Noviembre, podríamos decir, es el mes de los muertos, y ciertamente algo de eso hay en el ambiente, en que los días se van haciendo cada vez más cortos, cada vez más grises, y las personas circulamos con caras de preocupación por las calles sin saber muy bien a dónde dirigir nuestros pasos, o con ganas de llegar lo más pronto posible a un lugar recogido y cubierto, lejos de la crudeza del tiempo que amenaza estos días.
Y así es como hoy se cumple el aniversario de la muerte de un personaje sumamente importante, tremendamente conocido y que tiene la virtud, porque es virtud, de no dejar indiferente a nadie que lo conozca. Vivió una larga vida, en la que pasó por etapas muy distintas y en las que cambió con mucha frecuencia de forma de pensar, pero, incluso en sus momentos más bajos, siempre fue brillante.
Mi primera relación con él la verdad es que fue bastante distinta a la de la mayoría de los sesudos intelectuales que hablan de su persona con suficiencia. No tendría yo más de cuatro años, era un retaco bien poca cosa y no llegaba a la mesa del comedor, así que tenían que ayudarme poniendo en el asiento libros a cuál más gordo ¿Y cuál es uno de los libros más gordos que ha parido la mente de escritor alguno? Sí, señor, como yo leía trabajosamente en el lomo, "Guerra y paz", de León Tolstoy.
León Tolstoy, conde Tolstoy, murió el 20 de noviembre de 1910, hoy hace exactamente cien años (sí, me he fijado en que entretanto el calendario en Rusia ha cambiado y lo he tenido en cuenta también), en uno de esos episodios sumamente excéntricos a los que era tan aficionado y que consistió en escaparse de su casa en Yásnaya Poliana con una de sus hijas. Probablemente le dio un resfriado, porque hay épocas del año, y esta es una de ellas, en que mejor te quedas en casa y dejas las escapadas para la primavera.
Dejaba atrás una obra literaria impresionante, y en particular sus dos obras más conocidas "Guerra y paz", que además de ser un libro gordísimo que cumplió, como he dicho, un papel en mi infancia, también lo cumplió en mi juventud, cuando, siendo estudiante de Derecho y, en mis ratos libres, de ruso, me puse a leer a los grandes clásicos: Tolstoy, Dostoievsky, Gógol, Turguéniev o Korolenko. El mismo volumen que había elevado mis posaderas siendo niño lo devoré siendo mozo, y a él siguió "Anna Karenina". Eso sí, los dos los leí en castellano, porque mi ruso no daba para tanto.
En ruso he leído dos obras suyas, además de "Los tres ositos", un cuentecillo para niños que aún hoy se aprenden de memoria los niños rusos en el colegio. Fueron "Infancia, adolescencia y juventud", si es que se tradujo así al castellano "Детство, отрочество, юность", que la verdad es que no me impresionó demasiado, aunque es cierto que es una obra muy temprana, y la que posiblemente sea su obra cumbre, más que sus obras más conocidas: La muerte de Iván Ilich ¿Lo queréis leer también? Pues pinchad aquí. Sí, vale, también lo tenéis en español.
Ya que estamos en noviembre, y ya que quedó dicho que noviembre es mes de muertos, La muerte de Iván Ilich fue, en su día, la demostración de que Tolstoy conservaba sus cualidades. Lo escribió ya bastante mayor, varios años después de sus principales novelas, y la verdad es que el tío lo borda. Después de esto ya no volvió a escribir, para mi gusto, nada tan redondo como esta obra, que, como es muy cortita, no hubiera nunca podido cumplir el papel que "Guerra y paz" cumplió en mis primeros años de baja estatura.
Sirva esto como homenaje de esta bitácora a uno de los autores que nunca hay que olvidar. No es el número uno entre mis autores rusos favoritos, pero porque el número uno es Gógol y ése sí que es realmente tan difícil de superar como de leer en lenguaje original por un extranjero. Si lo habéis intentado seguro que sabéis de lo que escribo.
Y, sí, Tolstoy, como otras muchas personas famosas, murió un 20 de noviembre. Uno de los difuntos de este día es el de la foto de arriba, que sólo he puesto para despistar, pero que también murió un 20 de noviembre, exactamente igual que, bastantes años después, lo haría el jefazo de los ejércitos del otro bando de la trinchera. A ver quién es el primero que acierta quién es. ;-)
Y, por cierto, me parece vergonzoso que en Rusia el centenario esté pasando totalmente desapercibido, muy al contrario de lo que ocurrió en 1999, bicentenario del nacimiento de Pushkin, en que nos lo metieron hasta en la sopa, como el eneldo.
Durruti, ... y como esto siga así van a volver los tiempos de "los solidarios"
ResponderEliminarExacto, es Durruti. En mi modesta opinión me ha gustado más lo que he leído de Tolstoy que lo que he leído de Gogol, aunque Las almas muertas es una gran novela. Sobre los centenarios, aniversarios etc. suelen celebrarse más los de los nacimientos que los de las muertes.
ResponderEliminarSaludos
Me ha sorprendido otra vez la coincidencia con respecto a "La muerte de Ivan Ilich" recuerdo que leí esta obra con unos 17 años y por primera vez en la vida y en edad tan temprana cuando la vida sólo empieza el maestro logró que sintiera lo que es la llamada "aprensión" .Sin embargo "guerra y paz" que leí antes creo recordar en el 9º curso , como lectura obligatoria, no recuerdo que me causara ningún efecto y hasta la fecha tengo pendiente su re-lectura para ver que es lo que me perdí.
ResponderEliminarDe gogol que puedo decir? desde luego para mi lo mismo es número 1 sólo que compatre el podium.
Para rayarnos más todavía, no sólo Buenaventura Durruti y el Tío Paco cascaron un 20N: también a José Antonio Primo de Rivera lo fusilaron ese día. Sí, exactamente el mismo día que Durruti caía en el frente de Madrid. De Tolstoy nada puedo decir, porque aún está en mi larga lista de cosas por leer... Buena entrada, Alfor, como siempre.
ResponderEliminarPara ser más exactos y con respecto a Durruti, habría que decir: "El mismo día que Durruti caia POR LA ESPALDA en Madrid".
ResponderEliminarAnónimo, de verdad que en el fondo de mi alma late una simpatía, quizá incomprensible, por los anarquistas, pero es que los métodos de los "solidarios" eran un poco bestias para mi gusto.
ResponderEliminarFernando, para gustos, colores. Por supuesto que Tolstoy es buenísimo, Gógol también lo es, y luego ya a cada cual lo suyo.
Y lo de celebrar más los nacimientos que las muertes no lo veo claro, y más en un país tan obsesionado por todo tipo de aniversarios como Rusia. Que el centenario de la muerte de Tolstoy haya pasado to-tal-men-te desapercibido clama al cielo.
Fijémonos en lo que pasó en España en el tricentenario de la muerte de Góngora. Y, con todos mis respetos hacia Góngora, que son muchos, Tolstoy es más cercano y más influyente.
Andriey, vaya, vaya... asi que tenemos aficiones literarias parecidas. Pues voy a volver sobre literatura, pero ahora es que estoy literalmente hasta el cuello de trabajo y no me queda un momento.
Arkadi, bueno, pero Durruti y Franco murieron en Madrid, y de ahí al cielo. José Antonio sólo murió en Alicante. Y, de allí, pero no enseguida, fue a Cuelgamuros.
Y Tolstoy, no digamos. Murió en una estación de tren en un villorio de mala muerte en la Rusia profunda.
Eso sí, todos el mismo día. :)
Babunita, es que a quién se le ocurre darle la espalda a unos comunistas...
De todas formas, aunque no se lo hubieran cepillado allí, siempre les hubiera quedado una segunda oportunidad en mayo de 1937, al generalizarse el tiro al anarquista.
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Y, bueno, ahora voy muy liado, pero mucho. Sin embargo, a ver si encuentro un hueco para seguir escribiendo algo, que ya me toca.