Viene de la entrada anterior
Se hizo el silencio. Sólo se oía el rasgar de los bolígrafos contra los distintos formularios que estábamos rellenando.
- Creo que antes Tatiana Aleksandrovna dijo que todo debía hacerse como es debido - dije muy despacio, midiendo las palabras -. Sigo estando a su disposición para lo que sea necesario.
Los bolígrafos seguían rasgando el papel. El miliciano nos dijo que tenía veintisiete años, estaba casado y tenía un hijo. Era una persona de buena apariencia y se notaba que tenía cierta formación. Era capaz de expresarse con soltura en lenguaje adminitrativo.
- ¿En España no se arreglan a veces las cosas como aquí, en el lugar de los hechos?
- Nunca - dije tajantemente.
Tatiana Aleksanrovna se vio en la obligación de intervenir.
- A veces la milicia ni siquiera interviene. La multa se genera automáticamente, ¿no es así? El policía le da un papel con la multa al infractor, y ya está. Ni siquiera hablan.
- Bueno, es verdad que hasta las envían a casa por correo, y se cobran.
El miliciano seguía escribiendo. Me preguntaba cómo una persona así podía estar trabajando en un lugar donde el salario es una formalidad y la parte principal de los ingresos proceden de extorsiones. Y en Moscú apenas hay paro. La mayoría de los milicianos de tráfico no tienen el aspecto de éste, sino más bien el del otro. Hinchados como cerdos, se mueven torpemente por la ciudad buscando presas para completar sus ingresos.
- Unos italianos me dijeron que en su país era como aquí. Que si pasaba algo, cien euros y ya estaba.
- Es posible - dijo Tatiana Aleksandrovna -. Pero éstos son españoles. Son católicos.
Casi me dio la risa.
- Puede que en Italia las cosas sean así - intervine -, pero en España, al igual que en Alemania, donde también he vivido, el que se atreva a ofrecer una recompensa a un miliciano puede meterse en un buen lío.
El miliciano ya estaba en la fase de repasar lo escrito. Le llamaron por radio.
- Sí (...) ¿Qué hay un accidente en el hotel Marriott y que vaya a escribir el acta? (...) Pero precisamente estoy escribiendo un acta. (...) Sí, estoy cerca, en cuanto termine iré hacia allá.
Todavía introdujo el miliciano algún cambio en lo escrito. Posiblemente el hombre había tenido que hacer el servicio militar y, al acabar los dos años, se había visto casado, con descendencia y con una formación a medio terminar. Y quizá no le hubiera salido mejor oportunidad que ingresar en la milicia de tráfico, porque hay que comer.
- También es verdad que hace poco estuve con unos colegas letones y me dijeron que ya casi nunca ocurre en Letonia. Pero es que tienen sueldos mucho mejores que los nuestros.
Nos alargó unos papeles.
- Firmen aquí y aquí. Tatiana Aleksandrovna, pásese pasado mañana por el cuartel. Ya habré registrado el acta y le darán una copia con sello. Podrá ir directamente al seguro con ella.
Uf. Y gratis.
- Y ahora, Tatiana Aleksandrovna, si quiere hacer una buena obra, posiblemente vuelvan ahora a su casa. Les vendría de paso dejarme en la esquina del hotel Marriott. Se ve que ha habido un accidente.
Así lo hicimos. Nos despedimos de él.
- Alfor, siento que sea tan difícil tratar con nuestros milicianos.
- Creo que hemos tenido suerte, Tatiana.
- Sí.
- Permítame disculparme de nuevo por todo el lío y el tiempo perdido.
- Usted se ha portado bien. Hubiera podido apartarse y decir que no había sido usted. Y no lo ha hecho.
- No hubiera sido correcto, Tatiana.
Nos despedimos y cada cual volvió a su casa.
Si nada lo remedia, nuestro miliciano jovencillo, dentro de un par de años, se habrá convertido en un luchador de sumo con chaleco reflectante y sin ningún escrúpulo de los que, al parecer, todavía le quedaban. Quizá ahora todavía esté a tiempo de salir del cuerpo de extorsionadores. Pero el problema comienza cuando hay gente que, a sabiendas de que el sueldo ahí no da para vivir, consiente en venderse y en convertirse en un zurullo amoral que mira la corrupción como algo consustancial a su entorno.
Otras entradas las he podido escribir con algo de sentido del humor, ironía, o lo que queráis. Ésta no.
Menuda tragicomedia Sr. Alfor. He estado unas cuantas veces en Rusia y pare por aquí de casualidad. Sé como es la gente de ahí y sé como las gastan la "Militzia". Enhorabuena por el blog y espero que nos siga deleitando con sus historias en ese país, que como usted ha dicho anteriormente....o lo odias o lo amas. Un saludo!
ResponderEliminarAl final el miliciano da hasta un poco de penita....
ResponderEliminarWeno, la kosa salió bien ntonces y gratuita, m alegro muxo nano, d verdad.
ResponderEliminarVictor H., gracias por su comentario y bienvenido. Lo bueno de la milicia, si es que hay algo bueno, es que siempre hay una forma de salir de los líos en que te puedas meter. Eso es lo bueno... y lo malo.
ResponderEliminarAchab, un poco más y le doy una limosnita.
Bejemoz, son 1s zer2, pero siempre ay 1 salida. Lo k pasa s k gratis no suele salir.
Nada lo remediará. El "miliciano" entrará al redil y se convertirá en una sanguijuela más del sistema...
ResponderEliminarAsí son las cosas aquí.
Hablando de sanguijuelas aparecen por todas partes:
ResponderEliminarConsulado de Rusia en Ginebra insatisfecho con investigación de accidente con presunta participación de rusos.
El Consulado General de Rusia en Ginebra (Suiza) manifestó hoy su descontento con la policía local, encargada de esclarecer las circunstancias de un sonado accidente de tráfico de autos de lujo con la presunta participación de ciudadanos rusos.
Anteriormente, el fiscal general de Ginebra, Daniel Zappelli, también expresó su desagrado con la falta de eficiencia de la policía para esclarecer los detalles del sonado accidente y la "extraña reserva demostrada de los agentes del orden".
Segun rumores entre los implicados en la carrera está implicado el hijo de Telman Ismailov (dueño del mercado de Cherkizovskiy) según esos mismos rumores el muchachito ya abandonó Suiza con dirección a Turquia y mientra los polis de la verde,limpia y democrñatica suiza seguro van a disfrutar de una bonitas vacaciones en un conocido hotel de superlujo en Turquia.