las ya existentes, lo cierto es que no encontraba el momento de escribir algo con un mínimo de sentido y que, si lo hago ahora, es porque estoy tirado en la sala de espera de la estación principal de Luxemburgo, y mi tren no sale hasta dentro de un buen rato, porque el horario ha cambiado, y el que yo pensaba que me debía dejar en Bruselas resulta que no va más allá de Arlón, que me pilla lejos y donde, hoy por hoy, no se me ha perdido nada.

Pero, a fuerza de echarle horas y paciencia, el pico de trabajo que he padecido durante el verano, es decir, entre el 21 de junio y hoy mismo, se ha aplanado lo suficiente como para que ahora no tenga más que leer un par de docenas de informes, cosa que he decidido por unanimidad dejar para mañana. Y me he puesto a escribir en castellano, después de mucho tiempo de no redactar sino en francés e inglés, y coyunturalmente en alemán y en ruso.

Y es lástima que no lo haya podido hacer antes. Para empezar, porque en la última entrada el comentarista Beloemigrant ha dejado unos comentarios que, entretanto, están repletos de telarañas por lo desatendidos. No tengo por costumbre dejar los comentarios sin respuesta, y si lo he hecho esta vez es porque éstos merecen una atención que yo no he podido hasta ahora dedicar más que al trabajo que me permite pagar los garbanzos, así que voy a afrontarlos a la que tenga un buen rato. Este será el trabajo número uno, prometido.

Uno de los motivos por los que he guardado silencio durante tantas semanas tiene mucho que ver con una decisión que tomé cuando aún no sabía lo que me iba a caer encima durante el verano. Pensando, muy al contrario, que durante el verano la carga laboral tiende a reducirse, me apunté a un curso intensivo de neerlandés pagado por mi empleador, que es una organización lo suficientemente grande como para destinar una parte de su presupuesto a que sus esbirros se integren en el país aprendiendo la lengua local. Ha sido toda una experiencia, y de ella deberían salir un par de entradas por lo menos, pero eso será después de que haya respondido los comentarios a los que aludía antes. Lo primero es lo primero.

Bruselas es una ciudad calmada y tirando a muermo, según la fama que arrastra, y no digamos en una zona rabiosamente residencial como es la mía. Pero los belgas, o los bruselenses por lo menos, tienen características muy curiosas a los ojos de un español, y una de ellas es su afición por los trastos y las antiguallas. Ya hace tiempo que tengo entre ceja y ceja escribir sobre las 'brocantes', rastros y mercadillos en general, pero, hasta ahora, no se había dado la ocasión. Lo dejo para después de contar mis cuitas con el neerlandés, pero no para más tarde o, por lo menos, ése es el plan.

Esta bitácora cumplió diez años allá por mayo, tiempo en el cual los tiernos infantes que componían entonces la familia han tenido tiempo de convertirse en unos adolescentes con todas las de la ley. No es de recibo preguntarse si eso es bueno o malo, porque sencillamente es inevitable, pero trae aparejadas cosas como querer salir por ahí, enfrentarse a la autoridad (sobre todo a la paterna) y, también, querer tener siempre la razón en todo. Hace tiempo que no escribo sobre Abi, Ro y Ame (en realidad, hace tiempo que no escribo sobre nada en absoluto), pero ha llegado el momento de romper esa tendencia, sobre todo porque, a poco que me descuide, la mayor se me va a la universidad, y con ello de casa. Eso también dará lugar a alguna entrada, claro; de momento, baste con decir que todo indica a que se va a estudiar a Madrid, con algo de disgusto por su parte, porque, según ella, Madrid es una ciudad muy aburrida donde no hay nada que hacer.

Angelito...

1 comentario:

  1. Bienvenido de nuevo, Alfor :)
    Es una alegría leerle de nuevo. Yo ya me estaba preocupando por su salud...
    Por cierto, que estuve ayer en su ciudad echando un rato con un amigo.

    Un saludo desde Alemania,

    Beloemigrant

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