Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
viernes, 30 de junio de 2006
El inspirador de todo esto
La política de más o menos anonimato de esta bitácora viene inspirada, obviamente, por un clásico latino, Marcial, que vivió en el siglo I y fue el primer autor importante de epigramas. Un epigrama es una composición, corta, en verso, de intención burlesca o humorística. Marcial era lo más cañero que había visto Roma hasta entonces: no dejaba títere con cabeza. Se metía con los funcionarios, militares, médicos... ni uno quedaba a salvo. Por ejemplo, hubo una que todavía recuerdo de cuando lo leí (y ya hace tiempo). Marcial estaba achacosillo, pero sin ser nada serio, y le fue a ver el médico Símaco, que le fue a ver rodeado de numerosos discípulos que querían aprender de su maestro y manosearon a Marcial:
Languebam: sed tu comitatus protinus ad me
uenisti centum, Symmache, discipulis.
Centum me tetigere manus aquilone gelatae:
non habui febrem, Symmache, nunc habeo.
(Estaba flojo y tú, Símaco, has venido a visitarme
acompañado de cien discípulos.
Me han palpado cien manos heladas por el cierzo:
no tenía fiebre, Símaco, pero ahora tengo.)
Lo que no dice la página es que Marcial, con todo lo cafre que era, fue el primero que, en lugar de destrozar directamente a las víctimas de su pluma, las disfrazó con un seudónimo, algo que era totalmente insólito en la Roma del siglo I, en que los puyazos se repartían sin la menor piedad. El Símaco del epigrama no se llamaba así, como todos los otros protagonistas de sus obras. Y Marcial, por cierto, era un español que, por cosas que pasan, había acabado viviendo en la mayor ciudad de Europa. El talento no, pero alguna cosa, pues, sí que tenemos en común, así que buena cosa será tomar ejemplo del maestro, al menos en lo posible.
Entonces digo yo que si investigo a Marcial, tal vez, y sólo tal vez acabe de descifrar tu sistema de codificación, ¿no? vamos, digo yo...
ResponderEliminarBesitos
Ciertamente: mi sistema de codificación y el de Marcial son totalmente idénticos. Sólo has de tener un poco de paciencia con el latín en verso.
ResponderEliminarEn el enlace de la entrada están las obras completas de Marcial, así que adelante con los clásicos. A veces es un poco soez, pero, en fin, era contemporáneo de Domiciano, y eran tiempos duros aquéllos.
Ains, paciencia, pero seguro que lo descifro.. De momento ya tengo una pista, el latín... jejejejeje
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