Otra cosa curiosa de estas elecciones es que la peña pone carteles electorales en su casa, delante de la misma, o pegados a las ventanas, y hasta en los coches. Se nota que estos chicos no han pasado por una guerra civil desde 1830, y aun aquello fue una guerra corta y secesionista, que además tuvo éxito. Si hubieran pasado por nuestras por lo menos cuatro guerras civiles desde que ellos tuvieron la suya, además de por terrorismos y represiones varias, a buenas horas les iban a entrar ganas de andarse confesando a grito pelado de qué pie cojean. No me puedo imaginar, en Valencia, a mi vecina de enfrente poniendo en la terraza, a la vista de todo el mundo, una bandera azul con gaviotas, por mucho que es evidente que cojea de ese pie, y eso que vive en un sexto y seguramente no tiene que temer a las pedradas.
Éstos no. Éstos viven a pie de calle, y el vecino de dos casas más allá ha empapelado sus ventanas de carteles de su partido, el FDF, para que los demás sepan lo que vale un peina. Y doy fe de que las ventanas de este no son precisamente el sexto piso de mi vecina y podrían ser objeto de las pedradas de los... de los enemigos del FDF.
Continuando con el paseo por el barrio, uno advierte bastantes carteles del MR, todos ellos con la sonrisa reglamentaria impuesta seguramente por su cabeza de lista; alguno que otro del PS, con su característico color rojo, y algunos, también, de un partido cuyas siglas son CDH. Verdes no se ven por este barrio, y eso debe ser porque los verdes deben ser tirando a perroflautas, mientras que en este barrio los propietarios tienen el riñón pero que muy bien cubierto. Pero los que más abundan por aquí son los carteles profidén del MR y los del FDF. FDF, ¿Frente Democrático de Flandes?
Pues no. No precisamente. Pero eso será en la siguiente entrada.
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