El otro día, pues señor, pasé por Moscú en la mismísima víspera de la mudanza. Allá estaba Alfina toda atareada con los preparativos finales.
- Oye.
- ¿Qué?
- Que me han dicho los de la mudanza que todo tiene que estar seco cuando se lo lleven. Vaya, que vienen mañana a recogerlo y que ya no podemos lavar ropa. Y además hay que desconectar la lavadora y vaciar los tubos del agua que puedan tener.
- Vale. Ya me ocupo.
- Oye.
- ¿Qué?
- Que tenemos ropa sucia y, si la metemos en la mudanza, es una guarrada que esté mes y medio a saber dónde. He pensado que te la podrías llevar a Bruselas y la lavas allí.
- Vale. Ya me ocupo.
Después de varios "valeyameocupo" más, efectivamente, me volví a Bruselas con un buen montonazo de ropa sucia, incluso ropa de cama que he ido lavando poco a poco.
Anteayer, le tocaba el turno a la última tanda, que no sé por qué había ido dejando para el final. Me presenté en la lavandería, y allí parecía que había un congreso de gente sospechosa y parejas de hombres que lavaban la ropa de dos en dos y a veces se miraban a los ojos, más o menos como de costumbre. Alguno con un corazoncito tatuado y todo.
Yo, ajeno a su vida privada, me quité la mochila rosa de la espalda y comencé a sacar la ropa que me quedaba por lavar: un par de sujetadores, unas cuantas braguitas, una falda, unas cuantas blusas muy monas...
M**rd*.
Querido Alfor,
ResponderEliminartengo la impresión, siempre basándome en tus propios testimonios, que desde el primer día que pusiste el pie en la capital del chiquitín meon no has hecho más que ir "quemando" la imagen de conseguidor y Señor Lobo que a base de bien te forjaste en la Rusia post-comunista y semianárquica...
ya va siendo hora de lavar tu imagen... pero no en esa lavandería...
un abrazo!