Región de Moscú, a un porrón de kilómetros de la capital, seis de la tarde, noche cerradísima, tres grados bajo cero.
- Vamos a hacer unos shashliks.
- ¿Tenéis mangal (brasero)? ¿Y shampury (brochetas)?
- No, tenemos una reshyotka (parrilla). Y lo hacemos en el paellero.
- ¿Y funciona?
- Bueno, no va mal.
- Habrá que hacer las brasas.
- A ver... ¡bien! Medio saco de carbón.
- ¿Habrá bastante? ¡Que aquí hay un montón de carne!
Y la había, recién comprada y adobada con mahonesa. Y tres pedazos de salmón (que ya es capricho ir a comprar salmón tan lejos del mar). Y dos ruedas de longaniza rusa, y hasta algo de embutido español.
- Ahí tenemos madera. Habrá que ir a por ella.
Con los gorros (o la boina, según quién) bien calados, un vientecillo que pa qué, una carretilla y algo de paciencia, apareció la leña por los alrededores del paellero.
- Mmm... deberíamos comprar líquido para que el fuego prenda bien.
- No vendría mal, no ¿No valdrá con vodka?
- Estooo... quizá no.
- Vamos a hacer la madera algo más pequeña.
- La corteza salta bien.
- Bueno, con el periódico ya parece que prende.
- Ya prende, ya.
(...)
- Cómo hipnotiza el fuego, ¿eh?
(...)
- Pero, ¿aquí se hace brasa o qué?
- Trae otra cerveza, que ya se han acabado todas éstas.
- ¿Ya?
- Pues ya ¡Si han pasado dos horas y pico, y seguimos aquí!
- Anda, trae el mangal, a ver pasamos las brasas que sean de aquí allá, que lo del paellero no funciona.
- ¡Pero si yo hago esto todos los días! Que sí que funciona.
- ¡Pero es que no ves que no!
- Que sí, que aquí hay una temperatura de la leche.
- La culpa es de la puñetera madera ésta, que no hace brasa ni por morir.
- Aquí iríamos bien con leña de naranjo.
- O de olivo.
- ¿Y esto de que será?
- Puf, no sé... de abeto o cualquier otra porquería.
(...)
- ¡Abi! ¿Qué fas aci? (¡Abi! ¿Qué haces aquí?)
- ¿Encara no està a punt? (¿Aún no está a punto?)
- Li falta una miqueta. Torna a la casa, que aci fa fred. (Le falta un poco. Vuelve a la casa, que aquí hace frío)
- És que m'interessa molt. (Es que me interesa mucho)
- Anda, queda't, pero no més un ratet ¡Eh! No t'apropes al foc. (Anda, quédate, pero sólo un ratito ¡Eh! No te acerques al fuego)
- Oooh... qué bonico.
(...)
- Oye, que son casi las diez. Pon la llama más alta.
- No, que se torrará por fuera y no se hará por dentro.
- Corramos el riesgo, que yo estoy muerto de hambre.
- Pero, ¿qué haces?
- ¡Bah! Estoy tirando el embutido directamente sobre las brasas.
- Pero tío, que eso es una locura.
- Sí, pues con esa idea tuya del papel de aluminio iba demasiado lento.
- Pues yo lo he hecho muchas veces en el monte, y estaba bueno.
- Sí... bueno... muerto de hambre es como debías estar.
(...)
- ¡Ame! ¿Ara tú?
- Sí, hola ¿Qué fas, papà, qué fas?
- Estem torrant carn.
- Ohhh... qué bonico ¿Puc jo, papà, puc torrar jo?
- Quan sigues major.
- Pero jo ja soc major.
(...)
- Uf, qué ganas tenía de entrar.
- Menudo frío que hacía ahí fuera.
- Mmmm... sírveme un pedazo de carne.
- ¿Poco hecha o poco hecha?
- Poco hecha, sí, sí, me encanta la carne poco hecha.
- Menos mal.
Madre del Amor Hermoso, Alf. Nem a vore, ¿no t'has entrenat al monte fent torrà de chulles? A veces me preocupas, no sé yo si te han abducido extraterrestres u que, pero este no es el Alf que yo dejé partir a Moscú, ainssssssss, jejejejejejejejeje... ;-P
ResponderEliminarAl menos comisteis carne poco hecha. Con las ideas locas que pululaban por ahí, podriais haber acabado comiendo carboncitos de carne o carne adobada a la ceniza...
Besitossssssss
Esther, ¿que me dejaste partir a Moscú? Ehhhhh...
ResponderEliminarLo cierto sobre la brasa es que no siempre cuatro ojos, ni ocho, ven mejor que dos.