miércoles, 10 de abril de 2013

Al-Babel

Basta con escribir sobre el asunto, y he aquí que al día siguiente me encuentro con noticias como ésta. Sí, vale, fue publicada hace unas semanas, pero yo me la he encontrado ahora.

En Bruselas se hablan 120 lenguas, y en la tabla adjunta aparecen las ocho más habladas, pero lo más llamativo del asunto es que el árabe se coloca cuarto, nada menos, superando al español. Con todo el margen de error que puede haber en una muestra de 2500 elementos, que alguno habrá, la cosa es por lo menos curiosa, aunque me extraña que le haya sorprendido a nadie que salga a la calle por esta ciudad. Lo que, además, se desprende del estudio es que cosa de la mitad de los hablantes de árabe no hablan otra lengua, y eso ya se las trae y coincide con mi definición de problema. No sé si los que me encontré anteayer estarían hablando árabe, porque yo, el árabe, como que no lo pillo (todavía), pero parece que sí hay un montón de gente que no se preocupa demasiado de comunicarse fuera de su círculo lingüîstico.

A mí me ha parecido curioso que el francés, el inglés (¡el inglés!) y el holandés pierdan terreno. El holandés, además, pierde mucho terreno, supongo que en buena parte debido a que es un idioma bastante prescindible en Bruselas y a que, por si fuera poco, la práctica totalidad de hablantes locales dominan otra lengua; eso sí, como ya quedó dicho, maás vale no salir de Bruselas sin tener unas nociones de flamenco. Y no del que se baila. Esa opinión de que el holandés pierde terreno no la leeremos en la prensa, sobre todo neerlandófona, que se centra en que el holandés "mantiene su posición en Bruselas", pero uno ve los datos mondos y lirondos y no puede evitar la sensación de que nos están queriendo vender gato por liebre: el holandés, lo miren como lo miren (y lo llamen como lo llamen, que ésa es otra), se hunde porcentualmente en Bruselas.

¿Y el español? Pues el español progresa adecuadamente y ya lo domina casi el 9% de los bruselenses, lo cual, en un contexto de retroceso de las lenguas occidentales (como el italiano, otra que cae más y más), es bastante esperanzador. Yo estoy seguro de que las entrevistas no las hicieron de noche, porque, en este caso, el porcentaje de hablantes de español hubiera sido muy superior, pero ya vale, ya, con ese porcentaje que para sí quisieran las demás lenguas, salvo las cuatro primeras.

Entretanto, la pregunta sigue en el aire: ¿merece realmente la pena aprender lenguas minoritarias, o nos quedamos con las grandes lenguas de la humanidad?

1 comentario:

  1. Puesto que la pregunta sobre las lenguas minoritarias sigue en el aire, ahí va mi respuesta: según tu situación y tus intereses. El gaélico irlandés, por ejemplo, es una lengua que cada vez se habla menos y que a mí me parece preciosa; pero no me gusta tanto como para ponerme a aprenderla. No me serviría más que para entender las letras de determinadas canciones, cosa que se puede conseguir fácilmente mediante una búsqueda en internet. Ahora, si por avatares de la vida me encontrara en Irlanda y con mucho tiempo libre, pues no te digo que no. Lo que sí creo es que siempre vale la pena enseñar las lenguas minoritarias, protegerlas y enseñar a sus hablantes a cuidarlas y no avergonzarse de ellas: la lengua es cultura, y cada idioma que desaparece es una pérdida para la humanidad.

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