miércoles, 5 de diciembre de 2007

El supermercado

Fue salir de la iglesia en dirección al Grote Markt, y allí estaba:

- ¡Mira! ¡Mira lo que hay allí!

Era una tienda rusa en pleno corazón de Bruselas. Iván da María, en cirílico, sin cortarse un pelo.

- ¡Vamos a entrar!
- Oye, que aún no tengo nostalgia, que yo anteayer estaba allí.
- No, vamos.

Y fuimos.

- Oye, que aquí hay de todo. Pero de todo de todo.
- Voy a enviar un mensaje a B***, que seguro que le gustará saber que tiene aquí esta tienda, para cuando le entren ganas de comprar algo ruso.

Mientras Alfina trasteaba con el teléfono, yo me di una vuelta por la tienda. Efectivamente había de todo: pryaniki, pelmenis congelados, ryazhenka, cerveza rusa (¡en Bélgica!), tarjún, gazirovka de marcas rusas, una videoteca notable y una pequeña biblioteca al fondo. Había pan borodinsky, embutido doktorsky, toneladas de eneldo... había todo tipo de bombones rusos. Sí, en Bélgica se podía encontrar chocolate que no fuera belga. De hecho, el surtido era mucho más variado que en la mayoría de tiendas de alimentación de Moscú.

- Oye, ¡si hay hasta pelmenis congelados! ¡Qué fuerte! ¡Si tiene muchas más cosas que el produkty del barrio!

La mayor diferencia con una tienda rusa de las que hay en Moscú es que ésta estaría atestada hasta la exageración y, en cambio, en la tienda rusa bruselense no había clientes. Sólo la pareja de dependientes, cuyos nombres, posiblemente, podrían ser Iván y María, y dos ancianos, hombre y mujer, sentados en unos sillones junto a la biblioteca y conversando sin prisa.

- ¡Pero si hasta hay babushkas!

Y más que había. Aquello funcionaba como tablón de anuncios de la comunidad rusófona local. En una columna cercana a la puerta, entre los bombones y el tarjún, había multitud de hojitas de papel anunciando clases de ruso, abogados belgas con ruso, clases de piano y de ballet, peticiones de empleo para, al parecer, rusos en busca de trabajo y todo tipo de traducciones, juradas o no, del ruso al francés, alemán o flamenco, o viceversa.

- Es mucho más grande que la tienda que vimos en Valencia.

Alfina ya se dirigió directamente al dependiente, que hasta entonces había estado mirándonos entre sorprendido y curioso.

- ¿Qué dirección es ésta? (Какой адрес у вашего магазина?)

Iván no se esperaba ser interpelado en ruso.

- Rue de l'Empereur, 27, но лучше и легше написать по-флямандски (pero es más fácil en flamenco), Keizerslaan.
- Не волнуетесь, мы просто рекомендуем ваш магазин (No se preocupe, sólo estamos recomendando su tienda).

De vez en cuando se oía ruso en Bruselas, una ciudad donde confluyen todas las lenguas, pero desde luego mucho menos de lo que sonaba el castellano. Algunas cosas, como que una tienda en Bruselas importe cerveza y chocolate ruso, y que posiblemente los venda y todo a un precio parecido al del producto belga (que, casi no debería escribirlo, es de bastante mejor calidad), pueden parecer sorprendentes, pero está visto que la morriña hace milagros.

De hecho, entonces sonó un zumbido procedente del teléfono de Alfina.

- Un mensaje. Ah, es B***, que ya le ha llegado el mío.
- ¿Y qué dice?
- Good tip! Thank you! Have a nice trip. B***

Creo que Iván ha ganado un cliente.

4 comentarios:

  1. Al lado de mi trabajo hay una tienda rusa (sí, también han puesto el nombre en ruso y con letras cirílicas con lo que todos menos yo la llaman "latiendalosrusos") y tienen de todo. Pero de todo... todo. Eso sí, a precios escandalosamente bajos.

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  2. Ginebra, es posible que la calidad sea pareja al precio. Al menos, aquí se corresponde bastante.

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  3. Ains, Alf, eres único, jejejjeje... Menuda curiosidad. Pues fíjate que por aquí hay de todo: rusos, rumanos, sudamericanos de todas partes de América del sur (y adyacentes), marroquíes, paquistanies, turcos...

    Y sin embargo no hay tiendas rusas. Tengo cerca un bar de ecuatorianos, pastelería de argentinos, mil y un locutorios (de diferentes países los que los llevan), una peluquería de rumanos, un par de kebas (uno de hindues o paquistanies o no sé de donde, y el otro de marroquíes) tiendas de frutas y verduras de diferentes nacionalidades... Pero nada de rusos. Ah, y los chinos, me olvidé de los chinos y sus restaurantes y tiendas múltiples...
    Pero nada de rusos, jo.

    Besitosssss

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  4. En Valencia sí hay tiendas rusas, pero no voy mucho por allí cuando estoy. Será cosa de acercarme...

    E "Ivan da Maria", que es el nombre del supermercado, en realidad es el nombre de una bonita flor.

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