Una vez más, como en otras ocasiones, nos enfrentamos en esta bitácora a un problema arduo, cuya resolución puede aportar grandes beneficios a quien la consiga. Se trata de la manera más adecuada de entrar en la sala VIP de un aeropuerto ruso. En este caso, nos encontramos en el aeropuerto de Koltsovo, en Ekaterimburgo, ya de vuelta hacia Moscú.
En mi caso, yo pensaba que ese problema lo tenía resuelto. De hecho, a fuerza de tener más horas de vuelo que el Barón Rojo, Aeroflot me ha agraciado con una tarjeta plata, vigente hasta febrero del año próximo, que se supone permite el acceso a las salas VIP en los vuelos con la compañía de toda la vida. Bueno, eso era hasta que la crisis empezó: hace dos meses llegó un mensaje de Aeroflot a mi buzón de correo, en el cual la compañía indicaba que, lamentándolo mucho (y un cuerno), la tarjeta plata ya no daría acceso a la sala VIP en los vuelos nacionales.
Malum signum. Efectivamente, Ekaterimburgo - Moscú es un vuelo nacional. Así que, de sala VIP, ni pum. El caso es que uno se ha acostumbrado mal a entrar a la sala VIP y picar algo en un sillón cómodo antes de los vuelos, así que volver a las sillas duras se hace especialmente incómodo. Para eso, que no me hubieran dejado entrar nunca.
Pero, una vez más, se trata de conseguir, mediante una mimetización adecuada, el acceso a estas salas a pesar de los obstáculos que nos pondrán las celadoras, que para eso cobran.
Comencemos con una primera regla de juego: no vale comprar billete de primera. Eso es hacer trampa, además de que así no tiene ningún mérito. No, hay que comprar billete de turista, que es lo que convierte las cosas en emocionantes.
Primer paso: apariencia ¿Os acordáis del año pasado por estas fechas? En aquel entonces era prioritario buscar una apariencia desaliñada y de pobre de solemnidad. Aquí, eso sería un error gravísimo. Hay que ir vestido de punta en blanco, traje y corbata y mejor si el traje es de trescientos euros por lo menos. Parece caro, pero para recoger hay que sembrar, y más caro cuesta el billete de primera, que además sólo lo puedes usar una vez. El traje, en cambio, bien cuidado da para bastantes viajes. Así que, chicos, de punta en blanco, y que se note que sabéis llevar traje. Que no parezca que es la primera vez que vestís bien: la celadora tiene que pensar que hasta los pañales que llevasteis de niños eran a medida y diseñados por Trecci (Milano).
Segundo paso: business. Mucha gente comete el error de intentar la entrada en la sala VIP como quien entra al fútbol, con las manos en los bolsillos. Mal, mal, maaaaal. Business viene de busy, es decir, ocupado, luego, para que te tomen en serio, hay que estar ocupado, o-cu-pa-do, incluso estresado.
Antes, eso era difícil, pero, desde la invención de los teléfonos móviles, aparentar estrés se ha facilitado bastante. Lo más técnico es, medio minuto antes de acceder a la sala, marcar un número de teléfono de confianza.
- ¿Alfina?
- Sí, ¿qué tal? ¿Dónde estás?
- Estoy en el aeropuerto de Ekaterimburgo.
- ¿Y cuándo sales?
- Dentro de un rato. Te llamo ahora porque estoy intentando colarme en la sala VIP.
- Ya.
- Y conviene que me vean hablar por teléfono, sobre todo si es en un idioma extranjero.
- Bueno, tú verás.
- Sí, ahora estoy cruzando la puerta, y aquí está la celadora. Tú no te preocupes si voy hablando sólo sin mucho sentido, que es sólo para dar el pego.
- Que no te peguen a ti.
- Espero que no. Me han pedido la tarjeta de embarque, se la estoy teniendo que pasar, y le he metido la tarjeta plata de Aeroflot. Parece que mira y remira todo, pero no se decide a decirme nada. Me está mirando el traje, pero no dice nada. Ah, bueno, ya parece que me deja pasar, y me ha dado un cartoncito.
- ¿Un cartoncito?
- A ver qué es. Ah, es un vale de trescientos rublos para tomar algo en el restaurante de la sala VIP. Qué roñosos, no hay nada que picar si no es pagando o con el vale éste. En fin, por lo que me ha costado, tampoco me voy a quejar mucho. Bueno, ya he pasado, ya te llamaré luego, cuando llegue a Moscú. Nos vemos esta noche.
- Anda, que menudo eres...
Prueba coooonseguida. Ahora ya dejamos Ekaterimburgo de camino a Moscú, donde sin duda esperan nuevas aventuras.
¡Jo!
ResponderEliminarMe siento utilizada...
Leche, Alfi, pero que bueno que eres pasando controles, jajaja...
ResponderEliminarAlfina, no te sientas utilizada. Lo que tienes que hacer es optar tú por usar la misma estrategia en cuanto lo necesites, jejejeje... Y así todo queda en casa ;-P
Besitos
Eres un maestro!!!
ResponderEliminarAlfina, encima de que pienso en ti en los momentos cruciales... ;)
ResponderEliminarEsthi, es que ahí todo vale.
Danferesp, va por uhté... :)