viernes, 10 de diciembre de 2010

El tiempo y el trabajo

El meninfotisme es uno de los elementos posibles para tratar de escribir algo sobre la ética laboral rusa, pero sólo en apariencia. Y, sin embargo, parece verdad que el meninfotisme (bueno, a partir de ahora lo podemos llamar "indiferencia", que no es exactamente lo mismo, pero es más castellano) impregna toda la relación de los rusos con las adversidades, incluso con un punto más que los valencianos.

Un punto más, sí. Los valencianos mostramos nuestra indiferencia mientras, la verdad sea dicha, no nos va mal del todo, aunque nos pudiera ir mejor. Los rusos muestran su indiferencia esencial aun cuando les vaya de pena. Les pasa una catástrofe, los funcionarios les torean, todo el que lleva una gorra puesta les humilla sistemáticamente en su ámbito de poder, y ellos sólo alcanzan a decir "Qué se le va a hacer. Es el destino". Todo esto es tan frecuente que en ruso basta una sola palabra para expresarlo: "Судьба!"

En estas circunstancias, cabe resaltar que el ruso medio es una persona difícil de motivar. Cuando les bastardean y la situación requiere un par de gritos, no hacen nada, y eso que los gritos son la mar de efectivos; cuando están en el trabajo y tienen que llevar a cabo una tarea y tú les dicen que se den prisa... tampoco hacen nada. Meninfotisme e indiferencia en estado avanzadísimo, ríete de los valencianos. Para un observador occidental, acostumbrado a otras maneras de actuar, es totalmente desesperante.

En apariencia, podría pensarse que se trata de vagancia y desidia pura y dura, y es cierto desde nuestro punto de vista. Pero ahora vamos a intentar una operación atrevida, consistente en tratar de colocarse bajo el punto de vista de un ruso, algo que es sumamente complicado, porque el sentido común se rige aquí por parámetros algo diferentes a lo que es habitual en España, y hasta en buena parte del mundo mundial.

Y, así, vamos a empezar por el primer principio general que rige todo el espacio temporal ruso y que reza como sigue:

"En Rusia, existe el cortísimo plazo. Los plazos medio y largo no existen."

Ya sé que esta frase recuerda a cuando Keynes defendía políticas económicas de estímulos monetarios y fiscales a corto plazo, diciendo que "a largo plazo todos estamos muertos." Es posible que el hecho de que Keynes estuviera casado con una rusa tuviera algo que ver con sus teorías económicas cortoplacistas, que luego han sido la base de todas las socialdemocracias que en el mundo han sido.

Pero volvamos a la inexistencia del mundo en Rusia más allá del presente inmediato, porque hay que prestar atención a esto, que es muy importante. Tú le hablas a un ruso de la programación a tres meses vista y, si es buen chico, te mira con cara de seriedad, pero, en realidad, lo hace por no ofenderte. El plazo máximo en que un ruso hace planes de verdad debe andar por los tres días mal contados. Los más previsores llegan hasta la semana. Más allá, no vale la pena ni molestarse. Los extranjeros solemos confundir eso con indiferencia, pero es injusto, precisamente porque Rusia es probablemente el país de los planes estúpidos, los planes quinquenales, los presupuestos a tres años, los planes de construcción a quince años, las frases estúpidas como "Vamos a alcanzar el PIB per cápita de Portugal en diez años" y, eso siempre, Rusia es el país de los planes incumplidos, por lo que, ¿para qué hacer planes, si luego tiramos por donde podemos?

La semana pasada tuvo lugar una actividad muy importante en mi trabajo. Vinieron expertos extranjeros, de los que han pasado por universidades occidentales, saben un huevo de administración y dirección de empresas, y conocen al dedillo la organización y gestión de todo tipo de actividades, pero no tienen ni puñetera idea de Rusia ni de cómo funcionan los rusos que tienen que hacer las cosas. Para llevar a buen término la actividad, además de la ejecutiva principal que vino y que no hablaba ni papa de ruso, había unas cuantas rusas, contratadas localmente, que hablaban inglés bastante bien, cosa no tan común como pueda parecer, y un servidor de ustedes. Nuestro idioma de trabajo era el inglés, salvo cuando yo me dirigía a las chicas y lo hacía en ruso.

En la primera reunión que tuvimos, allá por septiembre, la ejecutiva, que pasaba por ser una autoridad y había llevado a cabo con todo éxito actividades semejantes por distintos países, hizo lo último que debería hacer alguien que supiera como pintan las cosas por aquí. Puso en marcha su powerpoint, y una diapositiva con el elemento más terrorífico e incomprensible hizo su aparición sobre la pared.

Sí, la maldición había llegado. A las rusitas a nuestras órdenes se les pusieron ojos de mujer fatal, sus labios empezaron a temblar en plan parkinsoniano y empezaron a moverse nerviosamente sobre sus sillas. Yo las miraba y me pasaba la mano por la cara tratando de mitigar el choque.

Sí, amigos, aquello era algo a lo que un ruso estándar no está programado para enfrentarse.

Ante nosotros teníamos... un cronograma.

(Continuará)

o, como diría nuestra ejecutiva, to be continued.

6 comentarios:

  1. Bueno, yo creía que el problema de los planes quinquenales de Stalin no era precisamente si se cumplían o no, sino el cómo se cumplían.

    Me resulta intrigante saber cómo ese menimfotismo ruso-soviético haya podido mandar hombres al espacio...

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  2. Alfor, John Dos Passos contaba de su experiencia con el personal de un ballet ruso en uno de sus libros (creo que en sus memorias). Decía que durante varios meses nadie hacía aparentemente nada y el montaje no parecía iniciarse. Luego en la última semana se pusieron en marcha y todo estuvo terminado para el estreno.
    En el estreno todo fue sobre ruedas y fue un éxito rotundo. Desde entonces decía que le tenía un gran respeto a los métodos rusos. ¿Según tu propia experiencia, estás de acuerdo con Dos Passos?
    Saludos

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  3. Orayo, ¡error mayúsculo! Pero debo desarrollarlo en la siguiente entrega, que aún está en pañales.

    Javier, a mí lo que me resulta intrigante es que hayan vuelto. :D

    Los planes quinquenales se cumplían siempre, claro. Lo malo era la maldita distribución, donde se perdía buena parte de lo producido. Pero, lo que es producción, siempre se producía igual o más que preveía el plan.

    Como para fiarse de la estadística soviética, vamos.

    Fernando, sí, yo no conozco la cita, pero Javier ya nos había alertado sobre la misma. A propósito de ella, toda esta serie viene dirigida a intentar explicar por qué las cosas funcionan así. Digo a intentar explicarlo, que quede claro.

    Y para ello, como siempre, voy a generalizar a partir de un caso particular. Y ya sé que eso es odioso e injusto.

    Pero a mí me divierte... :)

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  4. O sea, que tres días es larguísimo plazo allá en la santa Rusia... ¡pues no me extraña que los planes quinquenales les salieran como les salían! XD Supongo que la moraleja es que no hay que desesperar: tal vez algún día los valencianos podamos mandar también a un hombre al espacio (a Camps, por ejemplo)

    Espero la continuación de la historia; intuyo que va a estar bien... X3

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  5. Arkadi, si no mandamos a Zaplana al espacio, sino que se fue él solito, mal vamos a mandar a Camps.

    En todo caso, antes de leer esta serie de entradas, no hay que olvidar repasar la cabecera del blog. Que se os olvida...

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