domingo, 2 de septiembre de 2007

La boda (II): Más amigos de Gannivet Lecter

Completaban la mesa otras cuatro personas. Uno de ellos, al que llamaremos Akelarre, es un avezado buscador de infiernos. Que si una chica le gorronea capuccinos hasta hartarse y luego hasta aquí hemos llegado, eso es un infierno; que si el casero le mete presión con las chocantes exigencias que suelen tener los caseros rusos, eso también es un infierno. Moscú, en general, es un infierno; pero también lo puede ser España o cualquier otro país, con tal de que esté lo suficientemente cerca de Akelarre para que éste se sienta disgustado por algún aspecto del mismo. Por lo demás, aunque es un hábil vendemotos, es una persona con carisma, inteligencia e imaginación, características que, como ya dije en otra oasión, le impedirán llegar a lehendakari. Como, además, ha trabajado en algo durante su vida, probablemente ni siquiera podrá llegar a candidato a lehendakari.

El sexto comensal, a quien llamaremos... mmm... Federico, es una persona impulsiva y levantisca, liberal de pro (lo que, en esta bitácora, no es necesariamente un elogio) y de verbo fácil, prolijo y vehemente. A diferencia de la mayoría de los demás, llegó a Moscú decidido a quedarse antes incluso de salir de las Españas y, al igual que Gannivet Lecter, va consiguiendo permanecer a base de remover Roma con Santiago y de empalmar cambalache con chapucilla. Eso sí, a diferencia de Gannivet, y previsor como es, el asunto de su soltería lo traía resuelto desde antes de salir, sin necesidad (ni conveniencia) de una selección de candidatas similar a la del anterior. Como igualmente es un tío brillante, arrojado y con la cabeza bien amueblada, nunca podrá llegar a President de la Generalitat.

Los otros dos comensales son gente tan conocida como que se trata de mi señora esposa, única mujer en la mesa, y de mí mismo; pero no voy a hacer una autosemblanza a estas alturas. Y ahora baste añadir que se echó de menos en la mesa a otras personas que bien pudieran haber estado allí, pero que, por sus ocupaciones familiares recientemente aumentadas, o por su dedicación exclusiva a asuntos balcánico-folklóricos, se encontraban en otras partes del planeta.

La mayoría de los citados, aparte de su conexión moscovita, tienen en común su pase por una entidad que se suponía debía ocuparse de formarlos, de-formarlos, en dos palabras, y que son buena gente, más o menos estrambóticos o estrafalarios, pero en todo caso buena gente.

Con lo cual queda descrita la gente que había por allí, compartiendo mesa y mantel y con la servilleta en el regazo. Ahora toca pasar a cómo se gestó el evento, al menos en lo que respecta a mi leal saber y entender. Cosa que queda para la próxima entrada.

2 comentarios:

  1. Buff, esa mezcla promete... insisto en mi pregunta, Alf ¿conozco a alguno? Porque a veces me da la sensación de que sí, jejejejeje...

    besitosssssssss

    PD: Evidentemente, me refiero a los demás, sin contarte a ti y a Alfina.

    ResponderEliminar