En la educación de los niños españoles, en particular de los que están en el extranjero, la asignatura de Educación para la Ciudadanía es un inconveniente que les podría quitar bastante del escaso tiempo disponible, y no digamos si los padres de esos son de ideología poco compatible con bastantes de los principios que subyacen al programa de la misma. Sí, es mi caso.
En España, muchos padres han optado por plantar cara a la asignatura por las bravas y objetar a la misma, con suerte variada. Yo, que en el fondo estoy de acuerdo con ellos y que posiblemente me hubiera unido a ese grupo de estar en España, tengo el inconveniente de residir en el extranjero, aunque mis hijos estén escolarizados también en España, por muy a distancia que sea, y de que el centro escolar no depende directamente de ninguna comunidad autónoma, sino directamente del Ministerio de Educación (o como se haya ido llamando a lo largo de todos estos años), de quien no puedo esperar simpatías objetoras en absoluto.
Educación para la Ciudadanía es una asignatura que trata de meter en las cabezas de los niños de once años en adelante cosas que presenta como verdades indiscutibles y que, en realidad, están más que sujetas a discusión. Una de ellas es el positivismo jurídico. Obviamente no lo llama así, ni lo presenta en toda su crudeza, pero lo va sacando aquí y allá, y muy especialmente cuando presenta el tema de los derechos humanos y de los derechos del niño. Para los que somos juristas, y además iusnaturalistas, cosas como ésas son difíciles de soportar. Hay más, claro. Los que somos católicos tenemos una explicación de las cosas que la asignatura omite por completo... dando otra en su lugar.
El problema se me planteó cuando Abi llegó a quinto de Primaria, y la asignatura apareció.
¿Objetar? Pfff. Teniendo en cuenta que el profesor de mis hijos soy yo mismo, las posibilidades de manipulación externa son totalmente nulas. A mis hijos sólo los manipulan sus padres, como debe ser.
- Abi.
- ¿Qué?
- Tienes una nueva asignatura este año. Se llama "Educación para la Ciudadanía".
- ¿Qué?
- "Educación para la Ciudadanía".
- ¿Y eso qué es?
- Es una nueva asignatura que han puesto en España para enseñaros cosas con muchas de las cuales no estoy de acuerdo.
- Ah...
- ¿Sabes lo que vamos a hacer?
- ¿Qué?
- No vamos a comprar el libro.
- ¿Y cómo voy a estudiarla?
- No la vas a estudiar.
- Ah... qué bien.
Ya sabía yo que esta parte de la conversación no iba a ser problemática. Además, uno se ahorra los quince euros del libro.
- Eso sí -continué-, aunque no tienes examen final, tienes que enviar unos trabajos.
- ¿Y cómo los voy a hacer, sin libro?
- ¿Qué te parece si te los dicto yo?
- Bien.
Toma, claro.
- ¿Y si no me lo sé y suspendo?
- Te daré un premio.
- ¿De verdad?
- En esta asignatura, sí.
- Me va a gustar mucho esta asignatura ¿Las demás son igual?
- No. Las demás siguen como siempre.
- Vaya.
Comenzaron a llegar los trabajos. La verdad es que la asignatura es traidorcilla: el 90% de su contenido es urbanidad, buenos modales y cosas con las que cualquiera que tenga sentido común va a estar de acuerdo. Y el 10% restante es donde te meten las pildorillas manipuladoras, escondidas en un bonito bosque. Hay que reconocerle el mérito a quien ha ideado la asignatura, porque el tío se lo ha currado un huevo.
- Abi, vamos a hacer "Educación para la Ciudadanía" - le dije un buen día.
- Vale ¿Me lo dictas?
- Claro, como habíamos quedado. Pero no hagas faltas de ortografía, que eso sigue estando mal.
La mayoría de las preguntas no eran muy polémicas: cuándo fue aprobada la Constitución, qué es la Constitución, cómo hay que portarse con los otros y algunas otras por el estilo. Incluso los que hicimos encaje de bolillos para no tener que jurar la Constitución cuando entramos en el Colegio de Abogados no estamos en contra de que la gente, incluyendo a nuestros hijos, sepa qué es y cuándo fue aprobada.
Pero había una pregunta puñetera: ¿Tienen la misma dignidad un príncipe y un mendigo? ¿Por qué?
- ¿Por qué, papá?
- Abi, un príncipe y un mendigo tienen la misma dignidad, porque los dos son hijos de Dios.
Evidentemente, ésa no era la respuesta que esperaba ver escrita el profesorado de la asignatura, que debió quedarse bastante descolocado al verla. A los pocos días llegó la corrección; la profesora, sin tachar nada, añadió una notita "... y porque los dos tienen los mismos derechos humanos."
Al final, he de reconocer que la asignatura me ha gustado. Por una parte, tienes oportunidad de explicar a tus hijos tu postura confrontándola con la postura contraria, representada por las correcciones del profesor, lo cual es mucho más didáctico, y más desde Rusia, donde los niños no leen la prensa española y no saben lo que se cuece por las Españas. Porque, sí, la corrección de la profesora sobre los derechos humanos tiene una cucharadita de positivismo, aunque quizá la propia profesora no lo sepa.
En segundo lugar, porque así les puedo poner unas puyitas a algunos profesores, como cuando tenía quince años. Y es que algunos no hemos cambiado tanto. Aunque, para puya, la que acabamos de meter entre Ro y yo. Pero ésa la dejo para la siguiente entrada.
A todo esto, a final del curso a Abi le pusieron un sobresaliente.
No sabía si pillar un cabreo o qué.
>Y el 10% restante es donde te meten las pildorillas manipuladoras, escondidas en un bonito bosque...
ResponderEliminarAnda, que en sus entradas no hay pildorillas con efectos secundarios, je, je, je,...
Otra cosa: ¿Ud. no era economista?, o ¿es economista y abogado?.
Tercera cosa. Lo de que los valencianos son incendiarios no estoy seguro. Pero de lo que sí lo estoy, es de que les gusta experimentar con la combustibilidad de lo tangible y lo intangible.
Saludos:-).
Habrá las pildorillas que haya, pero no se las meten a uno en la escuela... :)
ResponderEliminarLo malo no es lo que uno crea o deje de creer, lo malo es presentar un punto de vista simulando la objetividad de las matemáticas. ¿Ideologías en la escuela? Vale, pero por las tardes y que no cuente para nota...
Anónimo, ya le responde Beloemigrant lo mismo que le podría responder yo. Usted es libre de pinchar en la casilla roja con un aspa que hay en la esquina superior derecha, o de pulsar alt+f4, y se acabaron las pildorillas. Además, aquí, a estas alturas, no se engaña absolutamente a nadie.
ResponderEliminarY, ciertamente, si la asignatura de marras fuera voluntaria, nadie hubiera protestado.
Beloemigrant, amén.
Soy el autor del primer mensaje. Lamento que haya sido interpretado en sentido crítico negativo, porque no era mi intención. No he sabido expresarme adecuadamente. Si le he molestado, le ruego que me excuse. No volverá a pasar.
ResponderEliminarAnónimo, no hay molestia alguna ni me he tomado a mal nada. No se preocupe.
ResponderEliminarEl mismo goce tuve con mi hijo cuando en su escuela italiana pasamos olímpicamente del curso de religión y él se metió en una asignatura con el bonito nombre de "educación para la paz". Dos años después hizo su primer voluntariado con inmigrantes sin papeles en las afueras de Madrid. Cosas que también tiene la enseñanza laica.
ResponderEliminarJavier, si pudo pasar del curso de Religión es porque era voluntaria, que es exactamente lo que se pide para Educación para la Ciudadanía. Ni más, ni menos.
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