jueves, 20 de octubre de 2011

Estamos de elecciones. Los dos.

Cuando digo que el sistema político ruso es un poco peculiar, estoy muy lejos de calificarlo negativamente. El sistema actual es un intento de aunar unas apariencias democráticas formales con un régimen de vocación autoritaria, que sabe que llevar el autoritarismo hasta las últimas consecuencias sería desventajoso para Rusia en términos de respetabilidad internacional.

Pero peculiar, desde luego, lo es un rato. Rusia es un pais con un sistema de partidos reducido a la mínima expresión, dirigido por un partido hegemónico que recibe todo tipo de ayudas para obtener unas mayorías absolutas holgadísimas, y que está flanqueado por tres pequeños partidos (después de las elecciones de diciembre seguramente serán sólo dos) absolutamente domesticados. Rusia Justa, el partido que optó por gritar un poco más alto que eran oposición, va a ser con toda seguridad el partido que abandone el parlamento por no llegar al 7% nacional, que es el mínimo para entrar.

El siete por ciento. En Alemania es el cinco, y en España el tres, pero aplicado a cada circunscripción, lo cual es bastante más llevadero. En Rusia es el siete, lo cual no es nada fácil de conseguir, teniendo en cuenta que un partido se acerca de por sí al setenta y no deja mucho para los demás. Según parece, los únicos dos partidos con opciones de seguir siendo parlamentarios son el comunista y el incomparable LDPR, Partido Liberal-Democrático de Rusia, que es un poco diferente de lo que parece indicar su denominación. Las derechas están muertas tras el bochornoso espectáculo que dieron con la expulsión de Prójorov, y Rusia Justa va a pagar muy caro haberse intentado desatar de los hilos de marioneta que tenían en los brazos y en las piernas.

En realidad, que en un país sólo haya tres partidos no es algo tan insólito. Pasa en el Reino Unido, en Alemania hasta que irrumpieron los verdes, y hasta cierto punto también pasa en España. Pero es que el partido hegemónico, Rusia Unida, también se las trae. Veamos.

Su líder actual es Putin, que no pertenece al partido. No, no pertenece. Mucha gente piensa que sí, pero no es cierto; es como si Zapatero no sólo no estuviera al día de las cuotas en el PSOE, sino que nunca hubiera ingresado en él y, aún así, le hubieran nombrado secretario general, porque es buen chico.

Según el acuerdo de rotación al que han llegado, quien va a encabezar el partido, y la lista de Rusia Unida en las próximas elecciones parlamentarias, va a ser Medvedev. Si nos paramos a pensar, la cosa también es rara de narices. No sólo es que sea el actual presidente, sino que Medvedev tampoco pertenece a Rusia Unida. No, no, tampoco él. Es como si los peperos, en lugar de poner de cabeza de lista por Madrid a Rajoy, pusieran a Juan Carlos de Borbón, que, como Medvedev, es el jefe del Estado y no pertenece a ningún partido.

Como nadie duda lo más mínimo que Rusia Unida va a ganar de calle con unos porcentajes escandalosos, Medvedev será elegido diputado con toda seguridad y nos encontraremos una situación curiosa, en que el presidente del país compatibilizará durante unos meses la presidencia con un acta de diputado, mientras que el futuro presidente es primer ministro.

Una endogamia inmovilista tan evidente debería despertar las iras de mucha gente, pero no. En Rusia, la gente está resignada a que las cosas sigan como están; a que la propaganda oficial para fomentar la participación en las elecciones tenga un logotipo sospechamene parecido al de Rusia Unida; a que los gobernadores regionales sean valorado, no por el trabajo que desempeñen, sino por el porcentaje de votos que obtiene Rusia Unida en su territorio. Lo único que queda, como en el período soviético, es inventar chistes sobre política, de los que ya están saliendo bastantes a propósito de la rotación.

La experiencia muestra que, de momento, no va a haber ningún revuelo en las calles. Los rusos sólo se levantan cuando realmente las cosas van muy mal y no hay nada que comer. Y eso ha pasado poco: en 1609, con el falso Demetrio, tras dos años de cosechas pésimas; en 1780, con Pugachov, también arrastrados por las malas cosechas; en 1905 y 1917, con el desbarajuste de sendas guerras perdidas; y finalmente en 1991, con la economia por los suelos.

Provisionalmente, al menos, la economía va bien. Da mucho miedo contemplar la dependencia absoluta del petróleo, pero de momento va a permitir a Rusia mantenerse alta durante varios años más por lo menos. Y, además, la cosecha de este año ha sido fantástica. Cuando los rusos comen y beben, no es de esperar que haya el menor conato de revuelta, y así se ha visto que el 15 de octubre no ha habido absolutamente nada por aquí.

Pero, como siempre, estas cosas hay que tomarlas con calma. Varias de las frases que quedan escritas arriba son perfectamente coherentes si sustituimos "Rusia" por "España" y "Rusia Unida" por "PPSOE", e incluso "petróleo" por "ladrillo", si lo hubiera escrito hace sólo tres años, así que, como otras muchas veces, vale criticar a Rusia, pero vale más aún abandonar una actitud de superioridad. Porque, por lo que hace a sistemas políticos, no somos un ejemplo a seguir, aunque, eso sí, un poco más elaborados que los rusos sí que lo tenemos.

7 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo Alfor, no somos nadie para dar lecciones de democracia a nadie, pero yo lo generalizaría a occidente en general. En Europa por ejemplo es prácticamente imposible que las elecciones las gane un partido que no sea el equivalente nacional del PP o el equivalente nacional del PSOE, las dos patas del sistema. Las escasas excepciones, como el partido de Haider en Austria, acarrean sanciones al país "infractor".
    Solo una discrepancia, la respetabilidad internacional de un país no depende de lo elaborado que tenga el montaje sino del entreguismo a occidente. De países repulsivos en cuestiones de derechos humanos o políticos no se dice absolutamente nada, ni por parte de la clase política ni por parte de la prensa "libre". En cambio con Rusia, que creo que tiene un autoritarismo "light", o con otros países hay barra libre.
    Saludos

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  2. Estimado Alfor:
    Definitivamente me encantan estos dos post ultimos.
    Me recuerda a un profesor español que tuve que impartía sus clases de forma magistral. Ahí entendía todo y quedaba claro como el agua. El problema eran los exámenes que yo tenía que presentar.ja ja...
    En mi país también el presidente en turno no pertenece al partido que le llevó al poder (cosas veredes Sancho).
    por otro lado y abusando de la confianza, mi esposa (que también es española pero que no tiene idea de la política en su país dado que nació en América) me ha comentado que está indecisa sobre las próximas elecciones y no sabe si lo mejor sea no votar a errar su voto por lo poco que conoce.
    Tú podrías escribir un poco sobre como está actualmente la política española (si no fuera mucha molestia) o recomendar algún sitio web donde leer al respecto.

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  3. Andriey, pues ya somos dos.

    Fernando, lo podemos generalizar, pero, como somos españoles... ¿China está entregada a occidente? Pero vamos, yo creo que el entreguismo a occidente sólo es uno de los factores, aunque muy importante, y, si no, que se lo digan a Honduras.

    Ernestín, si a su esposa le sirve de algo, las próximas elecciones españolas tendrán lugar sin mi voto, por distintas razones. Lo de escribir de política española es algo que puede destrozar radicalmente el buen ambiente que reina por aquí. No olvide que, en España, las diferencias política gordas acaban en guerra civil, con una media de cuatro años de duración. Y son muchos.

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  4. Discrepo educadamente con Fernando: lo que se dice lecciones de democracia, a nadie-nadie, no es que no podamos dar. Es un mea culpa que siempre me ha llamado la atención, pues parece estar emparentado, de algún modo misterioso, con el españolísimo "y tú más". Otra cosa es que entre democracia y lo que tenemos queda mucho por hacer. Pero vamos, entre el sistema del partido único y el bipartidismo, me quedo con el bipartidismo. Todo a su tiempo. Si vamos en el buen camino, algún día tendremos tres o cuatro partidos.

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  5. Y, por cierto, Alfor, y discúlpeme el atrevimiento, pero cada vez estoy más convencido de que debe estar usted entre las tres o cuatro personas con más sentido común de "este país". A lo sumo, entre las diez.

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  6. Beloemigrant, a mí tener tres o cuatro partidos no me consuela mucho. Los tienen en Rusia, en principio. Yo casi preferiría que no hubiera ninguno, momento en que se podrá hablar en serio de listas abiertas y de mandato imperativo, cosa que ningún partido va a proponer porque con las cosas de comer no se juega. Entretanto, nos seguirán tomando el pelo.

    Y el atrevimiento queda disculpado, pero, si es verdad lo que dice, mal vamos.

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