En Moscú, los avatares del catolicismo han aparecido en esta bitácora en múltiples ocasiones, pero ahora me quiero centrar en las particularidades litúrgicas locales.
Bueno, pues los rusos son ultraliturgistas. No llegan al punto del firmes y de rodillas que ha popularizado en Bielorrusia monseñor Kondrusiewicz, pero, caramba, a buenas horas iba a entrar en una iglesia católica rusa alguien en pantalón corto y tirantes, por mucho calor que hiciera, sin provocar gestos de desagrado o quizá alguna acción dirigida a evitarlo. No, en Moscú la liturgia es estricta, es tremendamente respetuosa con lo que se está haciendo y allí no hay nadie que se desmande. Es más, en Moscú hay una notable presencia de frikis, escasos pero activos, que ya se pasan un poco. Voy a tratar de explicarlo.
En Moscú hay misas en un porrón de idiomas, fiel reflejo de que los católicos vienen de allí de todos los sitios, y algunos incluso son de allí, pero son los menos. Como hay gente especialmente tradicional entre los feligreses, hay también una misa de las de toda la vida, en latín, con el rito romano tradicional y con el altar coram Deo, como era siempre hasta hace poco más de cincuenta años. En ocasiones, yo mismo, estando de rodríguez, he asistido a esa misa, que se celebraba, y supongo que se sigue celebrando, en las catacumbas, en una capilla situada en los sótanos de la catedral.
Allí nos juntábamos (bueno, yo sólo uas cuantas veces) algunos feligreses a los que habría que darnos de comer aparte y, bien mirado, estrictamente eso es lo que estaba pasando. Algunos yo sabía de buena tinta que eran conversos del ateísmo, algo bastante frecuente en la Rusia de hoy día; a otros simplemente les gustaba la liturgia, y entre ellos me incluyo, porque la verdad es que es muy bonita cuando está bien hecha. Y algún otro era directamente friki de narices.
Estaba pues yo allí, tranquilo y sumido en mis rezos, esperando el comienzo de la celebración y que el jesuita polaco que solía atenderla apareciera con sus acólitos, cuando se levantó un joven delgadísimo, con gafas de pasta y cristales gruesos y que era todo pelo y lentes, con unas barbazas rizadas y una melena igualmente rizada que le hacía parecer mucho más alto de lo que en realidad era.
- ¡Hermanos! ¡Déjenme pronunciar unas palabras!
Los feligreses, no más de treinta, que esperábamos el comienzo de la misa levantamos nuestras cabezas, y el extravagante hermano de todos, pero no de las navajas de afeitar, habló como sigue:
- En esta parroquia, como todos saben, además de la parroquia en sí, hay capellanías de varias comunidades: hay capellanía hispanohablante, la tienen los italianos, y los polacos, y los armenios, y los coreanos, y también hay celebraciones con su sacerdote en francés y en inglés.
Hasta aquí, nada que objetar, porque así es realmente. La catedral de Moscú es lo más parecido a la torre de Babel que he conocido en Rusia, y no digo en toda mi vida porque estoy en Bruselas y, para lenguas, esto. Pero sigamos con nuestro velloso feligrés:
- Creo que ha llegado el momento de crear una capellanía nueva ¡Vamos a crear una capellanía latina! ¡Y vamos a proponérselo al arzobispo!
No, no se refería a "latino" en el sentido de hispanoaméricano que tanto se usa hoy. Eso ya existe. El orador pretendía una capellanía latina en sentido estricto.
- ¡Queremos una capellanía en latín! ¡El que quiera apuntarse, que hable conmigo! ¡Vamos a unirnos!
A mí me parece estupenda la liturgia en latín y soy un firme partidario de la misma, pero... tanto como para crear una estructura propia que se caracterice por hablar latín, pues no lo veo. Y no sé si lo vería la suficiente gente en aquella reunión, la más proclive que pudiera haber para idea tan bizarra, porque hoy es el día en que liturgia en latín en Moscú sigue habiendo, pero eso es todo, y de capellanía nada.
Con todo, y por peregrinas que nos puedan parecer estas ideas y estos personajes, algo se mueve por allí, se ven conversiones, bautizos de adultos, auténtico interés, y resulta muchísimo tan apasionante que lo que vemos en occidente.
Pero, de lo que vemos en occidente, tocará escribir, ahora sí, en la siguiente entrada, puesto que hoy se hace tarde.
Hola Alfor, ¿se ve a la Iglesia Católica en Rusia como una quinta columna antirrusa? Me da la impresión que en ciertos sectores sí. Y la jerarquía católica ¿ve a la ortodoxia como algo que no es válido?
ResponderEliminarSaludos
Hola, Alfor. No sé si te habrás fijado en que estos días todo el mundo está hablando de Sochi: http://www.dailymail.co.uk/news/article-2552200/Welcome-Sochi-Journalists-horror-finding-hotels-awash-stray-dogs-brown-water-bugs-no-lightbulbs-days-ahead-Games.html Y flipando en colores, como es lógico.
ResponderEliminarHola, interesantísima la liturgia comparada... y es cierto, todo el mundo habla de sochi, y de la infanta, eh? hahahahahahaha
ResponderEliminarSaludos,
Lluis
Fernando, en mi opinión, quizá en cierto sectores sí a la primera pregunta, como bien dices. En la segunda pregunta, la respuesta es no. Lo que hacen los ortodoxos es válido. Cismático, pero válido.
ResponderEliminarArkadi, ¡nueva entrada! Son espaciadas, pero son. Y respondo en ella.
Lluis, Sochi es lo que tiene: actualidad. Y la que tú llamas infanta, y yo sólo Cristina de Borbón, pues bastante tiene con lo suyo.