lunes, 7 de diciembre de 2009

Juzgando el soborno (I)

Hace ya unas cuantas entradas, Andriey respondió a un comentario quejándose (hasta cierto punto con razón, aunque a mí siempre me han tratado bastante bien) de la actitud prepotente de la policía de tráfico española y justificando, o así lo veo, el uso de pequeñas recompensas a los agentes de la autoridad.

En relación con todo esto, me viene a la cabeza un antiguo conocido, estadounidense él, que dirigía en Moscú una empresa de transportes. Como todo el que tiene algo que ver con el mundillo sabe, el ramo del transporte en Rusia tiene un alto componente de contacto con la milicia, lo cual deja al transportista con dos opciones básicas: ganarse el ánimo de los milicianos y todo tipo de inspectores con dádivas periódicas o desaparecer y dedicarse a otra cosa.

El estadounidense no desapareció, sino que durante bastantes años, con su socio ruso, estuvo trabajando con su empresa con el régimen alternativo a la desaparición. Con el tiempo, decidió que ya tenía bastante de Rusia y se volvió a su Nueva York natal, donde seguía dedicado al transporte. Yo ya no volví a tener contacto con él, pero los que sí lo tenían me decían que lo estaba pasando mal, porque se dio cuenta de que en Nueva York el sistema de ganarse a los policías no funcionaba, y que se estaba viendo obligado a cumplir las normas, cosa que le estaba resultando muy difícil. Pobre.

Podría pensarse que ahí hay una ventaja que justificaría el hecho de mitigar la aplicación de normas muchas veces exageradas o improcedentes. Un par de billetitos por aquí, y nos ahorramos un montón de dolores de cabeza.

Claro que hay alguna objeción a esta postura. Lo cual me trae a la cabeza otra historia.

El 23 de octubre de 2002, cuarenta terroristas chechenos, armados hasta los dientes y entre los que había un nutrido grupo de "viudas negras" forradas de explosivos, se las ingeniaron para atravesar Moscú de cabo a rabo hasta el mismísimo centro, con una camioneta cargada de gente más sospechosa que un collar de diamantes de cincuenta céntimos, ocupar un teatro que estaba lleno hasta la bandera, secuestrar a tropecientas personas, minar el teatro de arriba a abajo y tener tres días en jaque a toda Rusia en general, al vecindario del teatro (servidor incluido) en particular, y a los rehenes en más particular todavía.

Como Putin no es Zapatero, ni el teatro era el Alakrana, el secuestro se solucionó a los tres días y no precisamente cediendo a los deseos de los secuestradores: tras el asalto no quedó ni uno, aunque, eso sí, de paso se envenenó a casi todos los rehenes, pero al menos pudieron vivir para contarlo. En España, los tertulianos sabelotodo criticaron mucho a Putin, pero eso era porque estaban a cuatro mil kilómetros de los explosivos; si hubieran estado a trescientos metros, como yo, posiblemente hubieran visto las cosas de otra manera.

En aquel tiempo, en que había controles policiales en todos los accesos a Moscú, que una camioneta cargada de explosivos y de terroristas vestidas de negro pasara impunemente hasta el mismísimo centro hubiera debido ser más insólito que María Jiménez hablando euskera. Sin embargo, desde el momento en que el conductor podía convencer con quinientos rublos al miliciano de que les dejara en paz y fuera a inspeccionar otra camioneta, el camino de los terroristas hasta el teatro quedaba despejado por completo.

Pero quizá no. Con tanto atasco y follón como ya entonces había en Moscú, bien podría ser que la furgoneta terrorista hubiera esquivado los controles, con lo que la culpa no sería de la corrupción, sino del azar.

Para evitar esta eventualidad, voy a rebuscar otro caso en que el azar no tuvo nada que ver. Pero eso será luego, que ahora se hace tarde.

6 comentarios:

  1. A ver, yo pienso que está bien que la guardia civil sea tan "tocacojones" porque es por el bien de todos, lo que pasa es que cuando al que molestan es a uno, la opinión suele variar.

    Pero hay que ser conscientes de que la apariencia lo es todo. Hace algún tiempo mi padre venía en el coche conmigo después de un cumpleaños, él iba un poco tocado de ginebra, yo no. Cuando íbamos camino a su casa la guardia civil ni se molestó en pararle a pesar de que fueron coche a coche y a él le vieron perfectamente.

    Cuando iba yo hacia el trabajo un día bastante normal (que no venían vacaciones próximas ni había habido puentes donde se beba mucho)vestido con la ropa del trabajo (bastante elegante) me pararon y me miraron hasta los calzoncillos.

    Hombre joven -> peligro
    Hombre mayor -> padre de familia responsable.

    Así que, en el fondo también se cometen errores que no tienen nada que ver con el soborno.

    Y por último, con respecto al soborno, pues estamos en lo de siempre, dales buenos sueldos y unas condiciones aceptables de trabajo, entonces verás como baja la corrupción.

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  2. Con respecto a Rusia:
    Aquí un político que dijo la verdad:
    МВД можно только ликвидировать
    El ministerio de interior se puede sólo liquidar
    http://www.gazeta.ru/politics/2009/11/25_a_3291008.shtml?lj2
    Y volver a poner en marcha GULAG
    Con respecto a España:
    Lo que hace falta son leyes más justas y funcionarios que respondan de su trabajo y no que despues de sacar la plaza se vuelvan "intocables" y los de la DGT no son los peores para mi la lista la encabeza la AEAT. Yo espero 15 dias o más por uncertificado hasta que al funcionario de turno le da "la gana" de firmarlo pero como yo me retrase un dia en el pago tomo multa, interereses de demora, etc...claro que eso no lo gestiona un funcionario lo hace automaticamente el ordenador

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  3. Behemoth, yo es que todas mis experiencias con la Guardia Civil son buenas. En un accidente que tuve en mitad de la nada aparecieron ellos por allí y si no es por ellos allí que me hubiera quedado. Otra vez llevaron a un compañero ciclista al hospital, que si no se queda en el sitio. Y, cuando he caído en un control suyo, pues me lo han hecho, e incluso cuando me han registrado de arriba a abajo (pasó una vez) no se pusieron farrucos, sino que fueron bastante educados. Supongo que si tengo una mala experiencia pensaré de otra manera, pero aún no la he tenido.

    Y, en cuanto a que los buenos sueldos hacen bajar la corrupción, eso desde luego. Aunque no la eliminan, como, lamentablemente, vemos en España.

    Andriey, sí, lo único que se puede hacer con el MVD es eliminarlo y comenzar de cero, pero a ver quién es el guapo que se atreve a hacerlo en un país como Rusia. A Georgia supongo que le salió bien porque son pequeños. Algo va a tener que pasar, porque la situación está demasiado podrida y hace aguas, pero vamos a ver qué sucede.

    En cuanto a España, pues estoy de acuerdo con usted en que un sistema que evitara que los funcionarios se apoltronaran sería lo mejor. De todas formas, a mí en la AEAT siempre me han tratado de maravilla. Supongo que usted les pide certificados de haber tributado en España para la hacienda rusa y aplicar el Convenio de Doble Imposición, cosa que no les pasa todos los días. Yo les suelo pedir cosas mucho más habituales y lo normal es que me las resuelvan sin mucho lío. Tardan, sí, pero lo hacen.

    Tranquilo, si Dios quiere, con el DNI electrónico (no sé si la tarjeta de residencia la harán electrónica también), muchos trámites serán pan comido.

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  4. Ah, básicamente estamos de acuerdo en lo de corrupción, supongo, pero, como la segunda parte de la entrada ya la tenía casi terminada, pues la voy a publicar igual. Si no, luego, todo se queda a medias.

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  5. 130 rehenes muertos en el asalto al teatro. Tiene una curiosa idea de gestionar las crisis.

    Espero que nunca se vea envuelto en ninguna y sobre todo, que el encargado de gestionarla no piense como usted porque a lo mejor usa directamente gas mostaza en lugar de los gases empleados que "mataban menos"

    Saludos

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  6. Anónimo, yo lo veo de otra manera. 830 personas salvadas de una cuarentena de terroristas suicidas. Hubo fallos, sí, y se pudo hacer mejor. El propio Putin lo reconoció al día siguiente, en un gesto insólito.

    Que no le toque vivir ninguna a usted.

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