- Mamá - decía Abi por teléfono a su madre -, ya tengo quince años. Soy mayor. Quiero que me compréis zapatos de tacón.
- ...
-¿Que qué dice papá? Espera que baje del tobogán y le paso el teléfono.
- ...
- ¡Mamá! ¿De qué te ríes?
Es mayor. Ya.
Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
jueves, 28 de agosto de 2014
viernes, 22 de agosto de 2014
Temperamento de vacaciones
El período de tranquilidad de la primera quincena de agosto ha tocado a su fin. Muchos entrenes, un par de viajecitos a ciudades cercanas, temperaturas en descenso, lluvias... los habitantes de Europa Central no notamos en demasía que haya llegado el verano. O bien es que no se ha quedado mucho tiempo. Jubilosos, nos quitamos casi toda la ropa, alegres de que en estas semanas de actividad reducida la etiqueta en el trabajo sea mucho menos estricta y podamos dejar los trajes en el perchero. Al poco tiempo, el júbilo fue decayendo, mientras uno recuperaba por las noches esa mantita que se había quitado poco menos de una semana antes, y por las mañanas veía unos nubarrones que no presagiaban nada bueno. O, al menos, nada seco.
Por fin, ha llegado el día de las vacaciones. Ya era hora. Del curro me voy directo al aeropuerto, sin pasar por casa ni cambiarme de ropa. Autobús, aeropuerto, avión, aeropuerto, metro, hasta que emerjo al exterior en Madrid, con sus treinta y pico grados, y yo con un jersey de cuello alto, que hasta entonces, con el aire acondicionado en todos los sitios, no me había molestado lo más mínimo.
Una niñita que va con su madre me mira asombrada, tira de la manga de su madre, y me señala ostensiblemente con el dedo. La madre se agacha y escucha lo que le dice la niña, que no deja de mirarme; luego le dice algo en voz baja. La niña se calla, pero sigue mirándome sin parar, hasta que nuestros caminos se desvían. Sólo entonces, entre jadeos, me quito el jersey y lo guardo en la mochila hasta fin de mes.
Creo que he hecho una buena obra. A partir de ahora, cuando la mamá de la niña entienda que hace frío y que su hija se tiene que poner un jersey, siempre podrá referirse a mí: "Ponte el jersey, hija. Acuérdate de aquel señor que viste a la salida del metro, lo bien abrigado que iba en verano."
Por fin, ha llegado el día de las vacaciones. Ya era hora. Del curro me voy directo al aeropuerto, sin pasar por casa ni cambiarme de ropa. Autobús, aeropuerto, avión, aeropuerto, metro, hasta que emerjo al exterior en Madrid, con sus treinta y pico grados, y yo con un jersey de cuello alto, que hasta entonces, con el aire acondicionado en todos los sitios, no me había molestado lo más mínimo.
Una niñita que va con su madre me mira asombrada, tira de la manga de su madre, y me señala ostensiblemente con el dedo. La madre se agacha y escucha lo que le dice la niña, que no deja de mirarme; luego le dice algo en voz baja. La niña se calla, pero sigue mirándome sin parar, hasta que nuestros caminos se desvían. Sólo entonces, entre jadeos, me quito el jersey y lo guardo en la mochila hasta fin de mes.
Creo que he hecho una buena obra. A partir de ahora, cuando la mamá de la niña entienda que hace frío y que su hija se tiene que poner un jersey, siempre podrá referirse a mí: "Ponte el jersey, hija. Acuérdate de aquel señor que viste a la salida del metro, lo bien abrigado que iba en verano."
martes, 19 de agosto de 2014
Pasteándose por Bruselas
No hay nada tan tranquilizador como pasarse la primera quincena de agosto en Bruselas. En el trabajo no queda casi nadie, porque todo el que puede ha tomado las de Villadiego; es más, en tu casa sólo quedas tú, porque tu familia era de los que podía, y también ha tomado las de Villadiego y te ha dejado con toda la casa para ti. Pero es que hay más: tus vecinos también se han ido, los colegios están cerrados a cal y canto, no hay autobuses escolares, casi todos los restaurantes están de vacaciones y la ciudad entera diríase que está en punto muerto.
En el trabajo, por fin puedes ponerte al día y sacar todo el trabajo pendiente (bueno, casi todo), e incluso salir a tu hora sin el menor remordimiento, también porque no te mira nadie cuando sales: no hay prácticamente nadie.
Como sales a tu hora, llegas a casa, donde ya digo que no hay nadie, más pronto que de costumbre. Otros años me había quedado alguna asignatura para septiembre de esa carrera que voy estudiando a trancas y barrancas, pero este año ni eso: lo aprobé todo en junio. Por mucho que haya que hacer por casa (siempre lo hay), sigue quedando tiempo, por lo que ha llegado el momento de hacer una cosa que estaba ahí, rondando: ponerse a correr un poquito más en serio. Durante el último año, me he estado pasteando bastante, saliendo dos días a la semana a rodar, y alguno de vez en cuando a hacer series, y eso que vivo al lado de un pedazo de bosque que da mucho de sí, pero, cuando no hay tiempo, no hay tiempo.
Ahora lo hay, ya lo creo que lo hay, así que vamos a ver cómo son las carreras 'populares' por aquí, después de haber visto en su día cómo eran en Moscú. Hay una en Bruselas en 5 de octubre, así que da tiempo de prepararla de forma bastante decente. Ya estuve a punto de correr los 20 kilómetros, pero vi que había más de cuarenta mil inscritos y decidí que ése no era mi rollo; en lugar de apelotonarme en las calles de Bruselas, total para pagar un pastón (correr aquí es realmente caro) por correr veinte kilómetros, decidí salir a trotar tranquilamente por el bosque. La carrera pasaba por el bosque, y efectivamente: me los crucé en su kilómetro siete, y realmente iban todos pegaditos. Yo no sé siquiera si corría el aire por entre ellos.
La del 5 de octubre espero que no sea tan 'popular'. Creo que se esperan unos doce mil participantes, que sigue siendo una barbaridad, pero al menos no son cuarenta mil.
Entretanto, ya llevo un par de semanas de preparación, y no me acordaba de lo cansado que era esto. Menos mal que estoy durmiendo mejor que nunca. Y lo voy a dejar aquí, porque no es que se haga tarde, es que no puedo ni con los párpados.
En el trabajo, por fin puedes ponerte al día y sacar todo el trabajo pendiente (bueno, casi todo), e incluso salir a tu hora sin el menor remordimiento, también porque no te mira nadie cuando sales: no hay prácticamente nadie.
Como sales a tu hora, llegas a casa, donde ya digo que no hay nadie, más pronto que de costumbre. Otros años me había quedado alguna asignatura para septiembre de esa carrera que voy estudiando a trancas y barrancas, pero este año ni eso: lo aprobé todo en junio. Por mucho que haya que hacer por casa (siempre lo hay), sigue quedando tiempo, por lo que ha llegado el momento de hacer una cosa que estaba ahí, rondando: ponerse a correr un poquito más en serio. Durante el último año, me he estado pasteando bastante, saliendo dos días a la semana a rodar, y alguno de vez en cuando a hacer series, y eso que vivo al lado de un pedazo de bosque que da mucho de sí, pero, cuando no hay tiempo, no hay tiempo.
Ahora lo hay, ya lo creo que lo hay, así que vamos a ver cómo son las carreras 'populares' por aquí, después de haber visto en su día cómo eran en Moscú. Hay una en Bruselas en 5 de octubre, así que da tiempo de prepararla de forma bastante decente. Ya estuve a punto de correr los 20 kilómetros, pero vi que había más de cuarenta mil inscritos y decidí que ése no era mi rollo; en lugar de apelotonarme en las calles de Bruselas, total para pagar un pastón (correr aquí es realmente caro) por correr veinte kilómetros, decidí salir a trotar tranquilamente por el bosque. La carrera pasaba por el bosque, y efectivamente: me los crucé en su kilómetro siete, y realmente iban todos pegaditos. Yo no sé siquiera si corría el aire por entre ellos.
La del 5 de octubre espero que no sea tan 'popular'. Creo que se esperan unos doce mil participantes, que sigue siendo una barbaridad, pero al menos no son cuarenta mil.
Entretanto, ya llevo un par de semanas de preparación, y no me acordaba de lo cansado que era esto. Menos mal que estoy durmiendo mejor que nunca. Y lo voy a dejar aquí, porque no es que se haga tarde, es que no puedo ni con los párpados.
viernes, 15 de agosto de 2014
Profesiones liberales
La presencia entre nosotros, en Europa Occidental, de conciudadanos de otros continentes tiene la virtud de ampliar nuestros horizontes culturales y de ponernos en contacto con menesteres y oficios que eran poco conocidos entre nosotros. Entre las profesiones que destacan últimamente en Bruselas tenemos la de comerciante de productos halal, que además se anuncia en castellano, no entiendo muy bien por qué y, por lo que nos ocupa hoy, la profesión de la imagen que ilustra esta entrada, y que procede de una hoja que apareció hace unos días en mi buzón. Se trata de los haidara, que yo pensaba al principio que era el apellido del señor que ofrecía sus servicios, pero se ve que no. Al parecer, los haidara son una especie de hechiceros africanos que saben de todo, como los tertulianos, y alguno ha venido a caer por aquí y, claro, ¿por qué no va a poder ejercer su oficio aquí, aunque esté lejos de la sabana? Pero veamos el texto de su anuncio:
Profesor haidara, vidente medium serio y eficaz, especialista en recuperaciones inmediatas y definitivas del ser amado, amor, conflicto familiar o conyugal, reconciliación, matrimonio, impotencia sexual, problemas con la justicia, protección contra los enemigos y los peligros, alcoholismo, desbloqueo personal y profesional, atracción de clientela para todos los comercios, fortuna, enfermedades. TRABAJO 100% GARANTIZADO, SERIO, resultados en siete días, posibilidad de desplazamiento. TEL 0474 40 98 16.
Y se llama 'especialista', el tío. Como sea multifacético, te arregla el grifo y te pinta la casa.
martes, 12 de agosto de 2014
Lo esencial
Cuando uno hojea el periódico de Luxemburgo, "L'essentiel", ya se da cuenta de que tiene dificultades. Como todo periódico local que se precie, tiene que poner alguna noticia de Luxemburgo en primera página. El 30 de julio, que es el día en que leí el diario en papel, la noticia del día era que el 60% de los candidatos había suspendido las oposiciones a maestro de escuela. Eso en letras enormes, en la cabecera; en letras más pequeñas, había una noticia secundaria, ésta de la sección de internacional: "Gaza se ve sometida a un diluvio de fuego", claramente menos importante para el periódico. En las páginas locales, aparte del notición de portada, una noticia destacada era que un camión se había averiado en la autopista y había provocado un atasco. Y luego otras noticias que se notaba a la legua que tenían en conserva para poner los días que realmente no hubiera nada, como que "el Estado financia los partidos políticos según su peso", cosa que es cierta todos los días, no sólo el 30 de julio, y que el avión sigue siendo el medio de transporte más seguro. Esta última noticia, después de leída, me deja un tufillo como que Luxair, la compañía de bandera del Gran Ducado, tenía algo que ver con su publicación, a juzgar por las menciones que se repiten.
Hoy día todo el mundo tiene su edición digital. De hecho, lo que no tiene todo el mundo es una edición en papel, pero ésa es otra guerra. En el caso de "L'essentiel", la edición digital es bastante parecida a la de la mayoría de los otros medios. La edición de hoy, 12 de agosto, ya muestra los problemas que tienen sus redactores para encontrar algo noticiable en Luxemburgo, supongo que no sólo en agosto. En cabecera, sale un robo de un coche. Parece que ayer por la mañana había habido otro. Aparte de eso, han conseguido encontrar un caso de meningitis, que inmediatamente ha pasado a la primera página. Eso está muy bien, porque pueden hacer seguimiento de la enfermedad y, cuando el paciente se cure (vaya, no contemplamos otra posibilidad), ya tienen otra noticia que subir a la portada.
Vamos, que en Luxemburgo, en verano, no pasa absolutamente nada, y me da la impresión de que, en el caso concreto de Luxemburgo, esta falta de acontecimientos (bendita falta) no se limita únicamente al verano.
Hoy día todo el mundo tiene su edición digital. De hecho, lo que no tiene todo el mundo es una edición en papel, pero ésa es otra guerra. En el caso de "L'essentiel", la edición digital es bastante parecida a la de la mayoría de los otros medios. La edición de hoy, 12 de agosto, ya muestra los problemas que tienen sus redactores para encontrar algo noticiable en Luxemburgo, supongo que no sólo en agosto. En cabecera, sale un robo de un coche. Parece que ayer por la mañana había habido otro. Aparte de eso, han conseguido encontrar un caso de meningitis, que inmediatamente ha pasado a la primera página. Eso está muy bien, porque pueden hacer seguimiento de la enfermedad y, cuando el paciente se cure (vaya, no contemplamos otra posibilidad), ya tienen otra noticia que subir a la portada.
Vamos, que en Luxemburgo, en verano, no pasa absolutamente nada, y me da la impresión de que, en el caso concreto de Luxemburgo, esta falta de acontecimientos (bendita falta) no se limita únicamente al verano.
viernes, 8 de agosto de 2014
Luxemburgo
Luxemburgo es ese país pequeñito que está encajado entre Bélgica, Alemania y Francia y en el que, según Cáritas Europa, hay algún caso de pobreza. A mí, la verdad, me cuesta creer que un país que está petado de bancos, y donde el salario mínimo son casi dos mil euros mensuales (sí, el mínimo, y lo pongo en letra para que nadie piense que me he equivocado), haya algún caso de pobreza, pero bien puede ser que haya gente en paro y que las ayudas sociales sean inferiores al salario mínimo. No conozco tanto el país como para eso, pero me consta que el paro está por el 6%, quien lo pillara, que debe ser muy poquito más que el paro friccional.
Vamos, que lo de Cáritas Europa encontrando pobres en Luxemburgo tiene muchísimo mérito. De hecho, las veces que he pasado por allí (vale, siempre he estado en Kirchberg, donde encontrar un pobre debe ser directamente imposible), lo que he visto ha sido una profusión de cochazos, proyectos inmobiliarios a precios incluso superiores a España en pleno auge de la burbuja, y restaurantes estupendos (y ni siquiera eran muy caros). No sé muy bien cómo se lo montan, pero tienen impuestos bajos, la vida no es carísima y cobran un pastón. Yo no sé por qué los independentistas catalanes quieren ser como Dinamarca o Suecia. Puestos a dividir, que se independicen por comarcas, en lugar de en bloques, y sean como Luxemburgo.
Por pura y malsana curiosidad, he entrado en la página de Cáritas Luxemburgo. Efectivamente, la mayoría de los proyectos que tienen son en el extranjero, pero, oye, alguno que otro hay también dentro del país. Parece que también hay pobres, sin techo e inmigrantes por integrar, como en todos los sitios. Supongo que serán muchos menos, pero alguno hay también.
La semana pasada, precisamente, estuve en Luxemburgo, que no encontré muy cambiado desde mi primera visita, en el lejano 1992, como estudiante de Derecho y mochilero de pro. Como entonces, siempre que te encuentras con alguien que te atiende en una estación, o un bar, o un hotel, lo más práctico es dejarse de zarandajas y hablar directamente en portugués. Los portugueses son legión aquí y, aunque hablan perfectamente francés, siempre agradecen que hagas un esfuercillo por hablar su lengua y, total, no cuesta nada.
Luxemburgo tiene fronteras porque en algún sitio hay que poner los límites, pero los controles dejaron de existir mucho antes de que Schengen (que, por cierto, está en Luxemburgo) entrara en vigor. En 1992, cuando los españoles aún necesitábamos visados para estancias de más de tres meses en la Comunidad Europea y todavía había controles en las fronteras, en Luxemburgo la frontera estaba marcada por un cartel de bienvenida y una señal de limitación de velocidad a 60 kilómetros por hora. Hoy, naturalmente, ni eso, pero las cadenas de televisión que se ven son las de Francia y Alemania, sin ningún problema; los periódicos que se venden son los mismos y así, podría decirse, gorronean medios de comunicación a sus vecinos. Yo no recuerdo haber visto ninguna noticia relativa a Luxemburgo jamás en ningún periódico, salvo cuando Andy Schleck ganó el Tour de Francia, y eso porque descalificaron por comer solomillos sospechosos al que en princnipio había quedado vencedor, y, por eso, me he hecho la pregunta: ¿Es que en Luxemburgo nunca pasa nada?
Bueno, pues, ya en la estación de tren, para volver a Bruselas, me he encontrado con que en Luxemburgo hay un periódico. En el viaje de vuelta lo leí concienzudamente, pero de lo que descubrí mejor escribo en otro momento. Hoy se hace tarde.
Vamos, que lo de Cáritas Europa encontrando pobres en Luxemburgo tiene muchísimo mérito. De hecho, las veces que he pasado por allí (vale, siempre he estado en Kirchberg, donde encontrar un pobre debe ser directamente imposible), lo que he visto ha sido una profusión de cochazos, proyectos inmobiliarios a precios incluso superiores a España en pleno auge de la burbuja, y restaurantes estupendos (y ni siquiera eran muy caros). No sé muy bien cómo se lo montan, pero tienen impuestos bajos, la vida no es carísima y cobran un pastón. Yo no sé por qué los independentistas catalanes quieren ser como Dinamarca o Suecia. Puestos a dividir, que se independicen por comarcas, en lugar de en bloques, y sean como Luxemburgo.
Por pura y malsana curiosidad, he entrado en la página de Cáritas Luxemburgo. Efectivamente, la mayoría de los proyectos que tienen son en el extranjero, pero, oye, alguno que otro hay también dentro del país. Parece que también hay pobres, sin techo e inmigrantes por integrar, como en todos los sitios. Supongo que serán muchos menos, pero alguno hay también.
La semana pasada, precisamente, estuve en Luxemburgo, que no encontré muy cambiado desde mi primera visita, en el lejano 1992, como estudiante de Derecho y mochilero de pro. Como entonces, siempre que te encuentras con alguien que te atiende en una estación, o un bar, o un hotel, lo más práctico es dejarse de zarandajas y hablar directamente en portugués. Los portugueses son legión aquí y, aunque hablan perfectamente francés, siempre agradecen que hagas un esfuercillo por hablar su lengua y, total, no cuesta nada.
Luxemburgo tiene fronteras porque en algún sitio hay que poner los límites, pero los controles dejaron de existir mucho antes de que Schengen (que, por cierto, está en Luxemburgo) entrara en vigor. En 1992, cuando los españoles aún necesitábamos visados para estancias de más de tres meses en la Comunidad Europea y todavía había controles en las fronteras, en Luxemburgo la frontera estaba marcada por un cartel de bienvenida y una señal de limitación de velocidad a 60 kilómetros por hora. Hoy, naturalmente, ni eso, pero las cadenas de televisión que se ven son las de Francia y Alemania, sin ningún problema; los periódicos que se venden son los mismos y así, podría decirse, gorronean medios de comunicación a sus vecinos. Yo no recuerdo haber visto ninguna noticia relativa a Luxemburgo jamás en ningún periódico, salvo cuando Andy Schleck ganó el Tour de Francia, y eso porque descalificaron por comer solomillos sospechosos al que en princnipio había quedado vencedor, y, por eso, me he hecho la pregunta: ¿Es que en Luxemburgo nunca pasa nada?
Bueno, pues, ya en la estación de tren, para volver a Bruselas, me he encontrado con que en Luxemburgo hay un periódico. En el viaje de vuelta lo leí concienzudamente, pero de lo que descubrí mejor escribo en otro momento. Hoy se hace tarde.
miércoles, 6 de agosto de 2014
Caritas y el armario católico
El otro día cayó en mis manos un folleto de Caritas Europa, que tiene su sede en Bruselas, bien cerquita de donde, parece ser, se corta el bacalao. El folleto está formalmente muy conseguido, con muchas fotos de las acciones sociales que realizan, casos de los distintos países en que están activos, e incluso alguna sorpresa, porque a mí me ha sorprendido bastante enterarme de que hay gente que las está pasando canutas en un lugar que asociamos tan poco con la pobreza como Luxemburgo.
También he entrado en la página web de Caritas Europa, también muy conseguida, y donde hay un montón de información.
Sin embargo, hay una cosa que me ha sorprendido mucho más que saber que hay pobres en Luxemburgo. Y es que en todo el folleto, y también toda la página web, no he encontrado ninguna referencia al hecho de que Caritas es una organización católica. No se diría sino que los responsables del folleto, de la página, y de la comunicación exterior en general, han hecho todo lo que estaba en sus manos para ocultar este hecho. La palabra "católico" no aparece en todo el folleto; en la página de Internet, hay que escudriñar muchísimo para encontrar una referencia, por otra parte bastante indirecta, a la naturaleza cristiana de la organización. Parece que les dé vergüenza reconocerlo, o que se encuentran mucho más a gusto dentro del armario, como una ONG más, aunque más grande.
El asunto no es cualquier cosa. La caridad, para un cristiano, no es lo mismo que la caridad para un filántropo o para un oenegero cualquiera. Una ONG no religiosa, de las que hay a patadas, se mueve por una motivación estrictamente diferente de la que tiene, o debería tener, un cristiano.
Muchas veces me he preguntado qué mueve a los voluntarios de las ONG a prestar su tiempo y sus recursos para una causa. Así como seguramente es difícil para ellos entender qué es lo que nos mueve a los cristianos, tampoco me resulta fácil entender qué es lo que hay detrás de sus acciones. Supongo que es pura bondad, dejando aparte que hay ONG que persiguen fines que no son buenos, y que la motivación de los voluntarios es, simplemente, hacer un favor a alguien, sin ningún interés particular en ese alguien concreto, o calmar su conciencia, ésa que nos dice, muy bajito, pero muy seguido, qué es lo que está bien y qué es lo que no lo está, o quizá tengan alguna motivación estrictamente política, o quieran conocer gente, o qué sé yo.
Para un cristiano, sin embargo, todas esas motivaciones, que son legítimas y pueden existir, son muy secundarias. La típica frase que usan los mendigos cuando piden limosna es tremendamente representativa, incluso aunque ellos no lo sepan e incluso aunque, como cada vez quedan menos mendigos, digamos, tradicionales, la frase se oiga cada vez menos.
La frase es: "Una limosnita, por el amor de Dios."
Esta frase lleva implícitas muchas cosas. Aunque el mendigo sea un ser repugnante (y, efectivamente, muchos son repugnantes), aunque haya descendido a lo último de la degeneración humana, y por mucha culpa que tenga él mismo del estado en que se encuentra, sigue siendo imagen de Dios. Y los cristianos estamos llamados a ayudarle, no tanto en cuanto a persona humana, lo que sería la aproximación filantrópica irreligiosa, sino porque Dios nos lo ordena. De hecho, visto así, incluso tiene menos mérito del que tiene quien ayuda prescindiendo de Dios, porque nosotros, al fin y a la postre, cumplimos una orden de alguien que creemos que más adelante nos recompensará (o nos castigará, no vayamos a creer) según lo obedientes que hayamos sido. Tenemos libertad, sí, para ser desobedientes, pero no la tenemos para eludir las consecuencias de esa desobediencia, y un cristiano consecuente sabe perfectamente que las consecuencias no molan nada. El filántropo supongo, o quiero suponer, que simplemente ayuda porque sí.
De esta forma, aunque las consecuencia de la acción caritativa sean diferentes, la forma de llegar a ella es totalmente distinta. El folleto y la página de Internet de Cáritas enmascaran esto todo lo que pueden, poniéndose a la altura de quien ayuda porque sí, y no porque es la voluntad de Dios, que nos pedirá cuentas.
No sé si falta mucho tiempo para que Cáritas se separe de la Iglesia Católica, y pase a ser una ONG más, como tantas otras; o para que los poderes públicos decidan separarla de la Iglesia, expropiándola o algo así, para que continúe desempeñando sus funciones sin interferencias religiosas. De momento, a nivel europeo ya parece que queda muy poco para eso, y que la propia Cáritas tiene buena parte de culpa de que esto esté sucediendo.
De momento, el caso español es diferente. Uno abre la página de Cáritas España, y no puede llamarse a engaño: en portada tiene una cita del Papa, y en "quiénes somos" aparece muy clarito que son una organización católica. Quiero pensar que en otros países sucede lo mismo, pero lamentablemente parece que Bélgica no es uno de ellos, al menos, después de leer la página de Cáritas de por aquí, pulcramente presentada en tres idiomas, francés, neerlandés e inglés, pero en cuyos "quiénes somos", y no importa en qué lengua, hay que rascarse mucho la cabeza antes de comprender, bien al final del texto, que se trata de una organización católica. O eso.
También he entrado en la página web de Caritas Europa, también muy conseguida, y donde hay un montón de información.
Sin embargo, hay una cosa que me ha sorprendido mucho más que saber que hay pobres en Luxemburgo. Y es que en todo el folleto, y también toda la página web, no he encontrado ninguna referencia al hecho de que Caritas es una organización católica. No se diría sino que los responsables del folleto, de la página, y de la comunicación exterior en general, han hecho todo lo que estaba en sus manos para ocultar este hecho. La palabra "católico" no aparece en todo el folleto; en la página de Internet, hay que escudriñar muchísimo para encontrar una referencia, por otra parte bastante indirecta, a la naturaleza cristiana de la organización. Parece que les dé vergüenza reconocerlo, o que se encuentran mucho más a gusto dentro del armario, como una ONG más, aunque más grande.
El asunto no es cualquier cosa. La caridad, para un cristiano, no es lo mismo que la caridad para un filántropo o para un oenegero cualquiera. Una ONG no religiosa, de las que hay a patadas, se mueve por una motivación estrictamente diferente de la que tiene, o debería tener, un cristiano.
Muchas veces me he preguntado qué mueve a los voluntarios de las ONG a prestar su tiempo y sus recursos para una causa. Así como seguramente es difícil para ellos entender qué es lo que nos mueve a los cristianos, tampoco me resulta fácil entender qué es lo que hay detrás de sus acciones. Supongo que es pura bondad, dejando aparte que hay ONG que persiguen fines que no son buenos, y que la motivación de los voluntarios es, simplemente, hacer un favor a alguien, sin ningún interés particular en ese alguien concreto, o calmar su conciencia, ésa que nos dice, muy bajito, pero muy seguido, qué es lo que está bien y qué es lo que no lo está, o quizá tengan alguna motivación estrictamente política, o quieran conocer gente, o qué sé yo.
Para un cristiano, sin embargo, todas esas motivaciones, que son legítimas y pueden existir, son muy secundarias. La típica frase que usan los mendigos cuando piden limosna es tremendamente representativa, incluso aunque ellos no lo sepan e incluso aunque, como cada vez quedan menos mendigos, digamos, tradicionales, la frase se oiga cada vez menos.
La frase es: "Una limosnita, por el amor de Dios."
Esta frase lleva implícitas muchas cosas. Aunque el mendigo sea un ser repugnante (y, efectivamente, muchos son repugnantes), aunque haya descendido a lo último de la degeneración humana, y por mucha culpa que tenga él mismo del estado en que se encuentra, sigue siendo imagen de Dios. Y los cristianos estamos llamados a ayudarle, no tanto en cuanto a persona humana, lo que sería la aproximación filantrópica irreligiosa, sino porque Dios nos lo ordena. De hecho, visto así, incluso tiene menos mérito del que tiene quien ayuda prescindiendo de Dios, porque nosotros, al fin y a la postre, cumplimos una orden de alguien que creemos que más adelante nos recompensará (o nos castigará, no vayamos a creer) según lo obedientes que hayamos sido. Tenemos libertad, sí, para ser desobedientes, pero no la tenemos para eludir las consecuencias de esa desobediencia, y un cristiano consecuente sabe perfectamente que las consecuencias no molan nada. El filántropo supongo, o quiero suponer, que simplemente ayuda porque sí.
De esta forma, aunque las consecuencia de la acción caritativa sean diferentes, la forma de llegar a ella es totalmente distinta. El folleto y la página de Internet de Cáritas enmascaran esto todo lo que pueden, poniéndose a la altura de quien ayuda porque sí, y no porque es la voluntad de Dios, que nos pedirá cuentas.
No sé si falta mucho tiempo para que Cáritas se separe de la Iglesia Católica, y pase a ser una ONG más, como tantas otras; o para que los poderes públicos decidan separarla de la Iglesia, expropiándola o algo así, para que continúe desempeñando sus funciones sin interferencias religiosas. De momento, a nivel europeo ya parece que queda muy poco para eso, y que la propia Cáritas tiene buena parte de culpa de que esto esté sucediendo.
De momento, el caso español es diferente. Uno abre la página de Cáritas España, y no puede llamarse a engaño: en portada tiene una cita del Papa, y en "quiénes somos" aparece muy clarito que son una organización católica. Quiero pensar que en otros países sucede lo mismo, pero lamentablemente parece que Bélgica no es uno de ellos, al menos, después de leer la página de Cáritas de por aquí, pulcramente presentada en tres idiomas, francés, neerlandés e inglés, pero en cuyos "quiénes somos", y no importa en qué lengua, hay que rascarse mucho la cabeza antes de comprender, bien al final del texto, que se trata de una organización católica. O eso.
lunes, 4 de agosto de 2014
Sacerdocio y beaterío en Bélgica
Como ahora estoy de rodríguez en la ciudad, mientras la familia se solaza en la playa, puedo dedicarme a esos temas estivales que uno no tiene tiempmo ni ocasión para abordar en otras ocasiones. Y sí, en esta ocasión le toca de nuevo a la religión, y más concretamente a la católica, que se supone que es la más seguida en Bélgica, con gran diferencia. Tengo la fatal impresión de que eso está en proceso de cambio, y de que los musulmanes nos van tomando la delantera, no sé si poco a poco o mucho a mucho, pero hoy día, siquiera sea por el número de templos, la católica es la religión mayoritaria, siquiera sea entre aquellos belgas que tienen alguna religión.
Entretanto, otras iglesias cristianas, como los anglicanos, han empezado a ordenar mujeres, y últimamente incluso obispas. Inmediatamente han aparecido los tocapelotas que pretenden que la Iglesia Católica haga lo mismo, y que respete así la igualdad de sexos (¿o era de género?). En la Iglesia Católica, a despecho de las interpretaciones tergiversadas a más no poder que hacen algunos de ciertas declaraciones sacadas de contexto y traídas por los pelos del Papa reinante, el tema está cerrado desde siempre, y al menos desde que Juan Pablo II dijo con claridad meridiana que la Iglesia no podía ordenar mujeres, y punto. Eso es magisterio, y el que no esté de acuerdo ahí tiene a los anglicanos, entre otros, para llamar a la puerta. Entretanto, espero con curiosidad los ataques, que llegarán, insistiendo que la Iglesia no es un "equal opportunity employer" y que discrimina laboralmente a las mujeres, como si los sacerdotes firmaran un contrato de trabajo y trabajaran cuarenta horas semanales y ni una más. Esto promete.
Y esto promete porque hay países donde los ataques van a ser indudablemente repelidos con más o menos fuerza, pero con fuerza, como Francia, Italia o España (sí, quiero pensar que España también), y otros donde me da a mí que no va a ser el caso. De los que conozco, el país más sospechoso, con mucho, es Bélgica.
Ya ha tocado hablar de la Iglesia Católica en Bélgica en alguna que otra entrada, y no precisamente para elogiar lo que pasa por aquí. Como no veo muchos motivos para escribir en otro sentido, me va a tocar continuar con esta tónica, y voy a hacerlo con un ejemplo práctico del fin de semana pasado.
Estamos en período de vacaciones. La gente que puede se pira de Bruselas, y nos hemos quedado cuatro gatos y aun nosotros porque hay que ganarse los garbanzos; en cambio, nos ha llegado, lo sé, una legión de turistas que pulula por el centro de la ciudad, en el que, a Dios gracias, ya no habito. En mi barrio, hay un templo grande en el que hay tres misas los fines de semana: sábado por la tarde, domingo por la mañana (la misa mayor), y domingo por la tarde. En verano, como hay menos gente, reducen el número de misas, y las dejan en dos: el sábado por la tarde y el domingo por la mañana.
Me planto el sábado por la tarde y allí hay unas veinticinco personas, generalmente mujeres de edad bastante avanzada. Me siento en las poquitas sillas que tienen un reclinatorio, y espero a que la misa comience; pero pasan cinco minutos, pasan diez... y allí no aparece nadie revestido de verde.
En esto, una de las asistentes, que debe ser de las que corta el bacalao en la parroquia, se levantó, subió al ambón y se dirigió a los presentes:
- Parece que no vamos a tener un sacerdote hoy. Les propongo una liturgia de la palabra, y al final podemos repartir la Eucaristía.
Yo torcí el gesto, pero no vi que lo hiciera nadie más. La beata que había tomado la palabra, con otra que debía ser, igualmente, de las que manejaba el cotarro, fueron recitando el Yo, pecador y el Gloria, leyendo las lecturas (el Evangelio, fuerza es decirlo, lo dejaron para un hombre que se presentó voluntario), luego el Credo y la oración de los fieles, y finalmente repartieron la comunión. Supongo que en el sagrario habría formas consagradas.
Al final de la celebración, la beata que había hablado primero subió de nuevo al ambón, y dijo:
- Disculpen por esta improvisación. Podemos ir en paz y buena semana.
Realmente dijo "buena semana", como si diera por sentado que los presentes, con la asistencia a la celebración de la Palabra que acabábamos de escuchar, ya habíamos cumplido con el precepto. La gente salió de la iglesia y, efectivamente, supongo que hasta la semana siguiente. Yo sí fui el domingo por la mañana, y entonces sí que hubo sacerdote y la iglesia estaba razonablemente concurrida, con un centenar largo de personas, lo que para ser verano no debe estar mal.
No critico la buena voluntad de las señoras de no dejar partir a los felgreses con el rabo entre piernas. Me parece una excelente iniciativa que decidieran improvisar una celebración de la Palabra, que es una cosa buena. Pero no es una misa, ni puede serlo, ni sirve para cumplir el precepto, y las señoras, que no creo que lo ignoraran, hubieran debido advertirlo, y no ufanarse con un "buena semana", dando a la liturgia que habían realizado un valor que simplemente no tiene.
Para eso, más vale cancelar más misas y dejar sólo la del domingo por la mañana, si es que sólo se puede garantizar la presencia de sacerdote en esa misa. Y, si ni siquiera eso es posible, más vale anular directamente todas las misas en verano y que los fieles nos busquemos la vida en otra parroquia, pero no es cosa de ponerse a poner parches.
Y no, los católicos no tenemos sacerdocio femenino, pero en Bélgica ya tenemos beatas que suben al ambón y tienen pretensiones.
Entretanto, otras iglesias cristianas, como los anglicanos, han empezado a ordenar mujeres, y últimamente incluso obispas. Inmediatamente han aparecido los tocapelotas que pretenden que la Iglesia Católica haga lo mismo, y que respete así la igualdad de sexos (¿o era de género?). En la Iglesia Católica, a despecho de las interpretaciones tergiversadas a más no poder que hacen algunos de ciertas declaraciones sacadas de contexto y traídas por los pelos del Papa reinante, el tema está cerrado desde siempre, y al menos desde que Juan Pablo II dijo con claridad meridiana que la Iglesia no podía ordenar mujeres, y punto. Eso es magisterio, y el que no esté de acuerdo ahí tiene a los anglicanos, entre otros, para llamar a la puerta. Entretanto, espero con curiosidad los ataques, que llegarán, insistiendo que la Iglesia no es un "equal opportunity employer" y que discrimina laboralmente a las mujeres, como si los sacerdotes firmaran un contrato de trabajo y trabajaran cuarenta horas semanales y ni una más. Esto promete.
Y esto promete porque hay países donde los ataques van a ser indudablemente repelidos con más o menos fuerza, pero con fuerza, como Francia, Italia o España (sí, quiero pensar que España también), y otros donde me da a mí que no va a ser el caso. De los que conozco, el país más sospechoso, con mucho, es Bélgica.
Ya ha tocado hablar de la Iglesia Católica en Bélgica en alguna que otra entrada, y no precisamente para elogiar lo que pasa por aquí. Como no veo muchos motivos para escribir en otro sentido, me va a tocar continuar con esta tónica, y voy a hacerlo con un ejemplo práctico del fin de semana pasado.
Estamos en período de vacaciones. La gente que puede se pira de Bruselas, y nos hemos quedado cuatro gatos y aun nosotros porque hay que ganarse los garbanzos; en cambio, nos ha llegado, lo sé, una legión de turistas que pulula por el centro de la ciudad, en el que, a Dios gracias, ya no habito. En mi barrio, hay un templo grande en el que hay tres misas los fines de semana: sábado por la tarde, domingo por la mañana (la misa mayor), y domingo por la tarde. En verano, como hay menos gente, reducen el número de misas, y las dejan en dos: el sábado por la tarde y el domingo por la mañana.
Me planto el sábado por la tarde y allí hay unas veinticinco personas, generalmente mujeres de edad bastante avanzada. Me siento en las poquitas sillas que tienen un reclinatorio, y espero a que la misa comience; pero pasan cinco minutos, pasan diez... y allí no aparece nadie revestido de verde.
En esto, una de las asistentes, que debe ser de las que corta el bacalao en la parroquia, se levantó, subió al ambón y se dirigió a los presentes:
- Parece que no vamos a tener un sacerdote hoy. Les propongo una liturgia de la palabra, y al final podemos repartir la Eucaristía.
Yo torcí el gesto, pero no vi que lo hiciera nadie más. La beata que había tomado la palabra, con otra que debía ser, igualmente, de las que manejaba el cotarro, fueron recitando el Yo, pecador y el Gloria, leyendo las lecturas (el Evangelio, fuerza es decirlo, lo dejaron para un hombre que se presentó voluntario), luego el Credo y la oración de los fieles, y finalmente repartieron la comunión. Supongo que en el sagrario habría formas consagradas.
Al final de la celebración, la beata que había hablado primero subió de nuevo al ambón, y dijo:
- Disculpen por esta improvisación. Podemos ir en paz y buena semana.
Realmente dijo "buena semana", como si diera por sentado que los presentes, con la asistencia a la celebración de la Palabra que acabábamos de escuchar, ya habíamos cumplido con el precepto. La gente salió de la iglesia y, efectivamente, supongo que hasta la semana siguiente. Yo sí fui el domingo por la mañana, y entonces sí que hubo sacerdote y la iglesia estaba razonablemente concurrida, con un centenar largo de personas, lo que para ser verano no debe estar mal.
No critico la buena voluntad de las señoras de no dejar partir a los felgreses con el rabo entre piernas. Me parece una excelente iniciativa que decidieran improvisar una celebración de la Palabra, que es una cosa buena. Pero no es una misa, ni puede serlo, ni sirve para cumplir el precepto, y las señoras, que no creo que lo ignoraran, hubieran debido advertirlo, y no ufanarse con un "buena semana", dando a la liturgia que habían realizado un valor que simplemente no tiene.
Para eso, más vale cancelar más misas y dejar sólo la del domingo por la mañana, si es que sólo se puede garantizar la presencia de sacerdote en esa misa. Y, si ni siquiera eso es posible, más vale anular directamente todas las misas en verano y que los fieles nos busquemos la vida en otra parroquia, pero no es cosa de ponerse a poner parches.
Y no, los católicos no tenemos sacerdocio femenino, pero en Bélgica ya tenemos beatas que suben al ambón y tienen pretensiones.