viernes, 17 de julio de 2015

Notarios. La compra.

Pasados cuatro meses desde la firma del acuerdo, las partes vuelven a reunirse ¿Que por qué hacen falta cuatro meses? Porque esto es Bélgica, y las cosas van a paso de tortuga. Cuando la Wehrmacht invadió Bélgica en 1940, por poco los tanques no adelantan sin querer a las tropas belgas que se retiraban.

La verdad es que, por nosotros, en un mes estábamos listos, pero el resto de las partes intervinientes eran belgas. Uno pensaría que al vendedor, cerrado el acuerdo, le interesaría tener cuanto antes unos cuantos cientos de miles de euros en su cuenta dando intereses, pero parece que no. Con tal de poder ir a su ritmo, lo que sea.

Sea como fuere, a los cuatro meses, los compradores entramos en la notaría, donde ya estaban los vendedores. Luego llegó nuestro notario, un señor muy simpático (los belgas suelen ser simpáticos, aunque hay quien diga que los flamencos son lo peor), que no paraba de hacer chistecitos. Yo los pillaba a duras penas, y no sé si todos, pero Alfina tiene que mejorar algo su oído de entender francés, y se las veía y deseaba para seguir el hilo.

Luego llegó el notario de los vendedores, y ya se pusieron a hablar los dos notarios, que sí entendían los chistecitos, y a ellos se les unió el vendedor, que era arquitecto y, como profesional liberal, tenía sus cositas en común. Total, que aquello se convirtió en una sucesión de agudezas, chistecillos y sobreentendidos realmente complicadilla para un guiri, y no digamos si el guiri se estaba dejando la totalidad de sus ahorros en la operación y tenía, por tanto, menos motivos para reírse.

Básicamente, sin embargo, se hace lo mismo que en España: leer la escritura, con la salvedad de que las escrituras en Bélgica son kilométricas y hacen referencia a reglamentos oscuros, que ni un ingeniero los entendería. Además, se transmiten las llaves, cosa sencilla, y los formularios de transferencia de los contadores de la luz, gas y agua, así como un archivo con la descripción de las obras realizadas en la casa... que incluía un informe negativo de la última revisión eléctrica, y una obligación de reparar la instalación. Hombre, ya sabíamos que íbamos a hacer reforma, pero no hubiera estado mal saber antes de llegar al notario lo del informe negativo de la revisión eléctrica. Antes de discutir el precio, por ejemplo.

Con la cabeza de los compradores como un bombo, y después de firmar y rubricar pliegos sin cuento, nos dimos la mano todos los comparecientes, nuestro notario dijo que el dinero estaba en su cuenta, y que se lo transferiría a la de los compradores inmediatamente, y a nosotros nos dijo que nos enviaría la liquidación a casa, con la escritura definitiva, en un par de meses más. Los vendedores, muy ufanos, se nos ofrecieron mucho, en caso de algún problema, y ya nos despedimos.

Dueños ya de un inmueble que nos vimos, decidimos, obviamente, ir a visitarlo, que para eso teníamos las llaves.

Abrimos el buzón, lleno de la publicidad que nadie había retirado en las últimas semanas; abrimos la puerta, vimos nuevamente la casa, ya no como visitantes, sino como propietarios, e intentamos abrir la puerta del garaje.

- ¿Dónde está la llave del garaje?

- No sé. Aquí sólo están la de la puerta y la del buzón.

- Qué raro. Igual se la han dejado en la cocina, o la han puesto colgada de algún sitio.

Una somera búsqueda nos confirmó en el hecho de que allí no había más llaves. Sin embargo, la puerta del garaje tenía una cerradura.

- Bah, se les habrá olvidado pasárnosla. Luego llamaremos a la dueña.

Paseamos por la casa a nuestras anchas, pensando qué hacer y qué tabiques tirar, y ya nos volvimos a nuestra vivienda provisional. Obviamente, llamé a la dueña,... bueno, a la ex-dueña.

- Holaaaa... - son muy melosos cuando quieren.

- Sí, verá, es que hemos intentado abrir la puerta del garaje, pero resulta que no he sabido cómo hacerlo ¿Quizá se les ha olvidado pasarnos la llave?

- Ya. Es que no hay llave.

- ¿No hay llave?

- No. Hay una cerradura, pero no hay llave. Se abre por dentro, entrando por detrás y levantando el pestillo.

- Ah. Ya.

- Buen fin de semana. Y, ya sabe, si tiene alguna pregunta...

- Estoo... igualmente.

Uno pensaba que un arquitecto tendría la casa en regla e impecable, pero parece que hay arquitectos y arquitectos. Y a nosotros nos ha tocado el tipo de arquitecto que no se molesta en arreglar la instalación eléctrica y que pierde las llaves de sus cerraduras.

Y eso no es todo. Pero, claro, entonces aún no lo sabíamos. Nos enteraríamos cuando diéramos el siguiente paso en nuestra integración en el barrio: presentarnos a los vecinos.

Eso sí, será en otro momento, que ahora se hace tarde.

2 comentarios:

  1. No tarde mucho que nos tiene en ascuas!!

    En fin, lo que nos da lastimica es el veranillo de reformas que les espera.

    Aunque bien mirado, lastimica nos da eh, pero y la de post que le van a salir con la contratación de los pepe goteras belgas, los permisos que tendrá que pedir a las autoridades competentes...

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  2. Babunita, hago lo que puedo, de verdad. Que a mí me gusta escribir, pero me pagan para que escriba otras cosas (y en otras lenguas), y asi no puede ser.

    En todo caso, sobre lo del verano de reformas, no hace falta tener tanta lástima, porque, lo primero, suponer que haya verano en Bruselas es mucho suponer (estoy durmiendo con una manta y tengo frío... ni en Moscú), y luego, los belgas reforman cuando les parece bien a ellos, no al dueño, ni al encargado, ni a otra gente sin autoridad. Pero a eso ya lo iremos viendo, a este paso, en otoño, con muuucho retraso.

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