En la última entrada estuve escribiendo sobre la función didáctica de la ley. El hecho de que la ley prevea una situación totalmente contraria a la doctrina de la Iglesia Católica implica, recordemos, que se hace pasar por bueno algo que es malo, y que Dios (en el que creemos, y que nos ha creado, etc.) nos ha dicho que no está bien. Recordemos que hacer pasar por bueno algo malo, y viceversa, está peligrosamente cerca del pecado contra el Espíritu Santo, del que deberíamos los católicos huir como de un inspector de Hacienda ruso, porque ese pecado no tiene remedio. El inspector de Hacienda ruso tampoco.
La legislación española en materia de Derecho Matrimonial se ha ido alejando de la doctrina católica con una velocidad inusual, hasta el punto de que en poco más de treinta años prácticamente sólo queda darle la puntilla al matrimonio y que cada uno haga lo que quiera. Es más, yo, que soy católico, creo cada vez más firmemente que, para como tenemos ahora mismo regulado el matrimonio, casi es mejor derogar toda la legislación matrimonial, y no creo que pasara mucho.
Primero fue la despenalización del adulterio. Sí, en época de Franco, el adulterio estaba penado en España, y ciertamente estaremos de acuerdo en que el adulterio perjudica bastante a la institución familiar y también perjudica a terceros. Hay que decir que, cuando se produjo esa despenalización, la Iglesia no protestó, supongo que porque meter en la trena a los adúlteros parecía un poco bestia, y porque el adulterio seguía castigado indirectamente, ya que era causa de separación y al cónyuge adúltero le señalaban con el dedo y le declaraban culpable. Y se le caía el pelo, claro.
Luego llegó el divorcio, en 1981. Ahí ya hubo protestas de la Iglesia. En primer lugar, porque yo creo que la Iglesia hubiera transigido con una legislación que disolviera los matrimonios civiles (apenas los había entonces, pero bueno, era una idea), pero no con una legislación que disolvía (y sigue disolviendo) también los matrimonios canónicos, que recordemos que son un sacramento y son indisolubles. La Iglesia, y yo creo que razón no le faltaba, entendió que el Estado podía hacer lo que quisiera con sus propios matrimonios, pero que se estaba metiendo en matrimonios en los que no era competente.
De la despenalización del aborto, que llegó cuando llegaron los sociatas al poder, ya quedó todo medio dicho hace un par de entradas. La despenalización se aplicaba a tres supuestos, lo cual ya de por sí está mal, pero podía haber sido algo limitado; en realidad, uno de los supuestos ha sido prácticamente una barra libre, con la complicidad de las clínicas privadas que se han estado forrando y, encima, pasando como colaboradores en la "planificación familiar". Guay.
Cuando llegaron los peperos al poder por primera vez, hubo quien pensó que darían marcha atrás en esta legislación antifamiliar. Almas de cántaro. Muy al contrario, los peperos nos trajeron toda la legislación de fecundación asistida, mientras los católicos pensaban que estaban en el poder los suyos y los obispos (y ahí sí que a uno le da bastante vergüenza) no decían ni pío. También nos trajeron, a nivel municipal, y luego autonómico, las uniones de hecho, es decir, cuando dos pollos no se casan, sino que se arrejuntan, pero quieren tener casi todos los derechos de un matrimonio, sin el engorro de que les costara mucho quitarse de enmedio mutuamente. También nos trajeron la píldora abortiva, para que las chicas se pudieran entregar con buen ánimo y sin mucho miedo. Los obispos se quejaban amargamente con la boca pequeña y no se unieron a manifestaciones multitudinarias que, por otra parte, tampoco convocaba nadie. Total, los que las convocarían con el gobierno posterior se pensaban que los católicos estaban en el poder. Ya.
Cuando volvieron los sociatas de Zapatero, parecía que no les quedaba mucho terreno por "avanzar". Pero no, ya lo creo que quedaba.
Primero fue el "divorcio-express", que eliminó todas las barreras a la disolución del matrimonio. Arriba quedó dicho que el adulterio estaba indirectamente castigado. Eso se acabó. Tres meses, y divorcio al canto, obviamente para todos los matrimonios, no sólo para los civiles. Además, al final del período llegó a haber más divorcios que matrimonios, en una muestra palpable del efecto didáctico de la ley ¿El divorcio es malo o bueno? Y cada vez más gente en España acabaría diciendo: ¿Cómo va a ser malo el divorcio, si yo estoy divorciado? Todo un estímulo a que, sobre todo los maridos, pidieran divorcios.
Para estimular a que también las mujeres los pidieran, luego llegó la Ley de Violencia de Género, en virtud de la cual se ha establecido una presunción de culpabilidad para los maridos, con posibilidad de detención inmediata y de noche en comisaría en cuanto hubiera una denuncia de la esposa. Una denuncia, no una condena. Yo no vivo en España, pero me puedo imaginar que, en un matrimonio que viva allí, se puede vivir un clima de sospecha asaz desagradable y al marido más le vale no levantar demasiado la voz en las discusiones inevitables que se producen, porque si le pilla a la mujer con el día torcido, no duerme en el sofá, como toda la vida, sino en el calabozo. Ahí, echando de menos el sofá, por incómodo que fuera.
Luego llegaron, casi al alimón, el llamado matrimonio homosexual y el aborto ilimitado durante las primeras catorce semanas de embarazo. Y ahí la Iglesia protestó con fuerza y aparecieron organizaciones, para mi gusto demasiado satélites de los peperos, que montaron manifestaciones a las que asistió muchísima gente, total para nada, porque ahí está esa legislación.
La función didáctica de la ley está clara, espero, en el caso del matrimonio homosexual. No hace ni diez años, en 2003, a nadie se le hubiera ocurrido que los homosexuales pudieran casarse (entre sí) y, de hecho, las encuestas señalaban regularmente que a los españoles no nos gustaba la idea. Ahora, con la ley en vigor, las encuestas señalan todo lo contrario. Y la diferencia es la ley.
Pero la Iglesia no puede quedarse callada, cuando el mal (porque las relaciones sexuales, aparte de las que hay en el matrimonio entre personas de distinto sexo, son un pecado, y los católicos creemos en Dios, etc.) se confunde con el bien, y la verdad es que tampoco entiendo mucho a los que se enfadan cuando la Iglesia habla sobre algo que le interesa. Hablan los sindicatos, habla la patronal, hablan los partidos políticos, hablan los tenderos, hablan las cofradías de pescadores y hablan, en fin y para no extenderme demasiado, hasta las azafatas de Iberia ¿Y no tenía que hablar la Iglesia?
De hecho, a mí lo que me mosquea de los obispos, y más en particular del cardenal de Madrid, es que ha sido llegar los peperos al gobierno, y se han acabado las protestas masivas en la calle como por ensalmo, cuando las leyes siguen siendo las mismas y cuando los peperos, a diferencia de Zapatero y sus secuaces, tienen la mayoría suficiente para derogar las leyes que quieran mañana mismo. Pues va a ser que no.
Éstos no creo que hagan nada, pero acabarán por venir otra vez los que se hacen llamar de izquierda y tendrán que ver cómo montan otra gorda. Como con el capital no hay huevos de meterse, como bien ha demostrado Zapatero, tendrán que hacerse los progres con la ingeniería social. Eutanasia aparte, supongo que es la oportunidad de la poligamia y de la poliandria, o de los tríos de hecho, pero les dejaré que me sorprendan. Y a la gente le parecerá perfecto, porque "no perjudican a nadie" y porque, si lo dice la ley, será que está bien.
El resultado de esta evolución es que un matrimonio en España no vale apenas nada y se ha convertido en cualquier cosa banal. Es más, lo consecuente sería que el Estado dejara de legislar sobre el asunto, se limitara a regular las obligaciones de los padres con respecto a los hijos, si es que hay alguno, y dejara a la gente que, sin leyes ni nada, se lo montara como quisiera.
Con lo cual, el único matrimonio que quedaría sería... anda, el canónico.
Como antes de 1870, por cierto.
Me parece magistral. Completamente de acuerdo.
ResponderEliminarA la Iglesia sólo le interesa "forrarse". Es el patio de Monipodio
ResponderEliminarDe acuerdo!! Creo que es preciso explicar bien, desde la Iglesia, pero sobretodo desde la familia, qué significado tiene el matrimonio católico, haciéndolo con el ejemplo yla coherencia. Luego....que cada cual saque sus propias conclusiones al respecto. Personalmente me satisface constatar que aún perdura en mis hijos el recuerdo de mi esposa. Ojalá, algún día sus compañeras supiesen cómo fue.
ResponderEliminarDon Claro, bienvenido.
ResponderEliminarKotxero, yo soy Iglesia y no he visto un duro, ni espero verlo. Si los curas, con la cabeza que tienen, la dedicaran a la empresa privadas, sí que estarían forrados, en lugar de estar viviendo lo modestamente que lo hacen.
Mucho prejuicio y frustración es lo que hay.
Miguel, el mejor predicador es fray Ejemplo. Ahora bien, el entorno, como dicen los pijos del márquetin, no ayuda nada de nada.
Ufff... Aquí hay mucho que comentar, Alfor. Tanto que casi no sé por dónde empezar. Quizá mejor lo dejo para mañana, porque ahora estoy cansado y prefiero escribir cuando esté más fresco.
ResponderEliminarBueno, pues aquí estamos otra vez. Vamos a ver si puedo organizar un poco mis ideas y responder a tus opiniones tan... negativas sobre el estado del matrimonio civil en España; aunque no me hago muchas ilusiones puesto que, como tú mismo has dicho, en temas como estos parece que creyentes y no creyentes pertenezcamos a mundos distintos y hablemos idiomas diferentes.
ResponderEliminarPor ejemplo, hablas todo el rato de la "decadencia" del matrimonio civil en España, y resulta que esa decadencia consiste en que... se ha convertido en algo muy diferente del matrimonio canónico. Pues sí, ¿y por qué no? Esa es precisamente la idea: el matrimonio civil se instituyó desde el principio para ser algo distinto, separado y por completo independiente del matrimonio canónico. Es normal y lógico, por tanto, que haya evolucionado por cuenta propia; pero además es que, en líneas generales, ha evolucionado a mejor. Partimos de la base de que los españolitos se casan demasiado (y no hay más que ver la cantidad de matrimonios que acaban en divorcio): montones de pareja se meten en esa movida del matrimonio sin estar preparados ni ser conscientes de las dificultades, sacrificios y compromisos que requiere crear una vida en común; y también son muchos los que, a pesar de intentarlo y esforzarse, descubren que no estaban hechos para vivir juntos. Bien está, pues, tener una legislación que permita disolver esas uniones con el mínimo de quebraderos de cabeza para las partes implicadas, y darle a ambos (ex)cónyuges la oportonidad de rehacer sus vidas y aprender de sus errores, que a fin de cuentas es la única manera de aprender.
Casi todo, pues, son ventajas. Y digo casi porque puntos oscuros, haberlos, haylos: son muchos los padres divorciados que se quejan de que la ley los trata injustamente, y en el tema de las denuncias por violencia también se han planteado quejas razonables. El caso es que todo eso son cuestiones que afectan exclusivamente a las uniones civiles, sin afectar para nada al derecho canónico: y por lo tanto, a la Iglesia debería darle igual.
(sigue) Y lo curioso es que, cuando le interesa, en efecto, le da igual. Cuando se casaron el Príncipe y la Letizia y alguien preguntó si el matrimonio anterior de la novia no suponía un problema, a los obispos sólo les faltó reírse: ¡qué va, hombre! La futura princesa nunca había estado casada en matrimonio, lo suyo había sido una mera unión civil, algo totalmente irrelevante y, de hecho, inexistente para la Iglesia. Pero mira tú por donde, cuando se decidió que esa cosita irrelevante e inexistente también valía para los gays, la Iglesia montó un cirio como no se había visto desde la ley del divorcio: tú estabas fuera, pero aquí tuvimos que asistir al espectáculo surrealista de ver a la Conferencia Episcopal, que no reconoce la validez del matrimonio civil, pretendiendo explicarle a la sociedad civil cómo debía organizar y legislar ese matrimonio cuya validez no reconoce. Y algunas de las cosas que se llegaron a oír fueron más delirantes todavía, como lo de que aquello era un "ataque" contra la institución del matrimonio: al parecer, el hecho de que existan parejas de homosexuales casados perjudica, de alguna manera misteriosa, al resto de matrimonios. En fin, me gustaría saber qué opinas tú de las barbaridades que se dijeron y se siguen diciendo respecto de ese tema (el otro día sin ir más lejos, el portavoz de la Conferencia Episcopal dijo que los gays tienen la culpa del descenso de la natalidad; me imagino que tú, que has estudiado economía, tendrás algo que opinar sobre eso, ¿no?)
ResponderEliminarPara mí, lo más triste del asunto es tener que oír que todo esto -el matrimonio civil, el divorcio, los derechos de los homosexuales- son "ataques" a la Iglesia. Que todas estas reformas no se han hecho en pro de la libertad, la justicia y la felicidad de las personas, sino para fastidiar a los católicos, porque no pensamos en otra cosa ni tenemos nada más importante que hacer. Y es que, efectivamente, con una institución que considera que el mero hecho de negarse a vivir bajo su tutela es un "ataque" contra ella... ¿cómo se puede dialogar? ¿Cómo puede haber entendimiento?
Ah, y por cierto: lo que decías del carácter didáctico de las leyes, en el tema del matrimonio gay está funcionando a las mil maravillas. Yo lo veo hasta en el instituto de secundaria en el que trabajo: antes, si había algún chaval un poco afeminado (no digamos abiertamente gay, porque eso, en un instituto de pueblo, ni soñarlo), el pobre lo llevaba crudo; ahora, en cambio, el concepto de que los gays y lesbianas también son personas y tienen una dignidad parece que está cada vez más asentado en las cabecitas de la nueva generación. Parece mentira, cómo han cambiado las cosas desde que son ciudadanos de pleno derecho...
Postdata (y acabo ya): eso que dices de la injerencia del Estado, de divorcios civiles que disuelven matrimonios canónicos... ¿puedes darme alguna referencia? Porque es la primera noticia que tengo.
ResponderEliminarArkadi, es una cuestión de valoración. Tú dices que está bien romper matrimonios que no funcionan, pero yo no estoy de acuerdo y creo que es mejor una legislación que fomente una familia estable y que favorezca el compromiso. La actual no lo hace.
ResponderEliminarA la Iglesia no le da igual lo que pasa fuera del matrimonio canónico. La Iglesia está en el mundo, y los que formamos la misma también lo estamos, y creo que tenemos derecho a opinar, por lo menos tanto como opinan sobre la Iglesia quienes no están dentro de la misma. Simplemente, la Iglesia tiene un modelo de sociedad basada en la familia tradicional, pero tampoco creo que nadie haya dicho que los ataques a la familia, que los hay, son ataques a la Iglesia. Son ataques a la familia.
No he escuchado las declaraciones de Martínez Camino, al que se suele sacar de contexto para atacarle mejor (es lo malo de ser portavoz de la Conferencia Episcopal), pero parece que los homosexuales no contribuyen a la natalidad, salvo que se esfuercen mucho.
En todo caso, al tiempo. Deje hablar a la Iglesia, hable usted y haga lo que quiera. La Iglesia se limita a advertir de las consecuencias de lo que está pasando.
De acuerdo: hablemos de 'ataques a la familia', pues, no a la Iglesia (había leído mal esa parte; o mejor dicho, la había entendido mal)Supongo que, si partimos de la base de que una legislación matrimonial monolítica e inflexible es algo "bueno", cualquier reforma que tienda a liberalizarla se puede ver como un ataque. Yo, desde luego, considero que un matrimonio "estable" sólo es algo bueno si esa estabilidad es fruto del amor y la buena relación entre los cónyuges, no de una ley que los obliga a seguir juntos; pero en ese aspecto no espero convencerte de nada.
ResponderEliminarLo que sigo sin entender es cómo se puede incluir lo de los gays entre esos "ataques". A ver si me lo puedes explicar tú, porque ya te digo que las explicaciones de la Conferencia Episcopal me parecen, como mínimo, surrealistas. Según tú, si dos hombres o dos mujeres se casan, ¿en qué perjudica eso a mi matrimonio o al tuyo? ¿Qué "consecuencias" teme la Iglesia, y por qué no se han materializado aún, después de casi diez años y unos cuantos miles de bodas gayers? Yo no me imagino a ninguna pareja diciendo "Podríamos casarnos, pero es que ahora que lo hacen los gays, es como que ya no mola"; tampoco está la gente haciendo colas en los juzgados para divorciarse y volverse a casar con alguien de su mismo sexo, "a ver cómo es eso".
En cuanto a Martínez Camino, parece que sus palabras concretas fueron "la crisis de natalidad en toda Europa se debe a la falta de protección del matrimonio, que en España es clamorosa, y no a otros problemas accidentales" Ya te digo, me gustaría saber qué opinas tú, con tu formación de economista, sobre esas declaraciones.
Un saludo.
Arkadi, tras unos días de poco o nulo acceso a Internet, vuelvo por aquí.
ResponderEliminarLo de los gays es un ataque a la familia como lo sería, si nos ponemos en plan economista, que todo el mundo pudiera emitir moneda. Finalmente, la moneda auténtica no valdría nada. De igual manera, cuando cualquier cosa es un matrimonio, el matrimonio "de verdad" pierde valor.
Y las palabras de Martínez Camino no veo qué problema tienen. Es un hecho comprobado estadísticamente que es más frecuente la natalidad en los matrimonios; más que en uniones de hecho y, obviamente, mucho más que en uniones homosexuales. Por tanto, si se desproteje (devaluándolo) el matrimonio, que es el tipo de unión que tiende a una natalidad más elevada, una consecuencia directa es la reducción de la natalidad. Yo, al menos, veo una relación directa causa-efecto y no me sorprende ni me indigna que monseñor Martínez Camino la vea igualmente.
Por cierto, las palabras que citas no mencionas a los homosexuales, a diferencia de lo que decías en tu primer comentario, seguramente por la percepción que te habían transmitido los medios que las recogieron. No tiene importancia, pero es un indicio más de que a la Iglesia se la ataca manipulando sus palabras y haciéndole decir cosas que, realmente, no ha dicho, o sacando de contexto cosas que aisladamente suenan mal. Mi amigo Rafa es un especialista en darle al botón de reeenviar (muchas veces evidentemente sin haber leído críticamente lo que reenvía), todo tipo de Powerpoints comecuras con citas sibilinas... y falsas.
Bueno: si buscas la noticia verás que sí estaban hablando del tema del matrimonio gay, y era de eso de lo que le habían preguntado. En cuanto a los powerpoints de tu amigo Rafa, no sé puesto que no los conozco... Pero si hablamos de falsedades, ¿qué me dices de tu argumento? El matrimonio y la emisión de moneda son dos cuestiones que no tienen nada que ver, ni son equiparables en modo alguno. El hecho de que los homosexuales puedan contraer matrimonio no "devalúa" el matrimonio de otras personas de ninguna manera tangible, como ocurriría con la moneda: no genera desconfianza hacia el matrimonio, no disuade a la gente de casarse ni deteriora la convivencia en parejas casadas, ni fomenta los divorcios... a menos, y perdóname por insistir, que tengas algún dato que indique lo contrario. En ausencia de datos, el único aspecto en el que esa ley de 2005 "perjudica" al matrimonio es en la imaginación de la gente más conservadora, que se lamenta de que "ya no es lo mismo" ahora que dos hombres o dos mujeres pueden casarse por lo civil; pero eso, en la práctica, no afecta para nada a la salud del matrimonio en España.
ResponderEliminarY volviendo a las declaraciones de la Conferencia Episcopal sobre la natalidad, las menciono más que nada por lo absurdas que son. Asumo que alguien con una formación académica como la tuya sabe que hay factores socioeconómicos infinitamente más relevantes para el descenso de la natalidad en Europa que el matrimonio gay (o el divorcio, o el matrimonio civil, o todos ellos juntos) Aunque sea técnicamente cierto que los homosexuales "no contribuyen a la natalidad" (los homosexuales, porque las lesbianas sí tienen tantas ganas de tener hijos como cualquier otra mujer), pretender usar eso como argumento contra el matrimonio gay es tan ridículo como decir que el chorizo es malo porque "no combate la obesidad". Yo creo que el hecho de que la jerarquía católica recurra a triquiñuelas retóricas tan pobres demuestra lo falta que está de argumentos reales en un debate que ella misma se ha empeñado en plantear y mantener...
Arkadi, las comparaciones son un recurso habitual de esta bitácora y se podrán considerar afortunadas o no, pero no falsas.
ResponderEliminarEn general, y en mi opinión, cualquier cosa que se generaliza pierde valor. Y eso vale para las divisas, para las bombas atómicas y para el matrimonio. Si a cualquier cosa le llamas matrimonio, el valor de la institución (no necesariamente el valor de un matrimonio concreto) forzosamente se reduce. Si se admite el hierro como metal precioso, como hacían los espartanos, se acaba volviendo al trueque. Es así.
En los pocos años que lleva esta ley aún no se pueden ver sus consecuencias, pero llegarán a ser evidentes. Como ni tú ni yo somos quién para tocar la legislación vigente, y los partidos están de acuerdo en dejarla como está, ya lo veremos. Yo creo que sí se está perjudicando el matrimonio, y la prueba la da el INE con sus estadísticas sobre matrimonios (de los de verdad, quiero decir) y divorcios. Serà per dades...
Y en cuanto a considerar las declaraciones de monseñor Martínez Camino como absurdas, supongo que es consecuencia de partir de presupuestos muy distintos, porque a mí me parecen razonables, sin haber leído las declaraciones completas. Ya lo dije al principio: esto depende de creer en Dios (y ser consecuente con esto) o no creer (y, claro, ser también consecuente con eso). Y, naturalmente, de la concepción que se tenga de la homosexualidad, que en mi caso no es favorable, cosa totalmente compatible con el hecho de respetar a los homosexuales, igual que no me gusta el daltonismo y los daltónicos pueden ser gente estupenda (pero no pueden tener carné de conducir camiones, y nadie se plantea que tengan los mismos derechos que los demás).
A lo mejor monseñor Martínez Camino debería comenzar así sus ruedas de prensa, diciendo que él cree en Dios y es consecuente con ello, con la esperanza de que algún diario lo recogiera. En todo caso, no sé a santo de qué viene tanta inquina contra la Iglesia, cuando de los no creyentes uno espera que no le hagan caso, y sin embargo ahí están, dándole protagonismo.
Bueno, pues te voy a contestar en plan un poco telegráfico, pero es que no tengo mucho tiempo para explayarme:
ResponderEliminar1-¿No existen las falsas comparaciones? ¿Es lícito establecer cualquier símil que a uno le dé la gana entre dos términos, y automáticamente es válido? Ahora me entero. ¿Estás seguro de eso? Porque yo creo que si a mí me diera por decir, digamos, que "la iglesia católica es un cáncer", tú tendrías unas cuantas objeciones a esa comparación, y como mínimo me exigirías pruebas antes de aceptarla. Si tú me dices que la homosexualidad es como el daltonismo, pues yo te recuerdo que hace ya varias décadas que la OMS, y la comunidad médica en general, dejó de considerarla una enfermedad.
2-¿Las cosas se devalúan cuando se generalizan? ¿Entonces, el hecho de que haya justicia para todos "devalúa" la justicia? ¿Que tengamos atención médica universal hace que poder ir al médico sea menos valioso? De verdad, no sé por qué insistes en ese argumento.
3-¡Datos, por fin! Las estadísticas del INE, dices: ¿pero cuáles? Yo la única que he encontrado es la de rupturas matrimoniales, que por lo visto ha descendido en los últimos años, de 145.919 en 2006 a 110.651 (¡35000 menos!) en 2011. Yo ya te digo, no creo que en eso haya habido ninguna influencia del matrimonio gay; pero si realmente la hay, parecería que ha sido una influencia beneficiosa...
4-Yo no diría que se ha dado demasiado protagonismo a las declaraciones de Martínez Camino: no recuerdo que haya habido protestas o manifestaciones. Al contrario: si no recuerdo mal, fue la conferencia episcopal la que tomó las calles e intentó convertir el asunto del matrimonio gay en un debate a escala nacional; los demás, en efecto, nos hemos limitado a no hacerles caso y esperar a que se les pase la rabieta (que probablemente será de aquí a quince o veinte años)
5-Partimos de presupuestos muy diferentes, sin duda alguna. Yo parto de la base de que el que hace una afirmación debe demostrarla: por eso, si me dicen que 'X' es malo, exijo pruebas y argumentos racionales que me demuestren que así es. Tú, por lo visto, partes de la base de que todo lo que digan unos señores con sotana tiene que ser cierto, y luego ya buscaremos pruebas y argumentos que lo corroboren. La diferencia fundamental es que, si de aquí a quince o veinte años se demuestra de alguna manera que fue mala idea esto del matrimonio gay, yo no tendré inconveniente en reconocer que estuve equivocado; mientras que si es al revés, tú probablemente seguirás empeñado en que son los tipos de la sotana los que tienen razón, y rechazando cualquier dato y argumento que no se ajuste a ese presupuesto. Y si no, tiempo al tiempo.
1.- No, no existen las comparaciones falsas, siempre que haya un "tertium comparationis" que podrá ser más o menos acertado. Que la Iglesia Católica sea un cáncer (lo cual no es exactamente una comparación, sino una metáfora, aunque vale para el caso) es exactamente lo que opina mucha gente. Yo no, pero veo el motivo de la comparación.
ResponderEliminar2.- Si solo cinco personas pudieran ir al médico, el hecho de ir al médico sería mucho más valioso que si lo puede hacer toda la población, que lo valora ahora mucho menos que cuando tenía que pagarlo y se lo pensaba muy mucho antes de ir ¿O no? Si insisto en el argumento es porque creo que es verdad.
3.- Las bases de datos del INE no son tan complicadas de escudriñar. Las estadísticas de matrimonios son concluyentes: en 2003, justo antes de la ley de marras, hubo 212.300 matrimonios; en 2011, que es el último año definitivo, hubo 159.798, y eso ya incluye los sedicentes matrimonios homosexuales.
Naturalmente, también hubo menos rupturas, porque no se puede romper lo que no llega a unirse.
4.- Yo, la verdad, no veo demasiada indiferencia entre "los demás", y la prueba es que llevamos un mes dale que te dale. Si hubiera indiferencia entre "los demás" (los católicos nunca la tuvimos, ni presumimos de tenerla), esto ni hubiera llegado ni a empezarse.
5.- Datos tienes, con independencia de lo que digan los ensotanados, y en el INE están para que los veas tú mismo. Ahora bien, tú también parece que sigues a pies juntillas lo que digan o dejen de decir los de la OMS, cuando hay bastantes médicos que no son de esa opinión. El caso es que el daltonismo incapacita al que lo tiene para realizar ciertas funciones (conducir camiones, o ser controlador aéreo), y la homosexualidad es una anomalía (con independencia de lo que diga la OMS) que compromete la afectividad conducente de forma natural a la reproducción. Insistir en hacer fuerza a la naturaleza y pervertir las instituciones de Derecho Natural no creo yo que vaya a terminar bien, pero eso lo veremos, fatalmente, más adelante.
Ah, por cierto, si nos vamos a 1975, justo antes de que comenzara la decadencia del Derecho Matrimonial español, la cifra anual de matrimonios es de 271.347, para una población española muchísimo menor que la actual.
ResponderEliminar¿Datos, por fin?
1.- Pues eso, efectivamente: cuando no hay un tertium comparationis, debe considerarse que una comparación es falsa, o no válida, o como lo quieras llamar. Tú empezaste comparando lo del matrimonio gay con lo que pasaría si todo el mundo pudiera acuñar moneda, cosa que llevaría a una sociedad al desastre, y ahí no había un tertium comparationis; ahora lo estamos comparando con la asistencia médica universal, algo que es bueno, positivo y deseable. En este caso sí que existe un tertium comparationis: en efecto, la mayoría de españoles damos por sentado el derecho a casarnos (por algo es un derecho fundamental) y tal vez no lo valoramos como se debe; en cambio, las personas que hasta hace poco tenían vetado el acceso a ese derecho fundamental, en general, lo aprecian mucho más.
ResponderEliminar2.- Insisto en que deberías abandonar ese argumento porque te está colocando en una posición insostenible. Tú fíjate:
-los derechos y libertades no son moneda de cambio ni son como los bienes materiales: no existen "reservas" de libertad y justicia que puedan agotarse si abusamos de ellas. Por eso la metáfora económica, sencillamente, no es aplicable.
-pero es que si la aplicamos, la postura de la Iglesia sería la de un monopolio que se empeña en bloquear artificialmente el acceso a un bien no escaso para perpetuar su posición de privilegio. Y de hecho, cuando dices que "si hasta los gays pueden casarse, nuestro matrimonio vale menos", suena exactamente así (en serio)
-admitamos que hoy en día mucha gente -al menos en España- da por sentados sus derechos y libertades y no los aprecia en lo que valen, y que en ese sentido se pueden considerar "devaluados" en un sentido metafórico (que no en la práctica). ¿Y qué? ¿Acaso propondrías suprimir la libertad de expresión, el derecho a la educación o la sanidad pública porque la gente no las valora debidamente? Tal vez la sociedad española aprendería una lección (?), pero sin duda el precio sería demasiado alto. Nada justifica suprimir derechos fundamentales*, y nada justifica el restringirlos y convertirlos en un privilegio que sólo posee una parte de la población.
-además que, siguiendo tu argumento, le estaríamos negando el derecho al matrimonio precisamente a aquellos que más lo valoran, porque la ley no se lo reconocía y han tenido que luchar por él. Menuda lógica.
3.- 2003 no es "justo antes" que 2005, son dos años antes... Pero bueno, vale: menos matrimonios. Bien. Seguimos sin demostrar que el matrimonio gay tenga algo que ver con esa tendencia. Y aunque así fuera, seguiría sin ser un argumento válido para negarle un derecho fundamental a una parte de la población. Pero es que yo ni siquiera creo que haya que ser pesimista respecto a esa cifra: las estadísticas pueden indicar muchas cosas. Por supuesto que antes de 1975 había muchos más matrimonios: las leyes, la presión social, la cultura y las costumbres convertían el matrimonio en la opción casi por defecto, y la inmensa mayoría de la gente ni se lo planteaba. ¿Pero no te has parado a pensar que a lo mejor eso significa que antes la gente se casaba demasiado? Han bajado los casamientos y los divorcios: eso podría estar indicándonos que los españoles que se casan ahora es porque lo tienen mucho más claro, y sus matrimonios son más sólidos y estables; y ahí no cabría hablar de "decadencia". Tal vez el matrimonio español esté, simplemente, descendiendo en cantidad pero mejorando en calidad.** (Sigue...)
4.- "Llevamos un mes dale que te dale"... ¿quieres decir aquí, en la bitácora? Yo creí que hablabas en general, de la respuesta a las declaraciones de la Conferencia Episcopal. A mí es que me gusta debatir de vez en cuando con gente que no piense como yo, aunque sólo sea por darle vidilla a las neuronas, y para poder oír argumentos y planteamientos que normalmente no escucharía. Es un ejercicio mental que yo creo que es saludable (sobre todo si lo comparamos con los "debates" que se escuchan por la tele...)
ResponderEliminar5.- Ufff... Ahí lo siento, Alfor, pero me temo que necesitas poner al día tus conocimientos de biología: la homosexualidad es algo perfectamente normal en la naturaleza. Está documentada en multitud de especies animales, a veces (según especies) en gran cantidad de individuos, individuos por lo general perfectamente sanos; y por supuesto, sin que ello ponga en peligro la supervivencia de la especie. Ya no es posible defender, a estas alturas del siglo XXI, que la homosexualidad es una "perversión contra natura": al contrario, todo lo que sabemos indica que es una parte más del orden natural de las cosas. Si te parece que no tiene sentido, pregúntale a tu Dios por qué hizo el mundo así, pero olvídate de "anomalías". La homosexualidad no es como el daltonismo: es como la zurdera (otra cosa que, hasta hace poco, mucha gente consideraba como un "defecto" que debía ser "corregido") Hay gente que es así, y punto. No está muy claro por qué, pero tampoco pasa nada, ni se va a acabar el mundo por ello.
Y bueno, ya te digo: a mí no me importa debatir un tema durante un mes, siempre que el tema sea interesante y la discusión sea estimulante. Es un poco como una partida de ajedrez (hasta cierto punto, porque sé que no hay "victoria", que no voy a convencerte de nada) y qué demonios, lo estoy disfrutando. Ahora, si el tema te cansa o te parece que nos estamos alargando demasiado, pues lo dejamos. Es tu bitácora, o sea que tú mismo.
*Salvo que hablemos del estado de emergencia o casos parecidos; pero no estamos hablando de eso, ¿vale?
** Tampoco digo que tenga que ser así: para sacar conclusiones de las estadísticas, habría que estudiarlas mucho más despacio... Pero sí insisto en no tiene por qué haber una relación entre esas tendencias y lo del matrimonio gay. Hay coincidencia, pero asumo que los dos sabemos que una coincidencia no presupone una relación de causa y efecto.
Ah, y por cierto: no, no me creo "a pies juntillas" lo que diga la OMS. ya te dije que eso no entra en mis presupuestos ;) Pero cuando la opinión de un organismo internacional de prestigio coincide con la de una gran mayoría de médicos, psicólogos y académicos, y con lo que yo mismo puedo observar y razonar... pues hombre, digo yo que significará algo. Sé que hay profesionales, tal vez "muchos" en términos absolutos, que discrepan; también hay unos cuantos científicos que discrepan sobre la influencia humana en el cambio climático; pero unos y otros están en neta minoría. Y aunque la verdad no depende del número de personas que crean en ella, en general, yo diría que un consenso abrumador entre la comunidad científica, a estas alturas de la historia, es un argumento de peso.
ResponderEliminarArkadi, pides datos sobre matrimonios y, cuando los tienes y muestran bien a las claras que el interés por el matrimonio desciende en España coincidiendo con el comienzo de lo que yo llamo "decadencia del Derecho Matrimonial español", vienes con que eso no demuestra nada.
ResponderEliminarNo tengo tiempo para preguntar a una muestra significativa de la gente que no se casa por qué no lo hace, así que me quedo con mis datos y mis convicciones. Quédate tú con los tuyos y las tuyas, que ni yo ni nadie hemos pretendido quitártelos.
"Ya no es posible defender, a estas alturas del siglo XXI, que la homosexualidad es una "perversión contra natura": al contrario, todo lo que sabemos indica que es una parte más del orden natural de las cosas."
Eso se comenta solo. Así, por cierto, le va últimamente al orden "natural" de las cosas.
Alfor, no voy a repetir lo que ya dije: los datos demuestran que a la gente le interesa menos casarse, pero no demuestran para nada que eso esté haciendo daño a la sociedad; tú hablas de "decadencia" -de la institución del matrimonio en sí y del derecho matrimonal- y yo simplemente te recuerdo que eso es muy discutible. Y aún en el supuesto de que alguna de esas tendencias llegara a tener efectos claramente negativos -por ejemplo, que la natalidad descendiera a niveles peligrosos- también es bastante discutible que una legislación matrimonial más restrictiva y conservadora fuera a ser una solución. Me quedo, efectivamente, con los datos observables; y me quedo también con mis principios y mi visión del mundo, aunque nunca te he acusado de querer robármelos (al contrario, has demostrado de sobra que no los quieres para nada) c; Por mi parte, yo respeto que cristianos, judíos y musulmanes tengan un tabú religioso contra ciertas prácticas sexuales; sólo te pido que no intentéis imponerle ese tabú al conjunto de la sociedad, ni presentarlo como un problema que amenaza los cimientos de la civilización. Y si no, ya te pediré perdón dentro de veinte o treinta años, cuando el divorcio y las bodas gays nos hayan llevado a todos a la ruina ^^
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