El alquilador de coches tiene dos líneas de negocio. La primera es el alquiler de minifurgonetas y camionetas, muy útiles en caso de transporte de muebles, pequeñas mudanzas y saraos similares. Casi diría que comprensiblemente, estos vehículos huelen a sudor y tienen restos de polvillo y astillas en cualquier sitio.
La segunda línea de negocio es el alquiler de turismos. El alquilador se ha comprado unos cuantos Seat Ibiza de distintos colores y la verdad es que los deja muy bien de precio. Eso, unido a que está cerca de casa y que no hay que irse a la quinta porra a devolverlos, nos convierte en unos clientes cautivos ¿Significa eso que estamos satisfechos de su servicio? No. Ya nos gustaría, ya.
Para empezar, está la cuestión de los horarios. Por las razones que quedaron dichas en la entrada anterior, nos vemos forzados a alquilar el coche todo el fin de semana y a devolverlo en lunes, cuando llega al trabajo, que se supone que son las nueve. Lo malo es que eso es mucho suponer. Lo bueno es que tiene un móvil y está apuntado en la puerta de su negocio.
- Oiga, ¿por dónde anda? Que ya son las nueve y media, y yo también tengo que irme a trabajar.
- Estoy en un atasco.
Es un poco sospechoso que los atascos tengan lugar sólo los lunes por la mañana, pero vale, aceptaremos pulpo.
- ¿Y qué hago? Me tengo que ir.
- Deje las llaves del coche en el buzón.
- ¿Y pagarle?
Y se sobreentiende, además: "¿Y liberar los ochocientos euros que tengo bloqueados en la tarjeta?"
- Ah, la semana que viene, cuando vuelvan.
Esto de la cautividad como cliente, al menos, tiene la ventaja de que hay confianza. Vamos, ya puede haberla, con ochocientos euros bloqueados.
Lo de los horarios tiene su corolario. Se supone que el viernes trabaja hasta las seis, y hasta las seis hay de tiempo para recoger el coche. Entonces es cuando suena una llamada en el móvil de Alfina.
- Oiga, que soy el del alquiler de coches.
- Sí, dígame.
- Que el viernes me voy a las tres y media, y tiene que recoger el coche antes.
- ¿Cómo que a las tres y media?
- Sí. Es que tengo una boda.
Estos musulmanes, siempre casándose en viernes. Sarracenos...
- Pero yo a las tres y media estoy trabajando.
- Pues tiene que ser a esa hora.
- Espere. A ver qué se puede hacer.
Y Alfina llama a su marido, que anda por algún lugar de Alsacia, y resulta que su marido sí puede acercarse al día siguiente a esa hora, y llama al alquilador, y todos tan contentos. Lo de la boda debía ser verdad, porque, cuando fui a recoger el coche, iba el señor bastante mejor vestido que de costumbre (cosa sencilla, por cierto) y llevaba una botella de champán. Sarraceno, pero bebedor.
Todo esto sería disculpable si los Seat Ibiza estuvieran en estado de revista. Ya habíamos dicho que las furgonetillas huelen a sudor y trabajos, pero lo que resulta sospechoso es que los Seat Ibiza que tiene como turismo... también huelen a sudor y trabajos. Uno entra en el coche y, escarmentados por la experiencia, lo primero que hace es mirar el indicador del depósito de combustible.
- Oiga, que no está lleno. Le falta una raya.
- Ah, pues yo sólo lo usé desde la gasolinera hasta aquí.
- ¿Y dónde estaba la gasolinera? ¿En Holanda?
- Pero no pasa nada. Usted me lo devuelve igual, y ya está.
Lo segundo que hace uno, después del numerito de la gasolina, es afinar la pituitaria, y notar que el coche huele bastante mal, como a sudor, tabaco y alcohol, como si aquello fuera un Lada Samara, y no un Seat Ibiza. Y luego toca afinar la vista, y descubrir que hay ceniza y polvo por doquier, y que debajo del asiento del conductor hay una botella de vino casi vacía rodando hacia adelante y hacia atrás según vayamos frenando o acelerando. En fin, que menuda juerga se ha corrido alguien en el coche, y esperemos que no fuera el conductor.
Al ir a devolverlo, nos acercamos a la gasolinera más próxima.
- Intenta que, sin llenarlo, esté casi cubierta la última raya.
- Vamos a probar con diez litros, a ver cómo queda.
Probamos con diez litros.
- Ajjjj.. faltan dos rayas.
- Voy a echarle cinco más.
- ¿Tantos?
- Es que el mínimo que te dispensa el surtidor éste son cinco litros.
- Vaya...
Con cinco litros más ya queda como queríamos.
- Bueno, como el camino hasta el alquiler es cuesta abajo, a ver si yendo en punto muerto no consumimos nada y no baja ninguna raya.
- A ver.
Dios mío, Dios mío, que llegue pronto el coche propio, aunque recogerlo y matricularlo me dé materia para veinte entradas más.
Siento si llego tarde, pero si quiere informarse para la compra me permito recomendarle la página web http://www.km77.com, especialmente su diccionario http://www.km77.com/glosario/glosa.asp, donde podrá encontrar una definición de los acrónimos y términos usados por los vendedores de coches. Es una página web escrita en buen español y por lo que sé -no tengo nada que ver con ellos- muy profesional y acertada sobre todo tipo de marcas y coches.
ResponderEliminarTambién aprovecho para sugerirle que en una ocasión que vaya a alquilar, escoja un modelo igual o similar al que piense comprar, para ver si se adecúa a sus necesidades y le gusta su comportamiento.
Finalmente, y como a José Manuel en la anterior entrada, el coche que alquile este verano en el aeropuerto de Barcelona venía con el depósito lleno para devolver vacío. Lo encontré una comodidad ya que el sobrecoste no era excesivo y por 5 euros de gasolina -unos 40 km de autonomía- que quedan al dejarlo, uno se ahorra la agonía de buscar una gasolinera en un área que no se conoce.
Wahrsagen, un poquito tarde, sí... :D Pero gracias de todos modos.
ResponderEliminarDe todas formas, sí, el modelo que vamos a comprar es uno que mi santa tuvo un verano entero alquilado, allá por España. El test-drive, después de dos mil kilómetros, era bastante inútil.
Cualquiera diría en contra de toda lógica, que a juzgar por las entradas que le llevas dedicando a Bruselas desde que llegaste parece que te hayas mudado de Bruselas a Rusia y no al contrario...
ResponderEliminarAhora dime Alfor, ¿cuando montamos un negocio de alquiler en Bruselas?
¡un saludo!