Las esperas en los aeropuertos son bastante aburridas. Uno llega pronto, por si acaso hay problemas y, si no los hay, el resultado es que llega antes de tiempo y toca esperar. Y a Abi le entra la fiebre consumista propia de su adolescencia incipiente, y se pilla a su madre para pasear por la tienda más próxima.
- Mamá, mamá, ¿me puedo comprar un bolígrafo de color rojo?
- ¿Para qué, hija?
- Para poder distinguir cruces y redondeles al jugar al tres en raya.
- A ver... cruces... redondeles... cruces... redondeles.
- Ahhhhh... es que soy rubia, mamá.
El reconocerlo le honra.
¡¡¡¡angelito!!!
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