martes, 17 de octubre de 2006

Gusiluz (y II)

Al abuelito Volodya, alias Lenin, lo encontré más saludable que la última vez. Se ve que el formol, o lo que sea, que le suministran últimamente es de mejor calidad que el que había disponible cuando el desplome de la URSS. Hay quien dice que es de cera (desde luego, lo que se dice paliducho, sí que está) y que nos están tomando el pelo. El problema es que nadie se queda el suficiente tiempo para fijarse bien, porque la visita se realiza al trote, cuando no al galope, y el guardia número 7 se encarga de hacer avanzar a quienes quisieran pararse delante de él.

Sea como fuere, allí está el mausoleo, con Lenin dentro, sea auténtico el cuerpo o sólo lo sea la levita negra que lleva puesta. En la Plaza Roja, el mausoleo es un auténtico pegote, y si lo mantienen allí es por no provocar el cabreo de los comunistas, de los que ¡todavía! queda un número nada despreciable. El enlace es sólo una de las posibilidades nostálgicas, porque el otrora todopoderoso PCUS ya no existe.

Cuando uno sale del mausoleo de presentar sus respetos al fiambre, se encuentra a cincuenta metros de la salida, pero la cosa no es tan sencilla, no. La frase que resume la obra de la Unión Soviética es la siguiente: "¿Para qué hacer las cosas sencillas, si se pueden complicar?" Y así, en el lugar más soviético de todo el universo, la frase se cumple a rajatabla. Primero se tuerce por la misma base del Kremlin, y eso parece tener sentido, porque se pasa por las tumbas de los próceres más egregios de aquel país. Primero nos encontramos con los que palmaron en las jornadas revolucionarias de 1917 ("Gloria eterna a los héroes revolucionarios" está grabado en el suelo), luego con algunos revolucionarios de algo de relumbrón, y acto seguido se pasa por las tumbas realmente molonas, de los rogelios más fetén, con busto del difunto y todo.

Y así, el visitante va pasando por delante de Chernenko, Andrópov, Dzherzhinsky, Brezhnev, Stalin, Sverdlov, Kalinin, Frunze, Budyonny, Voroshilov... y quizá alguno que me olvido. En general, salvo alguno un poco más inofensivo (Kalinin es el caso más claro), se trata de gente que en vida fue bastante sanguinaria. Entre ellos, están enterrados allí todos los secretarios generales del PCUS, excepto dos: Gorbachov, que sigue vivo (sería de mal gusto prepararle ya un sitio), y Nikita Jruschov, el único, junto al propio Gorbachov, que fue depuesto del cargo antes de palmarla. Jruschov está enterrado en el cementerio de celebridades de Novodevichi.

Y así salimos de allí y nos dispusimos a recoger las cosas de la consigna. La teníamos a unos cien metros a nuestra izquierda, pero el guardia número 52 (por lo menos) nos impidió el paso.

- Por aquí no.
- Oiga, y a la consigna, ¿cómo vamos?
- Dando la vuelta a la plaza - dijo el guardia, condenándonos a un rodeo absurdo de un kilómetro.

Mi cuñada iba a preguntar por qué, pero no valía la pena. No hubiera habido respuesta. En el pequeño reducto soviético del mausoleo y sus aledaños, la única razón posible es la voluntad caprichosa de alguien, por ilógica que pareciera. Igual, por cierto, que sucedió en todo el país durante setenta y cinco años.

4 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Si hubiera algo lógico....
Besos

Anónimo dijo...

tal vez hacen las cosas más difíciles para tener algo que hacer...si no, para que estaría el guarda ahi?????

Besos

Anónimo dijo...

ALFINA.-JAJAJA...DE VERDAD QUE ME HA CAUSADO MUCHA GRACIA..JEJEJE. NO PUEDO CREER QUE ALGUIEN TENGA UN TRABAJO TAAAN ABSURDO...PERO COMO DICES, UN TRABAJO AL FIN.

SALUOS

Anónimo dijo...

Ehm... ehm... Vivaspaña!!!