miércoles, 27 de junio de 2007

Cocina para exiliados (II): más churros.

Pues bien, famélica legión, vamos a hacer unos churros tales que, cuando volvamos a España, vamos a reírnos de las churrerías y sus guarradas. Lo primero es hacer la masa, cosa que no tiene ningún misterio: se pone a hervir el agua, se le añade el trocito de mantequilla y la pizca de sal, y en un recipiente se le va añadiendo la harina hasta que vaya adquiriendo consistencia. Lo suyo es que se desprenda de las paredes y lo normal es que no se hagan grumos, es decir, que hay que machacar concienzudamente la mezcla para que desaparezcan.

Ya tenemos la masa, pero claro, la cosa está calentita, y hay que enfriarla. Cubridla con un paño y ponedla al fresco. En invierno, la cosa es ideal: sacas la masa al balcón y en un periquete, y desde luego mucho más rápido que en España, la tienes a temporatura manejable. En verano, la cosa cambia, pero también hay que ponerla a refrescar. Ojo con los cuervos y los gatos, que tienen muy mala intención y os pueden dejar sin masa como no andéis listos.

Mientras la masa se enfría, vamos a por el chocolate. Ya digo que lo ideal es traerlo de España, pero, si no lo hay, usa cacao en polvo, que en Rusia lo hay. Pones la leche a calentarse y, antes de que hierva, le echas el cacao (no seas rácano, échale con ganas) y remueves constantemente hasta que se ponga a hervir, o más si lo ves necesario. El azúcar lo puedes echar antes o después, pero yo lo haría después. Eso sí, echa a gusto o el amargor no se irá.

Reservamos el chocolate y volvemos con la masa. Pon el medio litro de aceite a calentarse bien, pero bien caliente. Prevé un cacharro con un par de trozos de papel de cocina para absorber algo del aceite que dejarán los churros (nos preocupamos por la salud del comensal, como puede verse), prepara unas de esas tenazas para dar la vuelta a la carne u otro cacharro para dar la vuelta a los churros... y prepara la churrera.

¿Que no hay churrera? Bueeeeno, ya tenemos algo para apuntar para la lista de la compra del próximo que vaya a España. Efectivamente, es inútil buscar una churrera en Rusia.

- У вас чуррера есть? (¿Tiene usted una churrera?) - le podemos preguntar al tendero del metalloremont.
- Чегоооооо? (¿Cómorrrrr?) - nos preguntará extrañado.
- Чуррера, чуррера... нет у вас чурреры, или что ли? (Churrera, churrera... ¿es que no tiene usted una churrera?)

En fin, que lo máximo que sacaremos, en el mejor de los casos, será un encogimiento de hombros. En el peor, mejor no pensarlo.

En el próximo capítulo veremos posibles salidas a esta desagradable situación.

3 comentarios:

  1. Madre del Amor Hermoso, Alf, estás hecho un cocinitas, mmmm... que ricos desayunos debes currarte, jejejeje... Pero haces trampa, que dos docenas largas entre cinco y con tres niños algo golosos, caen fácil.
    Ala, a esperar las soluciones a la churrera.

    Besitosssssss

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  2. muy bien explicado...esto se pone cada vez más extraño...

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  3. Esther, pues a duplicar los ingredientes ¡Será por agua y harina!

    BAR, hoy no sigo con la siguiente, pero ya verás como no tiene nada de extraño.

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