En la mitología griega, Anteo era un gigante con muy mala leche que había prometido construir un templo a Poseidón con cráneos humanos y que se dedicaba a apiolar a todo el que pasaba por sus dominios, con el añadido de que era casi invencible, porque era hijo de Gea, la tierra, que le daba fuerzas cuando era derribado y entraba en contacto con ella. Al final Hércules logró derrotarlo con tácticas de lucha libre suspendiéndolo en el aire para que no pudiera recobrar fuerzas al tocar la tierra.
Al igual que Anteo, muchos valencianos (y desde luego el que escribe) recuperamos fuerzas en contacto con nuestra querida terreta. Y a mí me estaba haciendo mucha falta, después de tanto tiempo ausente. Y así, efectivamente, estas dos últimas semanas las he dedicado a tocar la tierra de mi pueblo y a vivir un poco de la vida que llevaba antes de partir hacia el extranjero. Nunca es lo mismo que era entonces, vale, y los que me acompañaban entonces han desaparecido o, en el mejor de los casos, son veinte años mayores, pero quedan trazas de lo que fue.
Y ya sé que no es lo habitual en las bitácoras. Lo normal, cuando alguien tiene intención de irse de vacaciones y abandonar la escritura por algún tiempo, es avisar en la propia bitácora, y más si la bitácora es tan regular como lo ha venido siendo ésta durante los últimos seis años, en que siempre había habido no menos de dos entradas cada semana, y mucho más frecuentemente tres. Pero no avisé, y si no lo hice fue porque, en realidad, no tenía intención de dejar de escribir. Si lo dejé fue por una de esas agudas faltas de tiempo que se dan en ocasiones y que otros años había dejado apañadas dejando, en previsión de desfallecimientos, unas cuantas entradas enlatadas, para ir publicando automáticamente.
Y, qué caramba, también por falta de ganas o de fuerzas. He conocido veranos menos ajetreados que éste, en que he sido zarandeado de aquí para allá sin obtener gran provecho del asunto. Pero he aquí que estoy de nuevo en Moscú, que mi pueblo, en contacto con el naranjo o el arroz, me ha dado las fuerzas justas, y que espero que esto se traduzca en la reanudación de la bitácora a su nivel anterior, y al retraso de ese fenómeno que acecha a todos los autores de bitácora: el temido cansancio del bloguero.
Entretanto, por lo menos, el buen humor, que en esta concreta bitácora es fundamental, todavía permanece latente y surge de vez en cuando, como cuando uno se acerca al Decathlon de Carcagente y se pregunta qué cara pondrá la dependienta cuando le enseñe la tarjeta del Decathlon de Moscú, en ruso de arriba a abajo, y le pida que me ponga los puntos ¿No dicen que la tarjeta es válida en todo el mundo? ¿No forma parte Carcagente del mundo? (Bueno, esto último es mejor no preguntarlo en según qué sitios, o puede que no nos guste la respuesta)
O cuando, en el viaje de vuelta, consigo ocupar la salida de emergencia del vuelo en un avión donde no había más español que yo, y llega el sobrecargo a cerciorarse de que cumplo los requisitos para ocupar ese asiento.
- ¿Habla usted español?
- Mejorr que mutchos esspañoless... - así, con acento de película de espía comunista, para que el sobrecargo no tenga claro si me estoy quedando con él o no.
A los que se han preocupado por mi estado de salud, y por si había pasado algo gordo que me impidiera actualizar, sólo quiero decirles que les agradezco muchísimo su interés. De verdad. Y de salud, gracias a Dios, estoy perfectamente, aunque con el colesterol un poco alto. Lo malo es que de lo que también estoy perfectamente, y aun más que eso, es de cosas que hacer, y además son de las perentorias que no admiten demora. Y sí, es bastante posible que eso afecte a la actualización de la bitácora, porque tengo el resto del verano y el otoño jalonado de exámenes, de clases, de las cosas que me dan de comer y beber y de las vocacionales que siento como una obligación. Es cierto que, en algún momento, esta bitácora ha estado entre ellas, y que escribir es algo que me sigue gustando, pero me temo que de aquí al final de año voy a tener que establecer prioridades, y no tengo muy claro que esta bitácora esté entre ellas.
Pero, de momento, sigo. Un poco más elucubrador que de costumbre, en buena parte debido a la falta de sueño, pero sigo.
Bienvenido amigo. Extrañábamos tu columna...
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarpues sí, la vida no es infinita, y hay que priorizar y descartar, elegir, arriesgar, eso es la vida, tomar decisiones.
Pero bueno, esta bitácora era muy prolífica pues por qué no te planteas una entrada a la semana, cada 15 días o incluso al mes? como un artículo para una publicación... Espero que una vez roto el ritmo, no se te vayan las ganas... y si fuera así, pues que vaya bien...
Sl2
Lluis
Ernestín, bien hallado. Aquí estoy de vuelta.
ResponderEliminarLluis, pues ya veremos qué hacemos, pero, desde luego, será cuestión de pensarlo, un día que esté menos eufórico que hoy. :)