martes, 23 de abril de 2013

Escraches (II)

En el caso de Roma, y en pleno escrache, llegaron unos emisarios anunciando que los volscos, unos tipos con muy malas intenciones, se habían puesto en movimiento con la intención de entrar en Roma a saco paco. La plebe dijo que, con lo cabreados que estaban, se iba a alistar en el ejército su señora tía, con lo que los senadores comenzaron a tenerlos por corbata, porque los plebeyos ya les tenían bastante amargados, pero les daba la impresión de que los volscos ni siquiera se iban a parar a discutir antes de empezar la degollina.

Finalmente, los cónsules consiguieron engatusar a la plebe. Les dijeron algo así como que sería deshonroso ponerse a discutir de dinero y esas cosas mundanas cuando la Patria estaba en peligro, y que, de momento, iban a permitir alistarse a los que estuvieran en prisión por deudas, y que cuando les dieran p'al pelo a los volscos ya hablarían de lo suyo. Hoy, en España, me juego cualquier cosa a que los participantes en los escraches se iban a desencajar las mandíbulas de las carcajadas que les iban a entrar con semejantes argumentos, pero en la Roma de los albores del siglo V antes de Cristo eso de la Patria tenía mucho tirón y el argumento coló.

Los romanos derrotaron, tras sudar bastante, a los volscos, y a la vuelta de las hostilidades los senadores se hicieron los longuis y lo más que hicieron fue crear un cargo plebeyo, el tribuno de la plebe, algo parecido a lo que hoy sería el defensor del pueblo. También es verdad que, cuando un ejército de deudores se pone a combatir, pone mucho énfasis en la defensa de la Patria, porque, en aquellos tiempos, defender a la Patria con éxito podía significar un botín que p'a qué. Y con el botín ya daba para pagar deudas y librarse de la trena, con lo cual el problema se aplazó. Siguió saliendo a la luz periódicamente, pero siempre había unas cuantas guerras para resarcirse de las pérdidas y, cuando Roma ya no era simplemente una ciudad-estado, sino un señor imperio, ya había recursos para repartir a los más menesterosos.

En España, lo de las guerras de expansión, que fue la solución que los romanos dieron al problema de las deudas, no parece próximo, por lo que habrá que buscar otra solución. Los volscos no parece que nos vayan a invadir para que nos olvidemos de nuestras rencillas y hagamos frente al enemigo común. Además, en el caso español, esas soluciones son un parche. La última vez que los "volscos" nos invadieron fue en 1808, y a eso siguieron no menos de seis guerras civiles, que son nuestra especialidad.

¿Y la dación en pago? Pues no sé. En Roma, después de los sucesos relatados, la esclavitud y la prisión por deudas no fueron abolidas hasta muchísimo después, y además acompañadas con una ley contra la usura y una fijación de los tipos de interés por parte del Estado, a capón, nada de Euribor ni mariconadas, pero eso tardó casi doscientos años en llegar, y no sé yo si en España estamos para esperar tanto.

Así que, entretanto, la solución son los escraches. No he estado en ninguno de ellos, pero estoy seguro de que son mucho más deslavazados que los escraches a la romana. Así que menos quejarse, que peor lo pasaban los senadores del 494 a.C., y no digamos los miembros del Reichstag en 1933. Aquello sí que era acoso, no como lo de estas nenas, que se quejan por nada.

1 comentario:

  1. Esto me recuerda un artículo más o menos reciente de Arturo Pérez-Reverte, en el que recordaba alguna batalla del siglo pasado -creo que un episodio de la División Azul en Rusia-: la conclusión venía a ser, más o menos, que un español desesperado puede ser una de las cosas más peligrosas de este mundo. Yo no sé si la panda de listos que nos gobierna es consciente de hasta qué punto están empujando a la ciudadanía a la desesperación.

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