Sí, continúo viendo parecidos sorprendentes en las soluciones que aporta hoy día el máximo dirigente de Rusia Unida y las que aportó, en su día, el máximo dirigente de FET y de las JONS. E insisto en que no estoy haciendo un juicio, ni tengo la menor intención peyorativa: simplemente estoy constatando un hecho.
En 1973, tras la guerra del Yom Kippur, los países árabes pillaron un cabreo de varios kilómetros y provocaron una subida del precio del petróleo que dio lugar a la primera crisis energética que conocimos en los tiempos contemporáneos, y que hoy vemos que no ha sido la última, y prefiero no pensar en lo que podemos ver mañana.
La llegada a España de la crisis fue preocupante. España se había desarrollado especialmente durante los años sesenta, una época de petróleo barato, y tenía una economía altamente intensiva en energía. En los consejos de ministros, los ministros tecnócratas de Franco (los azules se dedicaban a asuntos sociales) plantearon la conveniencia de subir los precios, pero ahí se encontraron con el Jefe del Estado, que les decía:
- Lo que ustedes quieran, pero no suban el precio de la gasolina.
Los ministros tenían clarísimo quién era el jefe en aquel consejo de ministros y, como querían seguir perteneciendo al mismo, obedecieron a rajatabla a Franco. Franco, de economía, evidentemente sabía más o menos lo mismo que Zapatero, pero tenía unas ideas fijas de las que no se apeaba (¿Verdad que hace tiempo que no usamos la palabra apearse?) hasta que la cosa se ponía insostenible, como en el famoso plan de estabilización, que acabó con la política económica autárquica poco tiempo antes del colapso.
Desde la perspectiva que dan los casi cuarenta años que han pasado desde entonces, hoy sabemos que la decisión paternalista de Franco fue incorrecta. En este caso, los ministros se dedicaron simplemente a no subir los precios de los combustibles, cosa que era bastante sencilla entonces, porque la distribuidora monopolista (la CAMPSA) era estatal. Mientras en el resto del mundo deficitario en petróleo los precios subían, en España la cosa salió cara al Estado, pero el sistema económico siguió funcionando como si tal cosa, sin cambiar en absoluto. El problema llegó después, en 1979, con la segunda crisis energética, que pilló a la industria española tan poco preparada como en 1973, mientras que en los demás países desarrollados ya se habían preocupado de cosas como el ahorro de energía, que nosotros sólo aprendimos mucho después. Eso sí, el problema de 1979 ya lo tuvo que solucionar el siguiente, porque, para entonces, Franco había dejado la jefatura del Estado y el mundo de los vivos. Al mismo tiempo.
En abril de 2011, se presentó en algunas regiones de Rusia un fenómeno insólito en el primer productor mundial de petróleo: algunas estaciones de servicio se estaban quedando simplemente sin suministro. Vamos, que no había gasolina. A los productores de petróleo no les salían las cuentas. Ellos veían que, en un contexto de precios al alza en el mundo, salían ganando si vendían el petróleo fuera, y eso es lo que se han venido dedicando a hacer. Lo lógico hubiera sido que los precios en Rusia, a pesar de los impuestos a la exportación, subieran, reflejando el precio en alza del mercado mundial, y eso a pesar de los impuestos que gravan la exportación de petróleo y que son la pera, además de una importante fuente de financiación del Estado.
Sin embargo, lo de subir los precios del combustible salió rana en los últimos meses, y hay que decir que el precio de venta al público del combustible en Rusia es algo menos de la mitad del precio que hay en España, que ya de por sí es más barato que el de otros países de la UE. Putin, igualito que Franco, puede decir aquello de «Lo que ustedes quieran, pero no me suban el precio de la gasolina», que es paternalismo en estado puro, pero es lo que hay. Eso sí, en Rusia ya no existe la CAMPSA en régimen de monopolio, así que los mecanismos para controlar el precio son un poquito más sofisticados que en la España de Franco, pero no mucho más.
Primero, cuando los precios empezaron a subir, se deslizó que los productores estaban poniéndose de acuerdo para subirlos. Vamos, lo que se llaman prácticas colusivas. Los servicios de defensa de la competencia amenazaron con una investigación, y en Rusia las investigaciones tienen un pronóstico pésimo casi diría que por definición, con lo que los precios volvieron a bajar, por la cuenta que traía a los posibles investigados.
Pero claro, a estos precios bajos a los productores no les compensaba vender, pudiendo hacerlo a un precio mayor, con lo que se llegó a los problemas de desabastecimiento de abril. En cuanto se vio que las cosas podían ponerse mal, Putin ordenó una subida drástica de los impuestos de exportación de combustibles, con lo que el suministro se restableció a los precios artificialmente bajos que los residentes en Rusia venimos disfrutando.
Al igual que en la España de 1973, y desde un punto de visto económico, Putin (que probablemente sabe de economía algo más que Franco, y desde luego es algo más flexible en sus ideas) ha adoptado la política paternalista de «veis qué bueno soy, que os protejo y os mantengo la gasolina a precios asequibles», lo cual le granjeará seguramente la simpatía del pueblo llano que espera que papá Estado le resuelva sus problemas, y le evitará molestas manifestaciones de gente como los conductores de automóviles, que están organizados y son bastante ruidosos. Sin embargo, y al igual que pasó con España, está aplazando la solución de sus problemas para más adelante, y dando una señal falsa a su industria, todavía más intensiva en energía que la española de los años setenta, que ya es decir.
Eso sí, tiene una ventaja sobre Franco: que es el primer productor mundial de combustibles fósiles, y por tanto puede mantener la situación durante bastante más tiempo que España, pero eso dependerá críticamente de cuánto tiempo sea capaz Rusia de mantener su nivel de extracción de petróleo, teniendo en cuenta que los costes de extracción en Rusia son bastante altos, cada vez mayores, y que las petroleras son, con mucho, el sector más ordeñado en forma de impuestos diversos y de precios artificialmente bajos en el interior del país. Llegará un día, no sabemos cuándo, en que la subida de precios será inevitable, igual que lo fue en España, y va a pillar con el pie cambiado a todo quisqui.
...lo que no dices, pero me parece entender, es que cuando el asunto del petróleo les pete entre las manos a los rusos, el resto de Europa también se puede echar a temblar, porque el efecto dominó no será pequeñajo. ¿Me equivoco?
ResponderEliminarQue sera de mi pais? soy de Venezuela y tenemos la gasolina mas barata del mundo, claro lo que no sabe el pueblo es que igual la estamos pagando cara por el subsidio que le tiene el gobierno, pero como dices el paternalismo sigue campante en pleno siglo XXI
ResponderEliminarHola Alfor, hay una cosa que no me encaje en tu entrada, si el precio de la gasolina en Rusia es algo menos de la mitad que en España, entonces la gasolina está más cara en Rusia que en Estados Unidos (que viene a estar a un tercio del precio europeo). Me parece extraño que el primer productor de petróleo tenga la gasolina más cara que el primer importador mundial.
ResponderEliminarSegún tengo entendido los impuestos a la exportación de hidrocarburos suponen una parte importante de los ingresos del presupuesto ruso, que tiene en cambio unos impuestos muy bajos en otros conceptos. Como ya sabes no soy economista, aunque tangencialmente me interesa el tema, pero creo que es muy arriesgado que el presupuesto dependa tanto de una única fuente.
En cambio había oído que el precio interno del gas sí iba a adaptarse al precio internacional.
Saludos
Arkadi, lo del petróleo petará y afectará a todos, pero lo normal es que al resto de Europa le afecte algo menos que a Rusia, que tiene una dependencia aún más fuerte del petróleo. Se supone que en Europa se fomentan las fuentes de energía renovables y el ahorro de energía y en Rusia te aseguro que sólo de boquilla.
ResponderEliminarOmeda29, bienvenida. No conozco exactamente la situación de Venezuela, pero tengo la impresión de que los costes de extracción (que es donde le aprieta el zapato a Rusia) son menores, por lo que la política paternalista debería poder continuar más tiempo. No creo que sea lo mejor para Venezuela, pero supongo que es lo que habéis elegido.
Fernando, los impuestos especiales sobre los carburantes en EEUU y en Rusia no tienen nada que ver, y son una parte muy importante del precio final. Efectivamente, los impuestos sobre las petroleras (no sólo sobre la exportación) constituyen una parte importante de los ingresos públicos en Rusia, y efectivamente eso es bastante arriesgado, como se comprobó fugazmente durante la última crisis, que por suerte para Rusia ha sido aquí muy breve.
El tema de la energía da para mucho, y para un economista hay que reconocer que es un campo apasionante. Igual le dedico alguna otra entrada.